Una nueva isla del tamaño de 12 campos de fútbol está emergiendo a 45 kilómetros de la costa belga. Será la primera isla artificial energética del mundo, y la mayor infraestructura marina civil construida en alta mar en Europa. Lo hará como un proyecto transnacional que conectará los parques eólicos del Mar del Norte, con la voluntad de generar energía sostenible. En lugar de alzarse sobre un desierto de arena sobre el fondo marino, la infraestructura se ha concebido con la intención de que contribuya a generar vida marina. Para ello, el desarrollador del proyecto, el operador belga Elia, ha escogido a la startup barcelonesa Ocean Ecostructures para instalar su tecnología de bioregeneración, con módulos que reproducen las condiciones de arrecifes naturales y permiten crear ecosistemas complejos y resilientes en entornos afectados por infraestructuras vinculadas a la actividad humana.
“Haber sido escogidos para un proyecto tan grande y emblemático a nivel europeo nos aporta credibilidad y visibilidad, y acredita nuestra solución y nuestra potencia”, ha defendido Ignasi Ferrer, fundador y CEO de Ocean Ecostructes. La startup, fundada en 2021, se ha adjudicado un contrato por un valor de más de 1,2 millones de euros en una primera fase, en la que instalará 500 de sus módulos regenerativos en las esquinas de la infraestructura. Después de esta primera fase, “la idea es ir expandiendo el proyecto hasta alcanzar toda la isla”, cuya superficie alcanzará las seis hectáreas, equivalentes a 12 campos de fútbol.
El proyecto, desarrollado por Elia, está siendo diseñado y edificado por TM Edison, joint venture de las constructoras Deme Group y Jan De Nul Group. La isla, que estará operativa en verano de 2026, ejercerá como punto de interconexión eléctrica entre Bélgica, Reino Unido y Dinamarca. En concreto, la infraestructura se convertirá en un centro de transformadores compartido, que permitirá reducir el impacto respecto al que representaría que cada Estado pusiera en marcha sus propias instalaciones exclusivas. Como muestra de su magnitud, la llamada Princess Elisabeth Island incluirá instalaciones como puerto propio y una base para helicópteros.
Para instalar estos 500 módulos iniciales, Ocean Ecostructures ha trabajado para adaptarlos a las condiciones extremas del Mar del Norte, que nada tienen que ver con las de las infraestructuras en las que opera habitualmente, principalmente en puertos de aguas tranquilas y con diques de abrigo. Así, el proyecto implica nuevas condiciones para la empresa, y también la entrada por primera vez en el sector energético, lo que le permite ganar “visibilidad dentro de un ecosistema distinto”.
Con la visibilidad que ha ido adquiriendo desde su fundación en 2021 y a través de su tecnología única a nivel mundial, Ocean Ecostructures ha ganado músculo, y ha pasado de cerrar 2023 con una facturación de 100.000 euros a tener contratos firmados por valor de 2,2 millones. La startup, que ha entrado también en un programa del Nasdaq Entrepreneurial Center y opera desde el hub barcelonés de la aceleradora sueca Norrsken, dio entrada a su accionariado al Banco Sabadell, Ship2B Ventures e Inclimo Climate Tech a finales del año pasado, a través de una ronda de financiación de 1,6 millones de euros.
La plantilla ha crecido en paralelo, y ha pasado de los cuatro trabajadores iniciales a las 21 personas que serán en septiembre. El equipo, liderado por Ferrer junto a las cofundadoras Mireia de Mas y Anna Lloveras, está integrado principalmente por biólogos e ingenieros; los montadores y fabricantes son siempre locales, con la intención de reducir el impacto medioambiental evitando desplazamientos de materiales y personal. Con esta veintena de trabajadores, la plantilla actual podría volver a ampliarse en los próximos meses: la empresa está pendiente de varios proyectos relativos a infraestructuras tanto nacionales como internacionales, que valoran instalar la tecnología pionera de Ocean Ecostructures.
Esta tecnología incluye tanto los módulos de regeneración marina como su monitorización a través de drones submarinos con cámaras, sondas e IA, y la generación de informes en base a los datos recogidos. Estos datos concluyen que las más de 165 unidades que Ocean Ecostructures ha instalado ya en 22 puertos han generado 2.185 kilos de biomasa en un año, han evitado una tonelada de CO2 y contribuido a ganar un centenar de especies en el global de sus ecosistemas.
Con su tecnología, llamada Bio Booster System, la empresa aspira a generar un cambio de paradigma en el que las infraestructuras humanas pasen de ser “enemigas del mar, a ser regeneradores de la vida marina”. Dejar de restar para pasar a sumar, algo que la compañía ambiciona seguir llevando a más puntos a nivel mundial, y es que quiere alcanzar 20.000 infraestructuras marinas en 2030.