¿Debe apostar Catalunya por un futuro basado en la innovación y la industria de alto valor añadido? Si la respuesta a esta pregunta es afirmativa, existe un país en el corazón de Europa que nos puede dar muchas pistas de las políticas públicas que habría que impulsar para conseguirlo. Estamos hablando de Suiza, un estado confederal que ha hecho de la capacidad de consenso, de la cooperación, del ir todos a una y de una permanente capacidad de reinvención basada en una fuerte inversión en innovación aplicada, un auténtico modelo de éxito. Así, desde el año 2011, Suiza está considerado como el país más innovador del mundo, por delante de Suecia y Estados Unidos, según el ránking que elabora la Organización de Naciones Unidas para la Propiedad Intelectual (OMPI).
Quienes se han querido reflejar en este modelo son los empresarios de la fundación privada FemCat, que trabaja para conseguir hacer de Catalunya uno de los países más competitivos del mundo. Cada dos años, una misión integrada por una cuarentena de socios de la entidad viaja a un país del globo para conocer sobre el terreno los factores de éxito que le han llevado a ser excelente en un determinado ámbito. Se trata de identificar iniciativas, estrategias y políticas que podrían ser trasladables a Catalunya, lo que le permitiría ponerse las pilas, mejorar su posición competitiva en muchos ámbitos y no quedarnos atrás. Desde que empezaron estas misiones de benchmarking en 2006 han visitado países y regiones como Finlandia, Silicon Valley, Boston, Shanghái, Hong-Kong, Israel, Dinamarca, Baviera o Estonia.
En cada viaje, como también ha ocurrido este mes de octubre en la visita realizada a la Suiza romanda o de habla francesa, los empresarios de FemCat vuelven a Catalunya con una maleta llena de ideas y modelos inspiradores, pero lo hacen con una sensación agridulce y de cierta frustración. Les invade una mezcla de sentimientos que van desde la envidia (sana) por todo lo que han visto en el país que han visitado y la impotencia que supone tomar conciencia de que trasladar todos estos aprendizajes a Catalunya no es fácil, ya sea por el deficitario modelo de funcionamiento de la administración, por una estructura de articulación del Estado que no ayuda, un modelo de financiación perjudicial y unos partidos políticos que tienen otras prioridades o que se priorizan a sí mismos y no al país.
Aun así, FemCat y su centenar de socios —que representan a más de 500 empresas y el 8% del PIB de Catalunya— no desfallecen en su misión de ser una entidad propositiva que se arremanga para hacer que las cosas pasen y para conseguir influir en los gobernantes para que impulsen las reformas legislativas necesarias para mejorar la competitividad de la economía catalana y dotarla de las estructuras necesarias para poder sobresalir en el mundo de la empresa, las infraestructuras, el talento, la gestión pública de calidad y la educación y transferencia de conocimiento. Como hacen siempre después de cada viaje, ya se han puesto a trabajar para redactar las conclusiones de este nuevo ejercicio de benchmarking y hacerlas llegar en breve al Parlament y al Palau de la Generalitat.
“Tal y como ya comprobamos en el primer viaje que hicimos a Finlandia en 2006, los países de éxito son aquellos que están comprometidos con unos valores compartidos como son el consenso, la visión en común, la cooperación, la transparencia, la confianza, el compromiso con el largo plazo y el patriotismo”, reflexiona el empresario Joaquim Boixareu, presidente de Irestal, que fue el primer presidente de FemCat.
En la misma línea, Xavier Cambra, presidente del grupo Enciclopèdia Catalana, admite que “le cabrea” que cosas que ya identificaron en el 2006 aún no se hayan podido implantar, y se lleva como grandes aprendizajes de Suiza la cultura del consenso, el respeto a las minorías, la seguridad jurídica, la colaboración público-privada, el acompañamiento a la emprendeduría y un sistema de Formación Profesional totalmente alineado y conectado con las necesidades de las empresas. “Es un país que se sabe vender y que se cree las cosas”, añade, admitiendo que en Catalunya “tenemos mucho trabajo por hacer”.
The New Barcelona Post ha tenido la oportunidad de acompañar a la misión de FemCat en esta expedición suiza, que les ha llevado a visitar empresas, universidades e instituciones ubicadas en las ciudades de Ginebra, Lausana, Vevey, Neuchâtel y Basilea. La sede de Naciones Unidas, la Universidad Politécnica de Lausana (EPFL) y los headquarters de grandes grupos empresariales como Novartis y Nestlé han sido las principales paradas del viaje, junto con las visitas a los avanzados centros de producción de la firma de relojería Panerai y de importantes empresas de maquinaria como Bobst y Mikron.
Tal y como ocurrió en el viaje a Baviera, el eficiente modelo de formación profesional suizo —basado en las escuelas de aprendices— es el que más ha interesado a la delegación, que también ha quedado admirada por la capacidad de los cantones suizos de Ginebra, Vaud y Neuchâtel de tejer un ecosistema innovador que atrae talento y empresas de todo el mundo interesadas en aprovechar esta potente red para investigar y desarrollar nuevos productos y soluciones de alto valor añadido en ámbitos tan estratégicos como la farmacia, la salud y las ciencias de la vida; las energías renovables; la nueva movilidad; las ciencias computacionales (blockchain, IOT y cuántica); y la industria avanzada o 4.0 (automatización, nanotecnología, fotónica y microelectrónica).
“En Catalunya también tenemos muy buenos centros tecnológicos, de primer nivel, pero nos falta tejer una red neuronal que esté muy bien trabada y aglutine a todos los actores del ecosistema, como hemos visto que tienen en Suiza”, destaca Josep Lagares, consejero delegado de la empresa gerundense Metalquimia. En su opinión, en Catalunya tenemos muchos “compartimentos estancos” y lo que hace falta es justo lo contrario, incrementar las conexiones entre todos los agentes, especialmente entre la empresa y la academia. “Nos faltan transferólogos, es decir, personas que, como en el ecosistema suizo, conozcan muy bien cuál es la investigación que se realiza en las universidades y que se puede ir a vender a las empresas”, considera.
Se muestra totalmente de acuerdo con esta reflexión Xavier Fitó, de Semillas Fitó, quien asegura que aquí “no sabemos a qué puerta tenemos que llamar” para resolver determinadas necesidades de innovación. “Nos falta un organismo que ordene y visibilice toda la I+D que tenemos disponible”, explica.
Manel Xifra, presidente de Comexi, comparte totalmente esta idea y urge a crear en Catalunya una interfaz que una el mundo de la investigación y el de la empresa para que ambas partes puedan sacarle el máximo provecho. “Me alegro mucho de que en este viaje nos hayan acompañado también esta vez representantes de las universidades [UAB, UB, UPC y UPF]; pero me sabe mal que no hayan venido los sindicatos”, apunta Xifra, que ve muy urgente trasladar a Catalunya el modelo de formación profesional suizo y su clara apuesta por las escuelas de aprendices financiadas por las propias compañías, que son también las que definen, a través de las organizaciones empresariales los contenidos de los planes de estudios oficiales, que se actualizan cada cinco años.
Con un punto de indignación, Carles Cuyàs, consejero delegado de FredVic y presidente de la Fundación Impulsa, también se pregunta cómo puede que Catalunya no haya sido capaz todavía de adoptar un modelo formativo de éxito como el suizo, teniendo en cuenta la actual tasa de paro juvenil del 28% y de abandono escolar del 20%. “¡La solución ya existe! Ya la tienen implantada países como Suiza, ¿por qué no la tenemos aquí?”, se pregunta Cuyàs.
También escéptico se muestra Iban Cid, director general de Germark y expresidente del Gremio de la Industria y la Comunicación Gráfica de Catalunya: “El modelo de FP que hemos visto en Suiza es espectacular, pero la sensación de frustración es mayúscula, ya que creo que aquí es imposible poderlo aplicar por la forma como funcionan las cosas”.
Escuelas de aprendices en las empresas, un modelo de éxito
Las visitas a las fábricas de los fabricantes de maquinaria Bobst y Mikron son las que más dejaron boquiabiertos a los empresarios de FemCat. Ambas empresas disponen de su propia escuela de aprendices, en las que forman a alumnos a partir de los 14-16 años durante cuatro cursos, combinando las clases teóricas en la escuela del cantón (dos días a la semana) con las prácticas y el trabajo en la fábrica (tres días). Estos alumnos, que al finalizar obtienen un título oficial, no pagan por formarse en estas empresas, totalmente al revés, es la empresa quien les paga un sueldo, y los forma según sus necesidades para poder incorporarlos más adelante a su fuerza laboral. En todo momento, el itinerario formativo deja abierta la puerta a que los alumnos puedan decidir cursar también estudios universitarios para acceder a posiciones laborales aún más calificadas. Sin embargo, a diferencia de lo que ha pasado tradicionalmente en países como España, en Suiza estudiar FP no genera ningún tipo de estigma, todo lo contrario, es una de las opciones mejor valoradas socialmente.
Especializada en la producción de maquinaria de packaging flexible, Bobst es una compañía familiar fundada en 1890 con 19 fábricas en todo el mundo, 6.100 trabajadores y una facturación de cerca de 2.000 millones de euros en 2022. En el complejo productivo que tiene cerca de Lausana dispone de una escuela de aprendices en la que 180 alumnos aprenden hasta 16 tipos de oficios, desde mecatrónica a mecánica, pasando por diseño industrial o robótica. En el primer año, los aprendices cobran un sueldo de 650 francos (677 euros), cifra que aumenta hasta los 1.350 francos (1.400 euros) en el cuarto curso. Según Bobst, un 30% de los alumnos se quedan en la empresa una vez terminada la formación. El salario de entrada de la plantilla es de 4.000 francos (4.160 euros), aunque el sueldo medio se eleva a 7.000 francos (7.300 euros).
También con una historia centenaria y cotizada en Bolsa, Mikron, ubicada en el cantón de Neuchâtel, fabrica máquinas para la industria farmacéutica, automoción y gran consumo. En su fábrica de Boudry trabajan 500 personas, de las cuales el 10% son aprendices: alumnos de entre 16 y 20 años que cursan el denominado Polimecanic Education Program. El 18% son chicas. Durante los dos primeros años, los estudiantes van dos días a la semana a la escuela y tres a la fábrica, donde reciben formación por parte de profesionales de Mikron totalmente dedicados a esta labor. En el tercer y cuarto año se incrementan las horas que pasan en la empresa y el día de ida a la escuela se reduce a una o dos jornadas a la semana. Los alumnos, que cobran entre 600 francos el primer curso y 1.200 francos en el cuarto, realizan prácticas reales, produciendo piezas y componentes para el ensamblaje de máquinas que la propia escuela de formación vende a la empresa.
“Suiza tiene trabajadores altamente cualificados que no se quejan”, señalaba a la delegación de FemCat uno de los directivos de las empresas visitadas, una expresión que de nuevo apela al consenso generalizado que invade a la sociedad, pero también a otros elementos como el bajo nivel de sindicalización —en comparación a fábricas ubicadas en la vecina Francia—, la cultura de la meritocracia, la valoración individual por objetivos, el bajo nivel de absentismo, un mismo prestigio social para un fontanero o un ingeniero, y la austeridad que caracteriza a las sociedades de raíz calvinista.
La innovación, clave de la competitividad del país
“¿Cómo puede que Suiza pague uno de los salarios más altos del mundo [el sueño mínimo supera los 3.500 euros] y tenga uno de los costes de vida más elevados y, a la vez, ocupe el tercer puesto del ránking mundial en competitividad?”, se pregunta Lluís Cantarell, directivo catalán residente en Suiza que fue el número 2 mundial de Nestlé y que actualmente preside la farmacéutica Uriach. Según el veterano ejecutivo, “el factor de éxito del país es la innovación” y todas las estructuras que ha creado para fomentarla y sobresalir mundialmente en tecnología aplicada. “No es un problema de costes laborales —dice Cantarell—, porque estamos en un país que es muy competitivo, el tercero del mundo”, por detrás de Dinamarca e Irlanda según la clasificación de la escuela de negocios IMD, que sitúa a España en la posición número 36 de entre un total de 64 economías analizadas.
Los principales factores de competitividad de Suiza son, según IMD, sus infraestructuras tecnológicas y de investigación —el CERN de Ginebra es un gran ejemplo— y la eficiencia de su administración. “No es casualidad que Suiza, que no tiene mar, haya ganado en alguna edición la Copa América de Vela [con el equipo Alinghi]”, recuerda Cantarell, quien enfatiza que “el Gobierno suizo es el primer interesado en asegurar que la máxima innovación se haga en el país”.
Para ello, el Gobierno ha impulsado una política pública imbatible: cualquier proyecto de innovación y transferencia de conocimiento entre las universidades y las empresas puede recibir una financiación pública a fondo perdido de hasta el 50% a través de la agencia Innosuisse. La empresa promotora del proyecto debe financiar la otra mitad, aportando dinero (en un 10%) y la fuerza de trabajo (40%).
“El objetivo de esta medida es asegurar que la innovación se genere en Suiza, ya que esta innovación atraerá más talento y, en consecuencia, más innovación, generando un círculo virtuoso”, explica el empresario y socio de FemCat Jordi Cuixart, que ha logrado financiar a través de Innosuisse dos proyectos de I+D para incrementar el valor añadido de las máquinas de packaging que su empresa, Aranow, fabrica en Polinyà (Barcelona). El exlíder de Òmnium Cultural reside actualmente en la ciudad de Neuchâtel, donde ha constituido la filial Aranow International, dedicada a centralizar la innovación de su empresa, especializada en sistemas de envasado monodosis para la industria farmacéutica (el 70% de sus clientes), alimentación (10%), cosmética (5%) y nutricéutica (15%).
“Nunca renunciaremos a fabricar en Catalunya, pero hemos ido a Suiza para encontrar las mejores herramientas para añadir valor a nuestros productos para poder ser líderes mundiales en esta especialidad industrial”, argumenta Cuixart, que a través de Aranow ha tejido una red de 600 clientes repartidos en 80 países, con un volumen de facturación de 20 millones de euros. “Catalunya —añade— debe decidir si quiere ser un país industrial y de valor añadido. Suiza decidió que sí quería serlo y hoy su PIB industrial crece a doble dígito y se ha convertido en un referente en capacidad innovadora aplicada a la industria”.
La fuerza del modelo suizo se complementa con una firme vocación de colaboración público-privada que hace que se mimen no sólo a los investigadores de los centros de referencia mundial como la École Polytechnique Fédérale de Lausana (EPFL), sino también a las empresas que quieren invertir y desarrollarse en el país. Así, cualquier compañía que aterriza en Suiza interesada en formar parte de su ecosistema emprendedor y de innovación es acogida por las autoridades locales, que ponen a su disposición un programa de soft landing o de acompañamiento que se prolonga cuatro meses. Durante este período, se explica a la empresa todo lo que puede hacer el país para ayudar a desarrollar su proyecto, dándole información sobre los diferentes instrumentos de financiación, sobre los parques de investigación y aceleradoras que tiene a su alcance y sobre las universidades y grupos de investigación que encajan con sus necesidades.
Aranow Internacional ha sido una de las compañías que se han beneficiado de este programa de softlanding, que les ha permitido identificar a las empresas e investigadores que les ayudarán a llevar a cabo sus proyectos de innovación y abrir la filial de Neuchâtel, que ya suma cuatro personas dedicadas a la investigación.
La prestigiosa universidad politécnica de Lausana, la EPFL, en la que conviven más de 360 laboratorios de investigación y 12.500 alumnos y doctorandos de 130 nacionalidades, es el epicentro del ecosistema innovador del oeste de Suiza, que integra una alta densidad de centros académicos de alto nivel (EPFL, Unil, Université de Géneve, IMD…), seis parques de innovación con 18.000 investigadores, las sedes de empresas de referencia mundial, hospitales, startups y equipamientos tecnológicos como el CERN, el laboratorio de aceleración de partículas ubicado cerca de Ginebra. La región es conocida también como Health Valley, por la alta concentración de empresas farmacéuticas. La EPFL tiene como prioridades la investigación en ciencias básicas, cambio climático, neurociencia —se ha creado recientemente el Neuro X Institute– y nuevos sistemas inteligentes. También se vuelca en apoyar el emprendimiento y el nacimiento de spin-off disruptivas, con instrumentos como Blaze, una aceleradora que se ocupa de pagar, por ejemplo, el salario del fundador de la empresa durante los primeros seis o doce meses. La empresa Logitech, inventora del mouse, está considerada como el primer gran éxito surgido del campus de la EPFL.
Precisamente, durante el viaje, los socios de FemCat, encabezados por su presidente, David Marín y su directora general, Muntsa Vilalta, pudieron reunirse con Jordi Solà, un emprendedor catalán que después de estudiar telecos en la UPC ha cofundado una prometedora startup en Suiza, Aktiia, que ha desarrollado un dispositivo wearable, una pulsera, para controlar en todo momento la presión arterial. La empresa es una spin-off del Swiss Center for Electronics and Microtechnology (CSEM) de Neuchâtel, un centro de investigación que ejemplifica el secreto del éxito de la región: la capacidad de renovación, transformación e innovación permanente.
Neuchâtel: una revolución tecnológica fruto de la tradición relojera
Nacido en 1984, el CSEM es heredero de la larga tradición relojera de Suiza, una industria que se vio amenazada por los relojes electrónicos asiáticos y la crisis del cuarzo, pero que supo reinventarse apostando por el segmento del lujo, la alta tecnología y la exclusividad. En paralelo, se supo sacar provecho de esta experiencia en miniaturización, complejidad y precisión tan inherente a la fabricación de relojes para diversificar la industria del cantón, que hoy, gracias al CSEM, es un potente cluster mundial en disciplinas líderes como la microelectrónica, micromecánica, semiconductores, dispositivos de ultra bajo consumo, nanotecnología, fotónica, salud digital, fabricación aditiva, aeronáutica, automatización industrial y desarrollo de baterías y paneles solares, entre otros ámbitos. En Neuchâtel conviven también más de 60 empresas especializadas en blockchain.
Compañías como Lauener, que fabrica componentes de alta precisión para relojes y dispositivos médicos, o EM Microelectronics, que es la división que provee de componentes electrónicos a las distintas marcas del Grupo Swatch (Swatch, Omega, Tissot, Breguet, Hamilton… ), son buenos ejemplos de esta capacidad que ha demostrado Neuchâtel para apuntarse a las tecnologías de mayor futuro, basándose en técnicas herederas de una industria tradicional como la de la relojería, que ahora sólo tiene ya un peso del 20% en la industria del cantón. Muestra de esta diversificación es que el 59% de las exportaciones de Neuchâtel proceden ahora del sector farmacéutico, con grandes fabricantes instalados en la región como Bristol Myers Squibb, Johnson & Johnson, Takeda e Ichnos Sciences.
Otra gran empresa radicada desde hace casi 60 años en esta dinámica zona suiza es la multinacional tabacalera Philip Morris, que produce en Neuchâtel los cigarrillos de marcas como Marlboro, que vende en los países europeos. Sin embargo, la multinacional ha sabido aprovechar la revolución tecnológica vivida en el cantón, ya que ha sido en Neuchâtel donde ha desarrollado la tecnología IQOS, su sistema de consumo de tabaco sin combustión.
Otro caso que conoció de primera mano la misión de FemCat fue SemTech, también spin-off del CSEM, un fabricante de chips y semiconductores para el sector de Internet of Things (IoT). La compañía, que fue adquirida por un grupo estadounidense, ha desarrollado distintas tecnologías y soluciones que permiten conectar todo tipo de sensores y dispositivos para tener fábricas, ciudades y, en definitiva, un planeta más inteligente.
En Neuchâtel, estas empresas de fabricación avanzada conviven con los centros de producción de grandes marcas relojeras internacionales como Bvlgari, Tag Heuer, Zenith, Cartier, Swatch Group o Panerai. FemCat visitó la moderna factoría de esta última marca, propiedad del grupo de lujo Richemont, donde trabajan 225 personas —el 45% mujeres— que desarrollan hasta 50 oficios distintos vinculados a la producción de relojes. El consejero delegado de Panerai, Jean-Marc Pontroué, anunció a los empresarios de FemCat la próxima apertura de una boutique en el Paseo de Gracia de Barcelona, coincidiendo con la celebración de la Copa América de Vela, ya que Panerai es patrocinadora del equipo italiano.
El cantón de Neuchâtel, que actualmente preside el liberal Alain Ribaux, responsable también de su Departamento de Economía, cobra a las empresas un impuesto sobre los beneficios del 13,56%, y se apoya con instrumentos de promoción económica y de innovación como Microcity, que ofrece todo tipo de servicios a las empresas para favorecer la transferencia tecnológica e impulsar las startups. También tiene un programa para atraer talento internacional y favorecer la implantación en el cantón de empresas foráneas. Microcity, que dirige Jean Marc Brunner, trabaja en estrecha colaboración con la EPFL y con el CSEM, el citado centro de investigación aplicada, que suma más de 230 clientes al año, el 41% de fuera de Suiza.
Como muestra de la hospitalidad y el ambiente business friendly que impregna Neuchâtel, Ribaux obsequió a los socios de FemCat con una recepción en la sala de caballeros del icónico castillo medieval que preside la ciudad, situada a orillas de uno de los lagos más grandes de Suiza, entre las montañas del Jura y los Alpes. “Hay muchos links entre Catalunya, Suiza y Neuchâtel”, dijo el presidente del cantón, al que escuchaba atentamente Jordi Cuixart, uno de sus ciudadanos recién llegados. “Somos una de las regiones más dinámicas del corazón de Europa; hemos tejido un próspero ecosistema que, en buena medida, responde al éxito de nuestro modelo político descentralizado”, destacó Alain Ribaux.
Como viene siendo habitual en estos viajes de benchmarking, FemCat intenta reunirse con expatriados o con una representación de los miembros de la comunidad catalana de cada país que visita. En esta ocasión, su invitado estrella ha sido Pere Miró, ex alto directivo del Comité Olímpico Internacional (COI), al que sigue vinculado como asesor personal de su presidente, Thomas Bach. “Hay muchos catalanes ilustres en Suiza, todos llevamos a Catalunya en el corazón y la damos a conocer en todo el mundo”, dijo Miró, tras recordar que durante sus años en el COI ha visitado 167 países donde “siempre he dicho que soy y hablo catalán”. Nacido en Manresa hace 69 años, Miró lleva 31 residiendo en el área de Lausana, donde acudió por expresa petición de Juan Antonio Samarach después de que hiciera una muy buena labor en el comité organizador de los Juegos Olímpicos de Barcelona.
Pere Miró: “Hay muchos catalanes ilustres en Suiza, todos llevamos a Catalunya en el corazón y la damos a conocer en todo el mundo”
En este encuentro con FemCat, Miró estaba acompañado de Lluis Cantarell y de otros representantes de la comunidad catalana en el país, como Jordi Baylina (Polygon Hermez), el doctor Raimon Mirabell, Alfred Fenollosa (Nestlé), Jordi Serra (Federación Internacional de Tenis Mesa), Jaume Torres-Muricio (Fimed Group), Ivan Mariblanca (Canopé), Gabriel Boichat (delegado de la Generalitat en Suiza) o los profesores Anna Fontcuberta y Ferran Cáceres, de la EPFL.
“En este viaje, he tomado conciencia del valor que tiene el colectivo de catalanes que hay por el mundo; tenemos un capital humano esparcido de primera magnitud”, considera Ramon Alberich, director de la empresa Tade y presidente de la Cámara de Comercio de Sabadell.
De la misma opinión es Lluís Cantarell, que subraya que las personas “tienen una influencia mucho mayor de la que parece” en determinadas instituciones y, por eso, “cuantos más directivos catalanes haya por el mundo, mejor le irá a Catalunya”. En este sentido, el exdirectivo de Nestlé destacó lo decisiva que fue su apuesta personal por la fábrica de Girona para convertirla en una de las más importantes del mundo en el negocio del café. ¿Y qué debe hacer Catalunya para mejorar y aprender de Suiza?, preguntaron a Cantarell. “Escuchar y escuchar”, respondió, criticando que aquí cuesta que las administraciones atiendan a las necesidades de las empresas.
Un país que sabe a dónde va
En la animada conversación entre todos estos expats, se fueron repitiendo diversas ideas fuerza sobre las cualidades del país, como el espíritu de consenso, la seguridad jurídica, una administración eficiente y cercana al ciudadano, la descentralización —el poder está muy repartido entre el Gobierno federal, los cantones y los ayuntamientos—, el respeto por las minorías, el ejercicio de la democracia directa mediante continuos referendos y consultas, y las decisiones colegiadas. Cabe recordar que el Gobierno suizo está integrado por 7 ministros de 4 partidos diferentes que representan a tres grupos lingüísticos, la llamada magic formula, un modelo donde los grandes partidos políticos comparten el poder ejecutivo y que impera desde el año 1959.
“De Suiza me quedo con su espíritu de colaboración, todos quieren hacerlo bien y entenderse. Todos tienen una responsabilidad y se creen el país”, subrayó el experto en blockchain Jordi Baylina. El emprendedor Ivan Mariblanca destacó que la palabra clave que define al país es “la excelencia”. “El nivel de exigencia es muy, muy alto y, de ahí, deriva el fuerte grado de innovación que tienen”, dijo el fundador de la empresa de medición de la sostenibilidad digital Canopé. En la misma línea se expresó Cuixart: “Suiza es un país que sabe a dónde va”, y un ejemplo perfecto de “nación puntera capaz de tejer consensos a largo plazo”. “Los catalanes, sin perder el espíritu crítico, debemos reforzar nuestra autoestima, porque siempre tenemos la voluntad y el esfuerzo de querer progresar. Es un gusto ver cómo 50 empresarios participan con la máxima generosidad en misiones como la organizada por FemCat”, concluyó Cuixart.
Cuixart: “Suiza es un país que sabe a dónde va”, y un ejemplo perfecto de “nación puntera capaz de tejer consensos a largo plazo”
El grupo de empresarios ha estado acompañado en este viaje por el rector de la Universitat Politècnica de Catalunya, Daniel Crespo, y por otros representantes del mundo académico y científico de Barcelona, como Jordi Bosch (UB), Vanessa Daza (UPF), Mercè Segarra (UB), Rosa Maria Sebastián (UAB), Manuel Palacín (Tecnio) y Eduard Vallory (Bist).
En la sede de Nestlé fueron recibidos por el CEO de la multinacional de la alimentación en Europa, Marco Settembri, quien puso también el énfasis en la innovación como mejor vía para “hacer negocios, ganar en el mercado y conectar con el consumidor”. Su predecesor en el cargo, Lluís Cantarell, admitió que Nestlé “sin Suiza no se entendería” y destacó que, junto a la innovación, los factores de éxito de la multinacional han sido la apuesta por la tecnología y la calidad, la capacidad de anticiparse al mercado —como demostraron con el lanzamiento de Nespresso— y llevar puestas “las luces largas”, es decir, mirada al futuro.
El viaje acabó con una visita al campus de Novartis en Basilea —integrado por grandes edificios junto al Rin diseñados por renombrados arquitectos como Frank Ghery y Rafael Moneo donde trabajan 5.000 investigadores— y a las terminales de carga del EuroAirport, un aeropuerto situado en territorio francés, pero del que el Estado suizo es propietario del 50%. Ubicado en una zona fronteriza, este equipamiento da servicio no sólo en la ciudad de Basilea, sino también en la ciudad francesa de Mulhouse y a la alemana Friburgo.
El aeropuerto de referencia de la industria farmacéutica
En 2022, EuroAirport recibió 7 millones de pasajeros, el 58% gracias a easyJet, aerolínea que también enlaza con Barcelona, ciudad que representa el quinto principal destino de la infraestructura. Su objetivo es llegar este año a 7,9 millones de personas y seguir creciendo en transporte de mercancías. Se quiere pasar de las 114.000 toneladas transportadas en 2022 a las más de 150.000 toneladas en 2030 gracias al impulso y dinamismo de la industria farmacéutica. De hecho, gracias a ser el aeropuerto de referencia de grandes multinacionales como Roche y Novartis, este aeropuerto siguió creciendo en carga durante toda la pandemia. Los productos químicos y farmacéuticos acaparan el 47% del volumen que pasa por el aeropuerto, seguido de los equipos médicos (37%).
En las dos terminales de carga que dispone operan las aerolíneas DHL, TNT, Fedex, UPS, Qatar Airways, Turkish Airlines y Air Canada. Las naves están expresamente diseñadas para dar servicio a la industria farmacéutica, ya que disponen de instalaciones para poder conservar los medicamentos a una temperatura controlada de entre 15 y 25 grados —el 60% de la carga—, en frío (de 2 a 8 grados) o congelados (hasta -60 grados).
Y a partir de ahora, ¿qué? Se preguntaba el presidente de FemCat, David Marín, al finalizar el viaje. “Ahora toca hacer el trabajo, dar el empuje para que en Catalunya pasen cosas que antes no pasaban”, se respondió él mismo, recordando que la fundación que lidera es una iniciativa que trabaja en positivo y que busca la adhesión y la movilización de la sociedad civil para que Catalunya sea uno de los mejores países del mundo.