El tiburón de puntas negras nunca puede parar de nadar; si lo hiciera, el agua dejaría de pasar por sus branquias, el oxígeno no le llegaría a la sangre, y moriría. “¿Y cómo duerme un tiburón de puntas negras? Nadando. Al igual que las personas tenemos automatizada la respiración, tiene automatizada la natación, con un sonar para evitar obstáculos, incluso cuando duerme”, explica el conservador Patrici Bultó delante de ejemplares que danzan de un lado al otro en uno de los tanques del Aquàrium.
Al igual que los tiburones de puntas negras, el Aquàrium no se detiene, y coge un nuevo empujón. Coincidiendo con su 30 aniversario, el centro marino se ha transformado con una inversión de 15 millones de euros por parte del grupo Aspro, al que pertenece el Aquàrium. Con esta reforma, se ha dotado de nuevas tecnologías y nuevos espacios educativos, y ha redoblado su apuesta por la sostenibilidad, incluso con mobiliario hecho con redes de pescar recuperadas de la empresa valenciana Gravity Wave.
Las novedades se hacen patentes sólo cruzar los tornos de entrada; lo que antes era una escalera anodina, se ha convertido en un camino sobre olas del mar y grandes animales marinos en movimiento, proyectados digitalmente sobre el suelo. De hecho, se trata de la pantalla de suelo más grande de Europa, con una superficie de 300 metros cuadrados como pasarela de entrada al centro, dirigido por Maria José Peretó.

Es una antesala de la gran novedad que estrena el centro: una gran sala inmersiva que sumerge a los visitantes en un viaje en submarino hacia el fondo del mar. Fiel a la realidad científica, el viaje submarino transita las diversas profundidades, con instantes de calma y deleite de la vida marina, y momentos trepidantes y de peligro entre tentáculos de calamar gigante.
Pero la renovación va más allá de la tecnología, que también se cuela a lo largo del recorrido para informar sobre las diversas especies que se encuentran en el recinto. La inversión también ha incluido la mejora de todas las instalaciones, la incorporación de nuevas especies, la creación de una nueva zona de manglares y la actualización y ampliación de acuarios, que actualmente acogen a más de 11.000 organismos de 600 especies distintas, desde los oníricos dragones de mar hasta los mortíferos peces piedra; 20 segundos bastan para matar a una persona si lo toca, explica Bultó: “En general, en el mar, lo más vistoso, mejor no tocarlo”.

Y rayas, morenas, esturiones, peces león, pirañas, un sinfín de especies, y un trocito de la Gran Barrera de Coral australiana, que sigue emblanqueciéndose por el empeoramiento de la calidad del agua y el cambio climático. Pero no hace falta ir hasta las antípodas para constatar los efectos del aumento de las temperaturas. Con las aguas más calientes del Mediterráneo, especies que hasta ahora se quedaban en el Mar Rojo cruzan por el Canal de Suez hasta nuestro mar, donde parece que se ha visto ya algún que otro tiburón tigre.

Son cambios en el mar que ponen en peligro su equilibrio y, por tanto, el equilibrio en el planeta, propiciados por la actividad humana y la contaminación. El Aquàrium acerca la problemática a los más pequeños con pruebas y actividades, que van desde alimentar a carpas koi a un juego interactivo para retirar basura del mar.
“Nos va la vida a nosotros; la Tierra seguirá ahí, aunque sea con otras especies”, ha avisado Bultó. Y precisamente este es el objetivo del Aquàrium, según él: fomentar el cuidado del mar a base de mostrar las maravillas que alberga: “Quien se enamora del mar, se enamora para siempre, y quien está enamorado de algo, lo cuida”. Así, pone el foco en los que serán los adultos del futuro: “Todavía estamos a tiempo de salvar los mares; todavía estamos a tiempo de salvarnos a nosotros mismos”.