El Vall d’Hebron Institut de Recerca (VHIR) redefine su modelo de innovación. Aunque parezca una palabra más relacionada con el mundo empresarial, los hospitales y los institutos de investigación también han tenido que hacérsela suya para poder hacer más efectivos todos los ensayos y publicaciones que desarrollan sus profesionales. Básicamente porque un científico puede saber mucho de probetas, pero no tiene por qué conocer también cómo se hace una cuenta de resultados o se buscan inversores. “Somos una factoría de conocimiento y tenemos que hacerlo llegar a la sociedad”, resume su director de Innovación y Desarrollo, Rafael Navajo.
En un momento de expansión tras estrenar una nueva sede, el VHIR ha decidido cambiar los mecanismos que lleva utilizando desde hace años para facilitar la traducción de aquello que se descubre en el laboratorio a fármacos y terapias que puedan ser utilizados por los pacientes. Después de haber probado modelos de innovación existentes en otros centros, de Estados Unidos o países nórdicos, como hacen la mayoría de centros, el instituto barcelonés ha optado por definir uno propio que se ajuste mejor a su realidad y poder así acompañar de manera más eficiente a sus científicos.
Desde el año pasado, han estado trabajando en identificar las necesidades y recursos que demandan sus investigadores para concretarlos en una guía de actuación que quiere ser más fácil, objetiva y proactiva, además de anticiparse a los problemas que puedan surgir. Para ello, la unidad de innovación del VHIR ha determinado tres fases en el proceso de acompañamiento de aquellos proyectos que escogen según su potencial de mercado y madurez. Una vez incorporados a su cartera, se patentan y se empieza a buscar cuál puede ser el mejor modelo de negocio y hacer las primeras pruebas de mercado. A todo esto, el investigador sigue enfrascado en sus ensayos y publicaciones.
Si supera la primera fase, comprobada su viabilidad técnica, económica, reguladora y de mercado, se pasa a desarrollar la estructura empresarial, con la mirada puesta en su futura comercialización. Aquí hay diferentes caminos, desde la constitución de una spin-off o empresa derivada hasta transferir la tecnología o cerrar acuerdos de licencia con terceras compañías.
Hasta ahora, la cartera del VHIR está formada por un total de 23 spin-offs, de las cuales 18 continúan activas, dos se vendieron y tres cerraron. Estas empresas han generado más de 70 puestos de trabajo, han captado 90 millones de euros y están valoradas en 500 millones de euros. La lista la forman compañías como Mimark, centrada en la detección precoz y precisa del cáncer de endometrio; Bsure Medical, que ha creado un biomarcador para la predicción de reacciones adversas en implantes mamarios; Endolipid therapeutics, que ha desarrollado nuevos tratamientos para la enfermedad del hígado graso, o Adan Medical Innovation, con el foco puesto en los cada vez más pacientes que sufren reacciones alérgicas.
Entre los grandes éxitos del instituto, están Mosaic Biomedicals y Modis Therapeutics. La primera empresa biotecnológica fue impulsada por los doctores Joan Seoane y Judit Anido. Centrada en el desarrollo de tratamientos innovadores y personalizados para el cáncer, se fusionó con la canadiense Northern Biologicals en 2016. La segunda fue el resultado del descubrimiento del doctor Ramon Martí (VHIR) y Michio Hirano (Columbia University) para una enfermedad mitocondrial. En 2019, Zogenix, compañía farmacéutica estadounidense líder en el desarrollo de terapias innovadoras para enfermedades minoritarias, adquirió Modis Therapeutics por 250 millones de euros.
Grifols, Roche, Genesis Biomed, Orion Pharma, Onalabs o Inkemia son algunas de las empresas con las que el VHIR ha cerrado acuerdos
Además de la cartera de spin-offs, el VHIR cuenta con más de 200 patentes y ha cerrado más de 200 acuerdos con empresas para licencias o desarrollos conjuntos de terapias. Grifols, Roche, Genesis Biomed, Orion Pharma, Onalabs o Inkemia son algunas de ellas. Actualmente, la unidad de innovación del Vall d’Hebron gestiona un volumen de 90 proyectos, con un equipo formado por 13 profesionales, entre los que se mezclan los perfiles científicos y empresariales.
Las spin-off del VHIR son de las que más recursos consiguen dentro del sector salud catalán, con más de 32 millones de euros entre los años 2020 y 2024, solo por detrás de los 68 millones del IRB Barcelona, según Biocat. El centro del Vall d’Hebron también se encuentra en las primeras posiciones en cuanto a ingresos por comercialización, con 1,5 millones de euros para el periodo 2020-2023, superado por el CRG y el ICN2.

Futuro espacio para startups
La nueva sede del VHIR se ubica en los terrenos de la antigua lavandería hospitalaria. Despachos, laboratorios e infraestructuras científicas como un ciclotrón se encajan en el edificio recién estrenado, que ha supuesto una inversión de más de 60 millones de euros. El espacio tiene capacidad para 600 investigadores y da servicio a los 2.000 trabajadores del instituto. Es una de las primeras piezas que se desencalla del complejo sanitario, inmerso en un proceso de ampliación y modernización, con un presupuesto global de 300 millones de euros para unas obras que se prevé tener terminadas de cara a 2030.
Hasta ahora, los investigadores del VHIR se repartían entre los edificios Mediterránea y Collserola del Campus Vall d’Hebron, separados entre ellos y con tan solo 4.600 metros para la plantilla del instituto. Con la nueva sede, se llega a los casi 17.000 metros cuadrados, lo que implica un crecimiento del 300% en la superficie destinada a la investigación dentro de las instalaciones del hospital universitario. Además, se duplica el espacio para los laboratorios, con más de 5.500 metros cuadrados. El grueso de investigadores del VHIR estará instalado en este espacio, pero algunos grupos, con hasta 200 investigadores, seguirán en el edificio Collserola, detrás del nuevo centro.
En una futura fase de desarrollo, la nueva sede del VHIR acogerá un hub de innovación, en el que se quiere que spin-offs, corporaciones biotech y farmacéuticas e inversores se instalen bajo un mismo techo, un modelo que se está expandiendo por la ciudad después de casos de éxito como los edificios Pier del Tech Barcelona o el Barcelona Health Hub. Estará en el mismo edificio, en una zona aún por construir, con más de 2.200 metros cuadrados. El instituto está trabajando en definir cómo será, con la previsión de tener el proyecto terminado este año y haber acabado las obras a finales de 2026.