El Salón Náutico Internacional de Barcelona, organizado por Fira de Barcelona, en colaboración con la Asociación Nacional de Empresas Náuticas (ANEN), reúne desde hoy a 221 expositores y más de 700 embarcaciones, 182 de ellas en el agua, entre las cuales habrá 28 catamaranes y 14 candidatos a mejor barco europeo del año. La cita, que se prolongará hasta el 16 de octubre en el Port Vell, celebra su 60ª edición, conmemoración que contará con la presencia del rey Felipe VI en el acto de inauguración.
— El Salón Náutico llega a esta efeméride con la vista puesta en la Copa América de Vela, competición que se celebrará en Barcelona en 2024. ¿Lo ve como un revulsivo para el certamen que preside?
— Mucho más, será un revulsivo para el sector. Lo que trae la Copa América es innovación, que es lo que ha sabido entender la alcaldesa de Barcelona, Ada Colau. El análisis profundo de la tecnología que hay en un campeonato que es la Fórmula 1 de la vela se traslada luego a la industria. Lo que la Copa América traerá son nuevas ideas, nuevas tecnologías como que, por ejemplo, los barcos que acompañan a las embarcaciones que compiten son de hidrógeno y no tocan el agua… igual ese es el futuro. También despertará a la afición y tendrá mucha repercusión en América, donde se sigue con entusiasmo. En Estados Unidos se verá y muchos descubrirán una ciudad como Barcelona y seguramente tendremos más turismo americano, que es el que más gasta cuando viaja. La Copa América es un hito importante y se hará bien, porque estas cosas en España sabemos hacerlas bien.
— ¿Qué destacaría de la edición del Náutico de este año?
— Muchos aspectos: ganamos dimensión, aportamos innovación, apostamos por la sostenibilidad… Tendremos la muestra más importante de Europa de catamaranes, uno de los productos más demandados. Y, en barcos, tenemos 14 de los que aspiran este año a ser el mejor de Europa.
— En los años que lleva al frente del Náutico, desde 2009, el salón se ha trasladado al mar, ha ganado superficie y visitantes… ¿Qué objetivos tiene a futuro?
— Lo que tenemos que conseguir es que el que venda barcos aprenda que hoy en día hay que vender de forma diferente. Hace 30 años los barcos no se vendían, se compraban. Ahora lo que manda es el márketing y el Náutico es la mejor ventana de márketing para vender. Lo que tenemos que hacer como sector es una macro campaña que vaya dirigida a los compradores y a los políticos para concienciarlos de que la náutica no es un lujo. Se puede alquilar un barco por 100 euros al día, con capacidad para seis personas. Transmitir a los políticos y a los ciudadanos que está al alcance de todos, que navegar es fácil, que no es elitista. Si los políticos se enteran de esta, entonces nos quitaran el impuesto de matriculaciones, que es el único país de Europa que lo tiene y que es del 12% sobre el valor del barco. Por eso, para barcos de esloras grandes hay mucha compra fuera de España.
“La náutica no es un lujo, deberíamos hacer una campaña para concienciar a los compradores y a los políticos”
— ¿Qué les diría a quienes lo consideran un lujo, un hobby de ricos?
— Tener un buen coche también es caro y nadie dice que el automovilismo sea un deporte de ricos. En cambio, sí de la náutica. En España tenemos más de 200.000 embarcaciones y el 90% tienen menos de ocho metros. Es cómo si se compara un coche de Fórmula 1 con un turismo que circula por las calles. En la práctica de la náutica pasa lo mismo. Tenemos los grandes yates, pero lo habitual es la barca o la lancha, o barcos de pequeña eslora. España tiene muy buena afición a la náutica, no sólo por los 8.000 kilómetros de costa. Este año se han sacado 100.000 titulaciones nuevas y, con 6.000 matriculaciones más, quiere decir que hay 94.000 personas que no tienen barco, pero se han sacado el título. Y eso pasa por algo. Pasa porque alguien les ha invitado a subir a su barca, les ha gustado, aprenden, alquilan un barco, después compran uno de segunda mano y al final tienen un barco en propiedad.
— ¿De estos 94.000, muchos alquilan, pesa más que la compra?
— ¿Quién compra más barcos? Las empresas que alquilan. Son compañías que vienen al salón y compran. El mercado de alquiler representa el 35% del mercado náutico. Porque lo que ocurre es que el barco no se usa mucho. Un barco no dura cuatro años; un barco es para más tiempo porque de media se utiliza unos siete u ocho días al año. Por eso el propietario, si hace un buen mantenimiento, no tiene que cambiarlo cada cuatro años, como un coche.
— Las políticas de fomento de la sostenibilidad ¿afectan a la evolución del sector? Las limitaciones en la costa, los amarres… las administraciones locales están regulando… ¿Bien?
— Las calas de la costa española son pequeñas y caben los barcos pequeños, los grandes tienen que ir a las Baleares. Por ejemplo, en la Costa Brava sólo hay puertos en Palamós y Cadaqués. La política de los ayuntamientos, en general, de colocar boyas para limitar el espacio obliga a los barcos a quedarse fuera, eso impide que atraquen allí. Esto hay que solucionarlo; no tiene mucho sentido.
— ¿Cómo se puede solucionar?
— Lo que deberían poner en lugar de boyas son muertos, para que actúen como anclas de gran peso para amarrar los barcos a más distancia de la costa. Pero es cierto que el amarre en las costas se está transformando en un problema. Como también lo son los campos de boyas. Los usuarios o propietarios de barcos se quejan del aumento del coste de las boyas porque muchas concesiones se han tenido que renovar y han subido mucho los precios. Entonces, ¿por qué el usuario no busca un puerto? Sería lo mejor, porque amarrar en una boya, si no se hace bien y en el lugar adecuado, se perjudica el fondo del mar y se destruye la posidonia. Estaría muy bien que los alcaldes y los ministros supieran algo de náutica, o se asesoraran, antes de regular según qué cosas.
— Entonces, la solución es poner el barco en un buen puerto.
— En un puerto, o en una marina seca, que es el futuro. Es cierto que la marina seca es más cara, pero alarga la vida útil del barco, ya que cuando el barco entra en la marina pasa por un proceso de limpieza y mantenimiento antes de colocarlo en su plaza y, una vez allí, ni le da el sol, ni se rajan las tapicerías, ni se ensucia la cubierta por las heces de las gaviotas, ni se pone el caracolillo en el motor; el barco dura más. Tiene que cambiar la cultura de este país, porque, además, si crece más la venta de embarcaciones que el desguace de embarcaciones, tendremos un problema de espacio para tener los barcos. Tendremos que hacer algo para absorber el crecimiento de seis o siete mil barcos más al año, porque no vamos a tener más puertos; habrá que construir más marinas secas y rampas para sacar el barco y trasladarlo.
“El crecimiento del sector propiciará la construcción de marinas secas, ante la falta de nuevos puertos”
— ¿Cómo evoluciona el sector en España?
— Ahora hay mucha incertidumbre sobre qué pasará con la economía y el consumo, que nos marca mucho, como a todos los sectores que no son de primera necesidad. En los últimos años, se ha recuperado el mercado, pese a la covid, y ya estamos algo por encima de las cifras de 2019, pero el auge se registró en 2007, con 12.600 matriculaciones anuales; ahora estamos sobre las 5.200 unidades (a cierre del tercer trimestre del año).
— El Salón Náutico es el punto principal de venta del sector, ¿básicamente para el cliente español?
— Sí, tenemos mucho más visitante español que internacional. Es natural, porque en Europa hay varios salones y nosotros somos el cuarto en importancia. Aunque sí tenemos mucho visitante francés, italiano y algo de alemán.
— ¿Puede escalar posiciones el Salón Náutico, entonces?
— Barcelona está entre los Top fifth. Seguiremos ganando dimensión, con un producto de menos de 20 metros, con una economía que tire, que no caiga en recesión. El mercado está bien repartido en Europa. El principal salón es el de Dusseldorf, porque ofrece las grandes esloras y va dirigido a inversores con gran capacidad; el segundo es Génova, que es donde se centra el diseño; el tercero es Cannes, que se caracteriza por ser una zona con mucho viento, y el cuarto, el Náutico de Barcelona. Hay otros por detrás, como La Rochelle, Mónaco… pero no compiten con el mismo producto.
— También en temas de sostenibilidad, el Salón aborda la innovación.
— La sostenibilidad va sí o sí y tiene sentido, mucho sentido. Tenemos 15 startups que se van a dedicar a presentar productos que hagan más amable el fondo marino, para eliminar los desechos; otras para que el manejo del barco sea más sencillo, más seguro, hay que tener en cuenta que el 85% de los siniestros que se producen en náutica se dan en los puertos porque es muy difícil frenar un barco. Todas las propuestas más innovadoras se recogen en el Innovation Dock, con las propuestas más disruptivas en el ámbito de la digitalización y la náutica respetuosa con el medio ambiente y se exhibirán diversas embarcaciones eléctricas, híbridas y de hidrógeno.
— Pero, ¿los barcos eléctricos estarán al alcance del comprador?
— Seguro que llegarán, pero va lento, tendremos que esperar 15 años para que sea algo masivo. En Palamós, por ejemplo, se ha hecho la remodelación del puerto y de las 600 plazas, se han puesto ocho para eléctricos, porque de momento pasa como con los coches, no hay infraestructura que apoye la compra de un eléctrico. El precio no será un problema, como tampoco lo es para los coches. Queda aún mucho por hacer en el tema de las baterías, sobre su peso, autonomía y el hándicap de que están en el mar, con agua salada.