Barcelona, que es una ciudad rica en ideas, ha producido poca documentación sobre los interiores de manzana del Eixample. No hay muchos proyectos ni planes publicados sobre los patios de manzana. He encontrado algunos documentos académicos interesantes, como proyectos de final de carrera (merece la pena destacar el de Marta Cos Espuny) y tesis doctorales (imprescindible la de Xavier Solsona sobre las galerías) en la biblioteca en línea de la Universitat Politècnica de Catalunya. Me han gustado estos dos trabajos porque, releyéndolos, me he reconocido en ellos.
Cuando tenía que elegir un tema para hacer mi Proyecto de Final de Carrera me obsesioné con los interiores de manzana y llegué a entrevistar a responsables de las obras del AVE en Barcelona (entonces en construcción) para que me orientaran sobre una idea loca que tenía: que el tren de alta velocidad tuviese una estación de enlace con los ferrocarriles de FGC en el centro de Barcelona, concretamente, en el interior de manzana que hay en Mallorca con Rambla Catalunya, comunicada con la estación de Provença. Un responsable de la infraestructura me atendió con amabilidad, pero también fue una reunión muy instructiva: era una idea académica que no tenía ningún recorrido en el mundo real. Fue un buen aprendizaje. Que las ocurrencias no conjugan con las decisiones políticas, y que era mejor elegir otro tema si no quería hacer el ridículo desarrollando una idea que no entraba en los planes de ningún ministerio, departamento o agencia pública. Una buena cura de humildad.
Pero han pasado los años y me siguen fascinando los patios de manzana del Eixample. Como decía al principio, en Barcelona siempre se han hecho muchas inversiones en las calles del Eixample, pero prácticamente no se ha invertido (o no se ha podido invertir) en los interiores de manzana. Sin ir más lejos, el libro Urbanisme a Barcelona, publicado por el Ayuntamiento en 1999, indica que hasta ese año se habían rehecho completamente calles como la Gran Via, Aragó, Passeig de Sant Joan o los tramos orientales de Provença, Rosselló, Còrsega o Marina. Y, hasta 2004, estaba prevista la remodelación del Paseo de Gràcia, Avenida de Roma, Carretera de Ribes… Por aquel entonces, se hacían las obras para facilitar el tráfico, mientras que ahora vuelven a hacerse obras en las mismas calles para que ocurra justo lo contrario (Balmes, Consell de Cent, Diagonal, Paseo de Gràcia, etc…).
Estas reurbanizaciones también tuvieron un impacto económico positivo. Según la misma publicación, “en 1995 la inversión privada en rehabilitación en el Eixample era de 1,957 millones de pesetas. En 1998 ha sido de 4.500 millones de pesetas”. Es decir, que el gasto público en la mejora del aspecto de las calles logró movilizar los ahorros de los propietarios de los edificios vecinos para que invirtieran en la mejora de las fachadas. Entonces, la ciudad firmaba convenios con promotores y operadores privados que cedían parte de su propiedad como espacio público, porque confiaban en que la mejora de la calidad de vida del entorno también les ayudaría a vender los pisos reformados. Así se pudieron recuperar varios interiores de manzana del Eixample. Hasta la invención de AirBnB, la cosa funcionó de forma bastante lineal. Me temo que si ahora el Ayuntamiento llama a la puerta de un propietario para que le ceda el patio de la planta baja, será necesaria mucha mano izquierda para obtener cesiones de este tipo. Pero, ¿alguien lo está intentando?
No parece que el nuevo Plan Director Urbanístico vaya a incluir alguna fórmula para que la ciudad de Barcelona o municipios metropolitanos puedan reactivar los interiores de manzana. Entonces, sólo queda la vía de los incentivos. ¿Qué haría que los propietarios de las tiendas o restaurantes del Eixample se animaran a abrir sus parcelas hasta el fondo y permitir a los peatones entrar en el interior de manzana? La mayoría de patios están bastante nivelados y serían lugares perfectos para bajar unas horas con las criaturas o los abuelos, en un barrio donde hay pocos parques. Si hablamos de optimizar recursos, no tiene sentido que el 30% de los 700 habitantes de una manzana del Eixample que no trabajan cada día (niños, personas mayores, personas enfermas o desempleadas) no puedan ni bajar un rato a tomar el sol en los patios interiores que ven todos los días desde las galerías. Los interiores de manzana ya están hechos, basta con inventar maneras de acceder a ellos.
Entreteneros un rato a mirar por Google Maps qué hay en medio de las islas del Eixample. Hay aparcamientos al aire libre, piscinas, pistas deportivas, iglesias, palmeras… y muchísimas azoteas a la catalana alicatadas o patios completamente áridos, donde no hay ni una silla ni un triste arbusto.
No tiene sentido que el 30% de los 700 habitantes de una manzana del Eixample que no trabajan cada día (niños, personas mayores, personas enfermas o desempleadas) no puedan ni bajar un rato a tomar el sol en los patios interiores que ven todos los días desde las galerías
Quizás el error es pensar que vivimos en una época de abundancia y que algún día el Ayuntamiento tendrá dinero para expropiarlo todo. Es una excusa muy cómoda para ir posponiendo las intervenciones. En mi opinión, no se trata tanto de derribarlo todo como de abrir lo que ya existe. Limitarse a permitir que los caminantes lleguen al fondo de las parcelas. Animar a los propietarios que quieran ajardinar su parcela, a cambio de permitir las visitas durante algunas horas. Costaría poco dinero, y tendría mucho éxito.