El tráfico aéreo continúa bajo mínimos por la crisis provocada por la pandemia y los aeropuertos siguen desiertos, con pocos pasajeros por sus pasillos y pocos aviones despegando. La ausencia del trasiego de antes, con el ir y venir de millones de viajeros, no detiene los trabajos en el Aeropuerto de Barcelona, que acaba de terminar las obras para reformar el ala sur de la terminal T1, que empezaron a finales de 2018.
Con una inversión de más de 48 millones de euros, los trabajos ejecutados han permitido reconvertir un espacio originalmente destinado a vuelos regionales para dar cabida a aviones de grandes dimensiones, que permiten operar rutas intercontinentales. Cuando la T1 se abrió, en 2009, había muy pocos vuelos de este tipo, pero el crecimiento que ha registrado la infraestructura ha cambiado la situación. Diez años más tarde de su inauguración, el Aeropuerto de El Prat conectaba con 47 destinos en América, Asia, África y Oriente Medio, representando el 70% del tráfico total.
Según ha explicado la directora del Aeropuerto, Sonia Corrochano, en una visita al nuevo dique sur de la T1, la reforma ha consistido en sumar cinco nuevas posiciones de contacto para este tipo de aeronaves, con un tamaño superior al que tienen los destinados a vuelos regionales, pasando a tener un total de 13 posiciones. Asimismo, se han construido cuatro nuevas prepasarelas de embarque y se ha ampliado una quinta, todas ellas equipadas con pasarelas móviles, los fingers, que permiten una conexión más rápida y cómoda.
Por otro lado, esta zona de la T1 ha ganado dos plantas más, que permitirán separar el flujo de diferentes tipos de pasajeros. El nivel inferior, el que ya existía antes de las obras, estará destinado a los pasajeros de salida y llegada de vuelos nacionales y provenientes del espacio Schengen. Los viajeros de fuera del espacio Schengen estarán en la segunda planta, que será para las llegadas, y a la tercera, para las salidas. En este último nivel también se ha habilitado un espacio para hacer controles a las personas que quieran ir hacia Estados Unidos.
Corrochano ha enmarcado estos trabajos en la adaptación que se está haciendo en la infraestructura para convertirla en un hub intercontinental y no ha dejado de recordar la ampliación que hay que encarar para asegurarlo. Esta cuestión provoca divisiones desde hace años entre Aena, la Generalitat y los ayuntamientos limítrofes, sobre todo, por las afectaciones que puede tener en las poblaciones de Castelldefels y Viladecans y en el espacio protegido de La Ricarda. La directora del Aeropuerto ha insistido en que es urgente encontrar una solución que permita ganar más capacidad, tal y como hizo hace unas semanas el presidente de Aena, Maurici Lucena.