Un buzón de estilo modernista diseñado por Lluís Domènech i Montaner fue durante muchos años una puerta al “infierno” del Arxiu Històric de Barcelona. En la Casa de l’Ardiaca, edificio con siglos de historia cerca de la Catedral, se instaló hace cien años este organismo municipal. Durante los años de la dictadura, cuando personas anónimas depositaban en el buzón la propaganda antifranquista que repartían por la ciudad, los archiveros la iban recopilando en secreto. Internamente se conocía como “infierno” al rincón donde iba a parar todo aquello que se tenía que esconder. Este material próximamente protagonizará la exposición Quan plovien octavetes en una institución que dispone de uno de los fondos documentales más valiosos de la ciudad desde el siglo XIII hasta la actualidad.
Pasear por los pasillos del Arxiu Històric de Barcelona es una sorpresa continua. Menús de restaurantes, los programas del Liceu, las primeras guías turísticas, billetes de transporte, colecciones de postales o naipes, los dibujos originales de Perich, todos los ejemplares del Diari de Barcelona, los carteles de la Mercè… Y esto solo en la Casa de l’Ardiaca, pero es que en Barcelona hay 20 archivos en total, sumando el Arxiu Municipal Contemporani, el Arxiu Fotogràfic, los archivos municipales de los diferentes distritos y los del propio Ayuntamiento, que suman más de cincuenta kilómetros de documentos en papel y más de tres millones de fotografías.
Toda esta información, que puede consultar cualquier persona, es un gran desconocido para los ciudadanos. Se trata de un servicio de la administración local que trabaja para conservar el patrimonio documental de la ciudad y recopila desde pergaminos hasta documentos actuales ya en formato digital. “Es un servicio público esencial abierto al público que garantiza que todo el mundo pueda acceder a la información”, sostiene el archivista jefe de Barcelona, Quim Borràs. Sirve para preservar la memoria colectiva de la ciudad, tanto de sus instituciones como de sus ciudadanos. También para cuestiones prácticas, como cuando tienes que hacer obras a casa y necesitas encontrar las licencias de obra o los planos originales del edificio, que se guardan bajo la supervisión de Núria Postico en el Arxiu Municipal Contemporani —si son antes de 1990— o en los archivos del distrito correspondiente.
Hacia un archivo más virtual y accesible
En un mundo donde todo cada vez es más digital, el Arxiu Municipal de Barcelona no quiere quedarse atrás. La multitud de plantas llenas de carpetas con papeles está evolucionando hacia un modelo cada vez más virtual, digitalizando los documentos históricos y preservando en línea los que ya han nacido digitales.
Es por eso que el plan estratégico 2020-2023 del Arxiu Municipal se centra en hacerlo más digital, “guardándolo en lugares más pequeños, conservándolo mejor y poniéndolo al servicio de todo el mundo a golpe de clic”, resume la concejal de Comercio, Mercados, Consumo y Régimen Interior y Hacienda de Barcelona, Montserrat Ballarín. El Ayuntamiento también quiere facilitar la transición digital del propio consistorio, agilizando su constante acumulación de documentos —cada área de la administración local tiene su propio archivo—. De hecho, Ballarín recuerda cuando “todo era en papel” en el Arxiu de l’Institut Municipal d’Hisenda, con 2.000 metros cuadrados de estanterías y más estanterías de documentos guardados como cartas, notificaciones y multas a los ciudadanos.
Pero, sobre todo, el consistorio quiere fortalecer la relación de este servicio público con los barceloneses, con el objetivo democratizar el conocimiento histórico y actual que hay sobre la ciudad y reforzar la vinculación de los ciudadanos, además de garantizar el acceso a todas las personas. En este sentido, Ballarín subraya que afrontan el “reto” de romper la imagen tradicional que se tiene de un archivo, basada en pensar que solo está reservado para los investigadores, abriéndolo a escuelas y universidades y al conjunto de la ciudadanía.
Con la pandemia, obviamente, todo se ha acelerado. El archivista jefe de Barcelona señala que, si en un año normal, de las 50.000 consultas que recibían, unas 20.000 eran presenciales y unas 30.000 remotas, este 2020 las cifras han cambiado y aproximadamente unas 40.000 consultas han sido telemáticas. Abiertos desde la primera fase de la desescalada, como servicio esencial, ahora ya han adaptado su operativa a la covid-19, con cita previa y aforo y tiempo de consulta restringido, y documentos que se quedan en cuarentena después de ser consultados.
La unificación en Can Batlló, parada por la covid-19
Para conocer que hay un archivo con todo este material en Barcelona no ayuda mucho que esté disperso en 20 centros en la ciudad, entre el Històric, el Contemporani, el Fotogràfic o los archivos municipales de los diferentes distritos. Desde hace años, el Ayuntamiento trabaja con la idea de concentrar todo el Arxiu Municipal en la nave central de Can Batlló, para ofrecer un mejor un servicio al ciudadano y que no tenga que ir a más de un lugar para consultar información; tener más capacidad de ingreso de documentación, y organizar más actividades para los barceloneses. “Barcelona se pondría al nivel europeo, con un archivo de prestigio y del siglo XXI”, expone Borràs, que indica que otras ciudades como Londres, París o Ámsterdam tienen sus archivos en un único edificio.
Actualmente, el proyecto se encuentra parado por la crisis del coronavirus, que ha obligado al consistorio a redirigir prioridades presupuestarias y esto ha provocado un retraso en los planes previstos para el nuevo archivo. “Es una financiación importante y se tuvo que parar, pero la intención es retomarlo”, expone Borràs. “Lo tenemos todo preparado para cuando sea posible”, añade Ballarín. Can Batlló representará un nuevo espacio físico para mantener vivo un archivo cada vez más digital, donde la historia, tanto de los documentos como de su escenario, se vinculará a una nueva realidad de pantallas y en la nube. Esta evolución histórica queda reflejada en un detalle reciente: la exposición que hará el Arxiu Contemporani sobre el confinamiento será puramente virtual, como la multitud de recuerdos que guardaremos de este periodo.