“El ferrocarril en ocasiones se percibe como un medio de transporte del siglo XIX y XX, pero es una de las grandes palancas de oportunidad para construir la ciudad del futuro”. Así ha arrancado la jornada Ferrocarril, ciudades y medio ambiente, en la que el consultor y socio de Harmon Pau Solanilla ha defendido que “esta tecnología del siglo XIX puede ofrecer grandes oportunidades para el siglo XXI”.
Solanilla ha participado en una mesa redonda de la jornada junto a la directora de la Fundació Catalunya Europa, Dolors Camats; el ingeniero industrial y consejero de Renfe en Ingeniería y Mantenimiento, Manuel Gómez Acosta, y la periodista de El Periódico especializada en infraestructuras Cristina Buesa. En la jornada, organizada por The New Barcelona Post con la colaboración de Renfe y la Fundació Catalunya Europa, Solanilla ha defendido que “las ciudades deben construirse sobre el trinomio de la competitividad, la sostenibilidad y la equidad, y el ferrocarril puede ayudar a maridar estos elementos y a conciliarlos en las ciudades”. Y es que, además de ser un medio de transporte sostenible que permite descarbonizar desplazamientos, también para mercancías, el ferrocarril aumenta la conexión para sumar competitividad a los territorios, e incentiva el ecosistema de innovación porque requiere tecnología para insertarlo en las ciudades inteligentes.
Además, el ferrocarril contribuye a cohesionar las urbes y disponer de “ciudades de 45 minutos”, que ponen al alcance de sus ciudadanos cualquier servicio en este lapso de tiempo. Y Solanilla ha ido más allá: el metro y el ferrocarril desempeñan un papel crucial en el abordaje de las dificultades en el acceso a la vivienda, ya que “articulan el territorio” y acortan distancias. “Incluso abre oportunidades que no pensábamos, como en la propia Estació de França. Cuando la Sagrera esté construida, ¿qué pasará con esta joya arquitectónica?”, se ha preguntado Solanilla, que ha mirado hacia París y a su ahora llamada Station F, una antigua estación reconvertida en un gran centro para startups e innovación.
Acosta ha cogido el guante de Solanilla y ha puesto en valor la contribución del ferrocarril en el desarrollo urbano y en la construcción de ciudades inteligentes y sostenibles: mientras que la movilidad representa un 25% de la emisión de gases de efecto invernadero, el tren no alcanza el 0,5%, ha destacado.
“El ferrocarril es un vector de movilidad sostenible”, ha defendido el consejero de Renfe en Ingeniería y Mantenimiento, que ha ensalzado la importancia de Rodalies como ferrocarril metropolitano: “De alguna forma, Rodalies es el metro de Catalunya”, según el también exdirector de Relaciones Institucionales del Grupo Alstom en Catalunya. En cuanto a Rodalies y a su traspaso del Gobierno central a la Generalitat, Acosta ha reivindicado la necesidad de abordarlo teniendo en cuenta a su personal: “No se puede hacer el traspaso de Rodalies sin contar con los trabajadores; se habla de tecnología e infraestructuras, pero no se debe olvidar a quienes mueven los trenes”.
“De alguna forma, Rodalies es el metro de Catalunya”, ha defendido Acosta
Buesa se ha expresado en el mismo sentido: “Los trabajadores son una pieza clave, como también lo son las infraestructuras, las instalaciones y el material móvil”. La periodista, que ha repasado el despliegue de la red de ferrocarril en Catalunya durante las dos últimas décadas, ha defendido que los ciudadanos apuestan por el transporte público si la oferta adecuada: “Si ofreces a la gente un transporte público fiable y accesible, tienes una alianza segura con ciudades mejores, más integradas y menos contaminadas”.
Combatir esta contaminación y la emergencia climática es clave, y el ferrocarril tiene un papel central en esta línea, según Camats. “Pero no lo estamos haciendo, o no lo estamos haciendo lo suficientemente rápido o lo suficientemente bien. Vamos por buen camino, pero nos falta darle ese empuje”.
La directora de la Fundació Catalunya Europa ha roto una lanza en favor de la participación ciudadana también en el ámbito del ferrocarril: “No es nueva la apuesta por la participación en el diseño de políticas; bien hecha, esta participación ha demostrado que ayuda a mejorar el resultado de las políticas públicas”.
Y Camats no sólo ha apostado por promover la participación ciudadana, sino también la de las ciudades en los debates globales. Y es que las urbes son generadoras de gran parte de los problemas de la actualidad, pero a la vez tienen la capacidad de resolverlos. En este sentido, Camats ha recordado el planteamiento del expresidente de la Generalitat Pasqual Maragall, impulsor de su fundación: “Las ciudades no deben gestionar sólo su espacio local, sino que deben ser actores globales”.