Camino Quiroga es notaria, pero podría haber sido pianista o directora de orquesta. La música es su alma y la familia es una de las grandes melodías de su vida. Y la suya es gallega. De su padre heredó el amor por el Barça y, de su madre, por la escritura y la visión por llegar lo más lejos posible. Sus referentes son sus hijas. Ha vivido por dentro las notarías de San Sadurniño, Cogolludo, Madrid, Begur y Barcelona.
“La gente te coge confianza cuando dices la verdad. El notario es como el farmacéutico, el juez o el cura. Esa persona de confianza a la que contar tu vida y encontrar soluciones”, reivindica. De hecho, con la notaría, ayuda a cumplir los sueños de las personas, desde casarse hasta montar una empresa o comprarse una casa. Cofundó en 2015 la notaría Diagonal 490. También es secretaria de la junta directiva del Cercle d’Economia y profesora del ICAB. Sufrió un cáncer de tiroides que reorganizó sus prioridades, le hizo crecer y también soltar lastre. Camino se demuestra caminando, como el famoso poema de Antonio Machado.
— Dice a menudo que su madre y su padre han influido mucho en su vida.
— Tuve una infancia entrañable y llena de pequeños y miles de momentos sencillos que me han marcado. Mi padre era un hombre esencialmente vital, absolutamente orgulloso de su familia y tremendamente simpático, además de muy culto. Cuando tuvo una familia con el apoyo incondicional de mi madre trabajó muchísimo para darnos lo mejor.
— ¿Y qué ha sido lo mejor?
— He heredado sus ganas de disfrutar de la vida, su accesibilidad a todos y su pasión por el fútbol. Mi madre se ocupó de que supiera escribir al llegar a párvulos y de inculcarme que todo se consigue con esfuerzo y perseverancia. Es una mujer extraordinariamente trabajadora, una emprendedora nata y una visionaria que nos ayudó a llegar lo más lejos posible. Ambos nos inculcaron el amor por la familia. Mi casa siempre estaba llena de familia que venía de nuestra Galicia.
— Estudió Derecho y ADE.
— Yo quería ser pianista y me gustaba mucho la dirección de orquesta. Mi padre me apoyaba, pero murió cuando yo solo tenía 18 años, así que mi madre me pidió que estudiara Derecho, porque mi padre tenía un despacho de abogados. Yo era la mayor, así que lo hice. Y aunque había acabado la carrera de piano a los 14 años y había empezado virtuosismo, lo dejé para estudiar Derecho y ayudar a mi madre en la tienda. En aquel momento era lo que había que hacer. No me arrepiento y me siento orgullosa de ello.
— Notaria desde hace casi 30 años.
— Tengo que agradecerle a mi madre que me metiera en la cabeza ser notaria. No encuentro ninguna profesión que pueda gustarme más porque es muy humana, intelectualmente muy potente y muy creativa. La gente piensa que siempre es lo mismo y que todo es igual, pero hay que resolver muchos problemas diferentes y eso te hace usar la cabeza y pensar fuera de la caja, además de aprender a leer entre líneas todas las situaciones personales.
— ¿Qué tipo de situaciones?
— En el mundo de la notaría hay temas de difícil solución. Básicamente la gente tiende a hacer lo que le parece, sin fijarse si es legal o no, y además tiende a ser dejada a la hora de hacer toda la documentación. Así que cuando llegan al despacho, muchas cosas están bastante o muy liadas jurídicamente. También está el tema de los egos de cada uno, las percepciones personales negativas sobre el otro o la enorme desconfianza.
“Ser notaria es un reto desde el punto de vista intelectual, hay que coordinar la ley con las voluntades y los egos. Hay que ser creativo para cumplir los sueños de la gente y resolver sus problemas”
— Curar el ego es un gran reto.
— Esto afecta mucho a la hora de convencer a los interesados para encontrar una solución adecuada para todos y que cumpla sus expectativas y les proteja. Pasa en todos los ámbitos: desde edificios o construcciones sin licencia a acuerdos de todo tipo que nunca se han documentado oficialmente y solo hay documentos privados que pasan de padres a hijos, o incluso a extraños. A veces, no hay ni documentos, sino solo una situación de hecho desde hace un montón de años: problemas entre hermanos o familiares en herencias, en divorcios, entre socios o entre inversores.
— ¿Qué significa ser notaria?
— Es un reto desde el punto de vista intelectual, pues hay que coordinar la ley con las voluntades y los egos. Hay que llevarlo todo con mucha elegancia y humanidad, ponerte en los zapatos de esas personas y encontrar una solución intermedia en la que todos se encuentren a gusto y sus intereses sean reconocidos. Hay que ser creativo en lo humano y en lo profesional.
— Y jugando en equipo.
— Somos más de 60 personas y este maravilloso equipo humano se convierte en tu familia. Juntos vivimos una vida muy intensa en el despacho, porque detrás del telón hay otra vida.
— ¿Cómo es el telón?
— El telón es trabajar, resolver conflictos y que la gente se vaya tranquila del despacho. Luego está todo lo que ocurre detrás, es decir, las circunstancias personales de cada uno, el enorme estrés del trabajo con sus constante urgencias y la necesidad de hacer las cosas legalmente bien. Y yo, añadiría, fíjate, también moralmente bien. Es una profesión apasionante para cumplir, como dijo una compañera mía, los sueños de la gente: montar una empresa, casarse, comprar una casa, resolver las cosas para cuando no estés a través de un testamento…
— En una conversación en Il Giardinetto decía que “el notario es el asesor de la gente sin recursos económicos”.
— Tenemos un alto nivel de formación como juristas, somos licenciados en derecho y hemos pasado por unas oposiciones muy duras. Además, tenemos el deber legal de asesorar y aconsejar la solución legal más adecuada, y luego transformarla en un acto o negocio jurídico creando y redactando el documento. Me gusta compararnos con los grandes profesionales que tenemos al servicio de la medicina pública, porque aquí también puede acceder todo el mundo, con más o menos recursos, con más o menos formación o de cualquier estrato social.
— El precio marca la diferencia.
— Los notarios somos funcionarios públicos que damos seguridad jurídica a todos con unos precios muy asequibles fijados por el Estado. De hecho, nosotros cobramos francamente poco para el trabajo que hacemos.
“El notario es como antiguamente el maestro, el farmacéutico, el juez o el cura en los pueblos. Esa persona de confianza a la que contar tus preocupaciones y encontrar soluciones”
— La gente suele pensar lo contrario…
— La gente a veces cree que cobramos mucho porque muchas veces nos dan todo el dinero destinado a pagar en su nombre, los impuestos y los demás gastos, como registro y gestoría. Y eso hace que se tenga una idea errónea. Pero el sistema está pensado para que todos puedan acceder a ese nivel de conocimientos a un coste bajo. En las notarías de pueblo, esto se sabe perfectamente. Quizás en las ciudades está más extendida la idea de que el notario “solo firma” porque el público que no va habitualmente a la notaría realmente no sabe todo lo que hacemos.
— ¿Qué lugar ocupa el notario en la sociedad?
— El notario es como antiguamente en los pueblos, el maestro, el farmacéutico, el juez o el cura. Esa persona de confianza a la que contar tus preocupaciones y encontrar soluciones. Los clientes te piden consejos sobre qué hacer. Esto me sorprendía mucho de joven, y ahora me fascina que te hagan un regalo así. Humanamente es un auténtico regalazo.
“En Galicia me hice tremendamente feminista. O no te ven o no te dan la oportunidad”
— Primera parada: San Sadurniño, Ferrol.
— Tengo un recuerdo maravilloso de San Sadurniño, que es un pueblo muy pequeño. Llegué allí de joven, y el notario anterior abría solo por las tardes, porque pensaba que la gente estaba en el mar o con la leche, los eucaliptos o la madera durante el día. Empecé a abrir por las mañanas y también atendía aldeas y parroquias.
— Un buen primer paso.
— Conocí a gente maravillosa, y fue una época muy bonita en la que aprendí mucho de la inteligencia natural de los gallegos, tanto en lo jurídico como para los negocios. También me sirvió para aprender que no todo es lo que parece y que hay que profundizar en la realidad humana que se esconde. Y, poco a poco, el contacto con un mundo real distinto al de mi casa hizo que me fuera haciendo tremendamente feminista.
— Tremendamente feminista.
— Aunque Galicia era una zona muy matriarcal, lo cierto es que empecé a ver cómo era la España real. Dije: ¡Madre mía! Cuánto hay por hacer.
— Y cuánto queda por hacer…
— Mucho, aún. Por ejemplo, yo era totalmente contraria a las cuotas, porque pensaba que había que espabilarse y llegar por méritos propios y como fuera, pero te das cuenta de que es muy difícil.
— ¿Falta igualdad y meritocracia en la alta dirección?
— O no te ven, o no te dan la oportunidad. Hay muchas mujeres muy preparadas y con un gran interés por colaborar con la sociedad, pero no van allí donde no se sienten interpeladas. Nuestro network es distinto, hablamos de otra forma y nos ayudamos también en lo personal. De todas formas, pasa en todo. No solo, hombre-mujer, sino también con las profesiones. Por ejemplo, a mí tienden a encuadrarme como notaria, y no ven mi lado empresarial ni otras capacidades que me complementan, pues todos somos una realidad rica y diversa. Hay mucho sesgo en general.
— ¿A favor de la cuota?
— Totalmente. Estoy a favor de la cuota, cuota y más cuota. Hay que llegar al 50%, porque si no tardaremos demasiado tiempo. O con los nuevos vientos que soplan incluso podríamos no llegar a la igualdad real. Creo que cualquier estructura social es mucho más rica si es más diversa. La diversidad es riqueza y evolución. Y esto sirve para género, origen, raza, cultura, conocimientos, para todo.
— Segunda parada: Cogolludo (Guadalajara).
— Me fui a un pueblo pequeño de Guadalajara porque eligieron a quien había sido mi preparador, Juan Bolás Alfonso, que es mi maestro, como presidente del Consejo General del Notariado. Me pidió que atendiera su notaría en Madrid en comisión de servicios, pero en aquel momento para ello era necesario ser titular de una notaría del mismo distrito o de uno colindante. Por eso escogí Cogolludo, que era lo más cerca a lo que pude llegar con mi poca antigüedad. Estuve poco tiempo allí. Donde realmente aprendí muchísimo fue en la notaría de Juan en Madrid.
— ¿Qué aprendió?
— Juan me enseñó a pensar para resolver problemas irresolubles e Isidoro Lora-Tamayo, una persona maravillosa y que era el socio de Juan Bolás, me enseñó a ser buena notaria y a dedicarme en cuerpo y alma a este oficio.
— Y eso que en Madrid estaba solo en comisión de servicios.
— Exacto. Estaba aprendiendo muchísimo, pero no era mi notaría. Tenía que sacarme unas oposiciones, que entre notarios se llaman restringidas, para llegar a una plaza importante. Trabajar en la notaría de Juan e Isidoro me ayudó muchísimo y estudiando duro conseguí examinarme y me fue bien.
— En 2001 se trasladó de Madrid a Begur.
— Me quedé embarazada mientras estudiaba y trabajaba en Madrid. Decidí bajar el pistón e irme de nuevo a una notaría de pueblo. En aquel momento, alguien que veraneaba allí y a quien quiero mucho y en quien confío me dijo que Begur estaba vacante y pedí esa plaza. Allí estuve casi 14 años.
— Última parada: Barcelona.
— Sí, llegó un momento, por mis hijas que ya estaban muy crecidas y por mí que quería volver a una ciudad grande. Mi amigo Ramón García-Torrent, que hoy es mi socio, me llamó para ofrecerme convenirnos. ¡Qué suerte tuve! Hacemos una buena pareja profesional. Teníamos una idea muy concreta de notaría, con mucha especialización, pero, al mismo tiempo, muy accesible, agradable, moderna y humana. Y con idiomas, que es esencial en una gran ciudad de acogida como Barcelona.
“Tratar bien a las personas y ser honesto y buena gente es el secreto de cualquier negocio. Desde tus empleados hasta tus clientes. La gente te coge confianza cuando eres humano y cuando dices la verdad”
— Y fundaron en 2015 la notaría Diagonal 490.
— Nuestra notaría puede responder de una forma rápida y ágil, con un personal muy especializado y enamorado de lo que hace. Además, hay una relación constante y super fluida entre los oficiales y los notarios. Pero lo cierto es que no me hubiera podido imaginar Diagonal 490 sin la experiencia previa de las anteriores notarías.
— En cuatro palabras: profesional, internacional, moderna y eficiente.
— Queríamos un sitio que fuera agradable, moderno, rompedor y que no fuera la típica notaría de corte administrativo que casi parece un juzgado. Aquí la gente viene nerviosa y tiene que sentirse como en casa. Llegan, les ofrecemos tomarse un café y tratamos de darles lo mejor de nosotros.
— En la notaría, como en casa.
— El trato tiene que ser muy humano y diverso, hablamos distintos idiomas y tratamos siempre de atender desde el cariño y la atención. No importa lo que vayan a gastarse, todos los clientes son importantes. Recuerdo que mi madre me decía de pequeña que había que enseñar toda la tienda para que el cliente se enamorara, y que si alguien quería un cenicero había que tratarlo igual que si fuera a decorar toda su casa. Aquello del famoso cenicero se me quedó muy grabado. Pero, en fin, a veces, como todos, nos equivocamos y no siempre salen las cosas como queremos. Pero lo volvemos a intentar.
— Con humanidad.
— Así se acordarán de ti. Si es tu manera de ser, te sientes bien y sientes que estás haciendo lo correcto. Pero incluso si no es lo que piensas, te conviene hacerlo desde el punto de vista económico, porque a la gente le gusta que nos traten bien. Tratar bien a las personas y ser honesto y buena gente creo que es el secreto de cualquier negocio. Desde tus empleados hasta tus clientes. La gente te coge confianza cuando eres humano y cuando dices la verdad. Aunque a ti no te convenga, porque a lo mejor les dices que aquello que quieren no lo deben hacer, y pierdes la oportunidad de cobrar esa operación. Pero si no les conviene, tienes que aconsejarles que no lo hagan.
— La confianza no tiene precio, que dice el profesor Jordi Gual.
— Así es.
“Hay que defender Europa suavemente, pero con uñas y dientes. Las nuevas corrientes autoritarias son un verdadero peligro para el mantenimiento de lo que tanto ha costado conseguir”
— ¿Qué lugar ocupa el Cercle d’Economia en su vida?
— Entré en el Cercle d’Economia por pura casualidad. El anterior presidente, Javier Faus, me dijo que estaba haciendo una junta paritaria y que necesitaba una jurista para que fuera la secretaria de la junta directiva. Yo conocía poco el Cercle, pero se lo comenté a mi marido, que sí lo conocía, y me dijo que, tal como era yo, me encantaría. Siempre le agradeceré a Javier haber podido entrar y conocer a gente increíble tanto desde el punto de vista humano como intelectual, porque para mí ha sido un regalo humano de primera división.
— De primera división.
— Sí, la gente que conoces, los asuntos que tratas, la capacidad de incidir, aprender o compartir tu experiencia intelectual. Me siento una privilegiada en el Cercle d’Economia. La gente nos escucha porque nuestros predecesores han aportado de forma desinteresada y extraordinaria cosas muy importantes para la sociedad y en especial, para la economía española en momentos muy lúgubres en época franquista. El Cercle tiene el caché y el prestigio que tiene gracias a nuestros predecesores, las previas juntas con sus presidentes. Gente visionaria y comprometida.
— El Cercle d’Economia se fundó en Barcelona en 1958 con el objetivo de “contribuir a modernizar la vida económica, social y política española”.
— Cuando uno tiene un megáfono, tiene que ser responsable y utilizarlo para mejorar las relaciones de forma franca y aportar una visión que permita llegar a soluciones que tiendan puentes para mejorar la situación, no solo en Barcelona, sino también en Catalunya, España y en Europa.
— La visión europeísta siempre presente.
— El Cercle tiene una visión muy europeísta vinculada a los principios de la cultura occidental: la democracia, los valores humanos y el respeto a los derechos fundamentales que hoy en día están tan afectados. Hay que defender Europa suavemente, pero con uñas y dientes. Las nuevas corrientes iliberales y autoritarias son un verdadero peligro para el mantenimiento de lo que tanto ha costado conseguir. Nuestra vida y nuestros valores no han llegado así, sin más. Son el fruto de muchas luchas y esfuerzos y de cesiones y de entendimientos. Lo dicho, con suavidad, pero con uñas y dientes, hay que defenderlos.
— ¿Cómo ve Barcelona?
— La ciudad tiene mucho que ofrecer. ¡Tantísima energía! En Barcelona se respira libertad, hay gente de todo el mundo y, en general, un gran respeto por la diversidad. Es una ciudad muy rica y diversa, desde el punto de vista cultural, y tiene el clima y el tamaño justo para poder vivir de forma agradable.
— ¿Qué tiene esta ciudad que la hace tan especial?
— Tiene un gran sistema médico y una climatología y una geografía maravillosas. Es una ciudad con mucho potencial, pese que ha habido un sentimiento depresivo de que las cosas no van bien y se estaba perdiendo pistón. Hay que olvidarse de tanta noticia negativa porque la prensa de Madrid D.F. es lo que es. Hay que ir a los hechos, a los datos. No a lo que se dice interesadamente.
— El relato siempre en disputa.
— Ha habido muchos relatos… No solo el de Madrid, sino también el de la propia Barcelona o de Catalunya. Hay que ver sobre todo los datos objetivos. Y, sin duda, hay que ponerse manos a la obra y sacar lo mejor de nosotros.
— ¿Y cuáles son los datos objetivos?
— Barcelona y Catalunya tienen riqueza y bagaje cultural. Hay una gran voluntad de la sociedad civil por participar y por tomar la iniciativa y además de una sensibilidad extraordinaria por ayudar, un gran sentimiento de solidaridad que me sorprendió enormemente al llegar. La Marató de TV3 no existe en ninguna otra comunidad, y fíjate todo lo que se recauda cada año.
— Un éxito sin precedentes.
— Aquí siempre ha habido la voluntad y la responsabilidad de ayudar y ahí tenemos ejemplos de colaboración privada en servicios públicos, como en la sanidad, en la investigación… Te pondré un ejemplo de hace más de un siglo: el hospital de Sant Pau, construido gracias al mecenas Pau Gil. Pero hay muchos otros. Ha habido y hay mecenas importantes en el ámbito de la cultura, de la salud, de la ciencia… Es realmente un sello distintivo especial del que hay que estar orgullosos.
— ¿Qué le recomienda a Barcelona?
— Barcelona tiene que acordarse siempre de esa identidad propia y sui géneris, de ser mediterránea y fenicia, de ser ciudad de acogida. Su historia hace que la gente de aquí esté acostumbrada a recibir gentes y navegantes desde antiguo, y por ello acostumbrada a la diversidad y también al negocio, a la lluvia de ideas nuevas y a la variedad de mentalidades.
— ¿Qué papel juega la sociedad civil?
— La antigua burguesía ya lo hizo. Hoy, la sociedad civil y en particular el mundo empresarial tiene la responsabilidad de proveer esta ciudad de los mecanismos necesarios para que continúe siendo excepcional. Es mejor pensar en lo que se puede hacer desde aquí antes que caer y deprimirse por los vientos interesados de otras latitudes.
“La sociedad civil y en particular el mundo empresarial tiene la responsabilidad de proveer esta ciudad de los mecanismos necesarios para que continue siendo excepcional. La colaboración público-privada vuelve a fluir de forma natural en Barcelona”
— ¿Por ejemplo?
— La Copa del América fue un sueño realizado gracias al empeño del sector privado, a los avales privados y luego, sin duda, al apoyo de la administración. Todos a una. Podemos debatir cuál ha sido su repercusión económica, pero desde luego ha generado marca Barcelona, igual que los Juegos Olímpicos.
— ¿Nos falta más y mejor colaboración público-privada?
— Las ganas de colaboración público-privada han existido siempre, pero últimamente la aportación privada ha estado mal vista. Si no te dejan hacer, te retiras. La forma de construir una ciudad, un país, un proyecto es que todos los stakeholders implicados arrimen su hombro.
— Poner el hombro al servicio del colectivo.
— Es un buen momento porque la colaboración público-privada vuelve a fluir de forma natural en Barcelona, aunque todavía le cueste a algún sector público. Pero es evidente que todos hemos visto que es esencial. Colaborar y no generar odio. Ya los grandes escritores e intelectuales nos avisaban de que hay que olvidarse de la España cainita.
— La España cainita.
— En España siempre ha habido una dualidad y una especie de odio que a algunas personas y facciones les ha interesado mantener y perpetuar. Hay que pasar página. El ingreso de España en la Unión Europea fue un impulso esencial para pasar de una España pobre e inculta a una España como la actual. Los fondos que recibimos de Europa nos permitieron llegar a unos niveles de vida y educación general nunca vistos. España ahora es un país de personas con formación. Nuestros profesionales están muy valorados fuera de nuestras fronteras.
— ¿Qué recomienda para pasar página?
— No dejarse llevar por las cosas del pasado y olvidarse de la lucha intestina de elementos diferenciadores. Dialogar y colaborar con distintas ideologías políticas, culturales e intelectuales, entre hombres y mujeres, entre Catalunya y España y entre el sector público y el privado. En España hay una democracia madura, aunque quieran convencernos de lo contrario. Hay cosas por mejorar, pero el movimiento se demuestra andando. ¡Yo me llamo Camino! Además de pasar página, recomiendo usar nuestro potencial: Tenemos que encontrar la forma de que nuestros profesionales puedan desarrollar sus carreras aquí y no tengan que irse fuera, donde son muy valorados.
“Hay que dialogar y colaborar con distintas ideologías políticas, culturales e intelectuales, entre hombres y mujeres, entre Catalunya y España y entre el sector público y el privado”
— Caminante, no hay camino. Se hace camino al andar.
— Hay que gozar del camino. De ayudar a España, a Catalunya y a Barcelona a llegar a un hito mejor. Y de luchar porque nuestra juventud se quede, crezca y desarrolle su actividad profesional con dignidad, y que redunde en una mejora compartida.
— Colabora con varias fundaciones: Quiero Trabajo, Lluita contra las Enfermedades Infecciosas, Empieza por Educar (ExE), Àgata, Solti. Sobrevivió al cáncer y cambió sus prioridades.
— Mucho mejor no tener cáncer, pero yo tuve muchísima suerte, pues me lo descubrieron muy rápido y me curaron. El cáncer, un divorcio o la muerte de un familiar te recolocan la cabeza y aprendes incluso a sacar cosas buenas. Yo tuve cáncer, reorganicé mis prioridades y solté mucho lastre. ¡Bienvenido sea todo lo malo que me hizo crecer!
— Una visión muy holística de aprendizaje vital.
— De lo contrario, te pasará cualquier otra cosa… La vida es muy tozuda y, si no aprendes a la primera, lo harás a la segunda o a la tercera, o cuando tu decidas.
— ¿Qué significa la música y el arte?
— La música es mi esencia. Es mi alma.
— Tiene la carrera de piano.
— Empecé a tocar el piano cuando tenía cuatro años porque había uno al salir de la clase de párvulos. La profesora les dijo a mis padres que me quedaba tocando el piano en vez de jugar en el patio. Acabé la carrera con 14 años, hice historia y estética de la música, conjunto coral, harmonía, contrapunto, solfeo. Mi madre me dijo que lo que empieza se acaba, y esto me ha ayudado mucho en la vida.
— Acabamos esta entrevista como empezamos.
— Exacto. (Ríe). La música y cantar han sido mi tabla de salvación, especialmente durante las oposiciones. En mi casa hemos vivido desde muy pequeños el arte a través de la tienda de mi madre o de las exposiciones, los museos o las ferias. Al final, uno es lo que ha vivido.
— El anterior entrevistado de Persona a Persona, Eloi Planes, le hace las siguientes preguntas:
— ¿Cúal ha sido el momento o la decisión más significativa en tu vida a nivel profesional y personal y qué te ha hecho ser como eres hoy?
— Desde el punto de vista profesional, el que mi maestro, Juan Bolás, confiara en mí. En un momento difícil de mi oposición, él fue decisivo. Seguí su consejo, y esto ha determinado que sea notaria y que pueda dedicar mi vida a una profesión que me apasiona. Desde aquí me gustaría darle las gracias. Desde el punto de vista personal, fue vital la muerte de mi padre cuando era muy jovencita. Me hizo valorar muchísimo cada instante de la vida y me hizo agarrarme a su manera de ser, en lo que me gustaba.
“En la vida tenemos el derecho, e incluso el deber moral, de sentirnos a gusto con lo que hacemos”
— ¿Qué consejo darías a alguien que quiera seguir una trayectoria vital que combine la responsabilidad profesional con el compromiso con la sociedad?
— Creo que en la vida tenemos el derecho, e incluso diría que un poco el deber moral, de sentirnos a gusto con lo que hacemos. Para ello, creo que es importante enamorarse de lo que uno hace y sacar lo mejor de dentro con dedicación y pasión. Si lo que haces no te gusta en absoluto es una forma de sentirte alienado, y ello solo puede redundar en un divorcio entre tu vida, tus deseos y tus sentimientos. Una falta absoluta de alineación que puede llegar a generarte insatisfacción total, e incluso algún tipo de enfermedad. Creo que alma, mente y cuerpo están indisolublemente unidos. Por ello, enamorarse de la propia vida, del propio trabajo, es esencial. Y, si no es así, buscar y luchar por encontrar aquel que nos satisfaga.
— ¿Dónde se encuentra esa satisfacción?
No es realmente una cuestión de triunfar económicamente, sino de ser feliz haciendo lo que cada uno hace. Y, si le pones pasión y ambición, acabará llegando aquello que realmente te hace sentirte realizado. De todas formas, este es el punto de vista de alguien que ha tenido la suerte de nacer en un momento concreto en la historia y en un país y en una familia concreta, que no es mérito alguno mío y que me ha favorecido y condiciona mi visión de la vida. Si no hubiera tenido ningún tipo de posibilidad en la vida, y soy consciente de que hay mucha gente así, seguro que esta reflexión me parecería de alguien sin conexión con la realidad. Pero yo soy quien soy por todas mis circunstancias, como cualquier otra persona.
Siete de vida
- Referente: Mis dos hijas.
- Libro: Médico de cuerpos y almas, de Taylor Caldwell.
- Película: Cualquiera de las que veía con mis hijas y que nos encantaba ver una y otra vez, como Una habitación con vistas , Much ado about nothing, The importance of being Ernest o Holydays. Aun las volvemos a ver juntas de vez en cuando.
- Canción: I still haven’t found what I’m looking for, de U2
- Rincón favorito: Mi casa familiar en Galicia.
- Lema de vida: Estamos aquí solo para ayudarnos.
- Sueño: Que se acaben las guerras.