Manifesta dejará legado. La bienal de arte contemporáneo apostó por mirar más allá de Barcelona en su edición de este año y abrió las puertas de espacios metropolitanos como la Casa Gomis, una joya racionalista amenazada por la ampliación del Aeropuerto de Barcelona. Desconocida para la gran mayoría, los visitantes se adentraron en un oasis ubicado en pleno espacio natural de la Ricarda, con los aviones interrumpiendo constantemente, haciendo temblar el suelo y llenándolo todo de ruido cada pocos segundos.
Tras el éxito de Manifesta, el Ministerio de Cultura ha decidido adquirir el inmueble para abrir un centro cultural y crear un programa estable de visitas. Se amplía así el uso que ha tenido hasta el momento. Más allá de la bienal, anteriormente, el Ayuntamiento del Prat de Llobregat organizaba periódicamente visitas guiadas. Acompañado por una de las descendientes de la familia Gomis, los propietarios del espacio, el ministro Ernest Urtasun ha defendido que la compra tiene “únicamente el objetivo de garantizar la preservación de una joya patrimonial”, sin entrar a valorar cómo puede afectar a los planes de ampliar el aeropuerto, desde hace tiempo congelados.
La operación se ha cerrado por un importe de 7,2 millones de euros. El Gobierno, junto con la Generalitat y el Ayuntamiento de El Prat, empezarán ahora un proceso para definir cómo será la gestión de la nueva etapa en la Casa Gomis. Obra del arquitecto Antoni Bonet, se construyó en 1957 en una finca de gran extensión situada junto al mar, en medio de un pinar, hoy protegido urbanísticamente por la Red Natura 2000. Su elemento más característico es una bóveda de gran tamaño que sirve de cubierta y reinterpreta la histórica y tradicional bóveda catalana. Encargo del matrimonio formado por Ricardo Gomis e Inés Bertrand, el espacio sirvió como refugio para artistas como Antoni Tàpies, Joan Miró, Joan Brossa y John Cage durante la dictadura. En 2021, la Generalitat la declaró Bien Cultural de Interés Nacional.