Hace 11 años, Fira de Barcelona apostó por crear un salón sobre ciudades inteligentes, en un momento en que ese término sonaba un poco futurista y solo preocupaba a las grandes corporaciones. Con el apoyo de los ayuntamientos de Barcelona, L’Hospitalet de Llobregat y Sant Cugat del Vallès, el congreso se ha acabado convirtiendo en la referencia sobre innovación urbana a nivel internacional, después de que otros eventos similares en ciudades como Ámsterdam, Nueva York o Singapur no acabasen de cuajar. El Smart City Expo World Congress no solo lidera, sino que también se exporta por todo el mundo, yéndose hasta Estados Unidos, Brasil, Argentina, Qatar o China.
Después de la pandemia, cuando pareció que las ciudades entraban en crisis y todo el mundo quería huir a zonas rurales, el salón reivindicará el poder de las urbes, pero también abordará cómo hacerlas más amigables y cómo solucionar realidades que las ahogan, como la gentrificación y la masificación turística. Desde este martes hasta el jueves en Fira Gran Via, el Smart City Expo prevé contar con la participación de 800 expositores y recibir a más de 20.000 asistentes. Entre los más de 400 expertos internacionales que vendrán, estará la profesora de Matemáticas de las Ciudades en la University College London Hannah Fry o la profesora de Diseño Arquitectónico en la Universidad de Princeton Liz Diller. Destacada será la conferencia de Vitaly Klitschko, el alcalde de Kyiv (Ucrania), quien visitará el congreso para explicar cómo su ciudad se ha tenido que preparar tecnológicamente para sobrevivir durante la guerra con Rusia.
— ¿A qué nos referimos cuando hablamos de smart cities?
— Una ciudad inteligente es aquella que hace que sus habitantes tengan una vida mejor y más sostenible, y que gestione eficientemente sus recursos. En el mundo, no solo en Europa, cada vez hay más gente que vive en las ciudades y no en el mundo rural, lo que genera un estrés sobre los diferentes recursos disponibles: se necesitan carreteras y edificios, hay que llevar el agua, la luz, el gas… Todo esto no es fácil si no planificas y si no gestionas de manera muy eficiente lo que ya tienes. Un ejemplo básico, las tuberías: puedes perder perfectamente el 30% del agua que se mueve; en cambio, con soluciones inteligentes, puedes detectar dónde están las fugas, actuar rápido y dejar de perder el 30% del agua.
— El Smart City Expo ya ha superado la década. ¿Cómo ha evolucionado el concepto de ciudades inteligentes durante este periodo?
— En el Smart City Expo de 2011 se hablaba básicamente de tecnología y de aplicar sensores en todos lados. Se fueron desarrollando estos dispositivos que, en aquel momento, casi ni existían, pero luego, a la práctica, lo que se hizo fue poner al ciudadano en el centro. La tecnología se convirtió en un medio y no en un fin en sí mismo. Se pasó a pensar cómo la tecnología puede ayudar a las personas: no hay que poner sensores por el mero hecho de hacerlo, sino que realmente tienen que servir para mejorar nuestra calidad de vida y darnos oportunidades de desarrollo a las personas y de negocio.
— ¿Qué es lo que provocó este cambio de visión?
— Al principio, era una conversación que estaba muy liderada por grandes corporaciones como IBM, Telefónica, Siemens o Schneider Electric. Se dieron cuenta de que la tecnología se tenía que aplicar a nivel urbano porque los ciudadanos cada vez estábamos más tecnológicamente preparados, pero a las ciudades les costaba seguir. Era una iniciativa muy privada hasta que los ayuntamientos y los gobiernos se dieron cuenta de que era una tendencia imparable. Ahí es cuando tomaron el liderazgo y, en ese momento, se puso a la persona en el centro y se pensó cuáles eran sus necesidades. El ciudadano quiere poder interactuar con la administración de manera digital y quiere trámites mucho más rápidos, pero también quiere saber cuánto va a tardar el autobús en llegar o quiere pagar con una sola tarjeta todo el transporte público. Todo esto ahora lo damos por hecho, pero hace 11 años no era así. Y, evidentemente, hay otros lugares en el mundo en los que aún no se está aplicando.
— Y, ahora, ¿qué es lo que está por venir?
— Muchas de nuestras ciudades están pensadas para el uso de los coches. En la propia Barcelona, el 60% del espacio público está dedicado a ellos. Todo esto, en la ciudad inteligente del futuro cercano, va a cambiar. El espacio público se tiene que volver a recuperar para tener una ciudad mucho más amigable con las personas. A veces, son cosas tan básicas como volver al pasado. Antes, podíamos jugar en la calle y ahora es un poco complicado. Hay espacios en los que esto ya está pasando. Por ejemplo, aquí hay un caso muy evidente que es el de las supermanzanas, que se están mirando e imitando en otras ciudades del mundo. Times Square de Nueva York ha hecho un cambio muy fuerte y no deja de ser una gran supermanza, se inspiraron mucho en lo que vieron en Barcelona para hacerlo.
“El espacio público se tiene que volver a recuperar para tener una ciudad mucho más amigable con las personas”
— ¿La capital catalana cómo se posiciona en el ránking de ciudades inteligentes?
— Barcelona es un gran referente. La ciudad y su metrópolis tienen un tamaño y una idiosincrasia que es muy trasladable a otras urbes del mundo. Es decir, cuando ves que en Estocolmo se hacen soluciones de sostenibilidad, luego es más difícil que se pruebe en Colombia o en Delhi, porque hay una cultura y un tamaño de ciudad que hacen que no sea tan exportable. O, cuando ves grandes innovaciones en Shanghái con el uso masivo inteligencia artificial, está bien, pero no es fácilmente trasladable. En cambio, todo lo que hacemos en Barcelona es potente porque se puede exportar a otros lugares, por lo que es un gran ejemplo de implementaciones que acabamos viendo en otros lugares del mundo.
— El salón ayuda a la ciudad a ser un referente en este aspecto.
— Estamos acostumbrados a tener eventos muy importantes como el Mobile World Congress o el ISE, pero el Smart City Expo es un evento que hemos creado desde aquí, donde se va a quedar, y estamos consiguiendo que Barcelona sea la capital del mundo en ciudades inteligentes. Hemos visto como ha supuesto la creación de muchos puestos de trabajo en el territorio y como se está generando un efecto llamada, con la llegada de representantes de más de 700 ciudades de todo el mundo que vienen a reunirse con sus homólogos, pero también aprovechan para ver lo que pasa en Barcelona. Todo esto, hay que protegerlo, mantenerlo y animar a que sigamos creciendo.
— Después del Smart City Expo 2021, el primero presencial tras la llegada de la covid, ¿cómo se presenta esta edición?
— Volvemos a tener la participación de más de 20.000 personas que vendrán de todos los países del mundo, exceptuando de China, que sigue una política covid cero y no permite viajar. Para nosotros, esto tiene su impacto, porque teníamos mucha presencia china en el evento. Dicho esto, será una gran edición porque el sector sigue creciendo. La realidad es que, a medida que la población mundial vive cada vez más en ciudades, estas tienen que ser más eficientes y sostenibles, y la única solución es hacer que sean ciudades inteligentes porque si no el uso de los recursos se extrema y es complejo. La tecnología nos ayuda también en la gobernanza de las ciudades.
— Prevén acercarse a las cifras de participación prepandémicas.
— Sí, además de los más de 20.000 visitantes, habrá más de 800 expositores, más de 400 speakers y más de 100 site events. Son cifras parecidas a las de 2019. El mundo se vuelve a reunir en Barcelona para hacer un planeta más sostenible.
— La movilidad urbana es un ámbito que cada vez genera más negocio y discusión en las ciudades. En el salón del año pasado se estrenó un espacio dedicado exclusivamente a ello, ¿seguirá ganando terreno?
— En el marco de las ciudades inteligentes, hay diferentes ámbitos que son clave. Uno de ellos es la movilidad e hicimos un piloto con Tomorrow.Mobility en 2021. Este año ya es un evento a mayor escala, crece en tamaño y participación. También albergamos Puzzle X, un evento dedicado a los nuevos materiales, básicamente de contenido, y ahora se consolida. Además, en esta edición, pondremos el foco en el ámbito de la edificación, tanto inteligente como sostenible, con Tomorrow.Building. Ahora mismo, los edificios generan casi el consumo del 30-35% del CO2 en las ciudades. Tal y como la movilidad era un tema que había que tocar, con la edificación, pasa exactamente lo mismo. Si queremos vivir en un mundo mejor, más sostenible y habitable, hay que cambiar cómo hacemos los edificios, cómo se gestionan su eficiencia energética, cómo los utilizamos… Es un tema que es clave porque hay una necesidad, pero también hay una oportunidad. Existen muchísimos eventos de construcción en el mundo, pero nosotros queremos focalizarnos en cómo cambiar la forma de edificar.
“El Tomorrow.Mobility este año ya es un evento a mayor escala, crece en tamaño y participación”
— ¿En qué otros aspectos urbanos se puede incidir desde el punto de vista de la sostenibilidad?
— También pondremos el foco en la economía azul con Tomorrow.Oceans, con el apoyo del Ayuntamiento de Barcelona y del Port de Barcelona. Se trata de un sector muy grande, en el que hay una serie de eventos que hablan sobre la economía marítima. Pero todos sabemos que, a su vez, existen una serie de problemas, como las toneladas de plástico que hay en el mar. Aquí también hay una oportunidad, apoyándonos en el programa de Smart Ports, para hacer algo muy especial que no se realice en ningún otro sitio.
— ¿Por qué los edificios urbanos o la economía azul?
— Cuando existe un nuevo sector, tienes que tratar el contenido, del cual la mayoría son proyectos, powerpoints, ideas. Tienes que empezar a discutirlo para desarrollarlo, validar las hipótesis que se puedan tener y empezar a implementarlas. La base siempre es un congreso potente y, a partir de ahí, se irá desarrollando la aplicación y luego llegará al negocio, por lo tanto, la zona expositiva. Es lo que nos ha pasado con el Smart City Expo.