Operarios Alinghi Red Bull Racing
Preparativos en la base del Alinghi antes de salir a navegar.
DENTRO DE LA COPA DEL AMÉRICA

Alinghi: el equipo que llegó el primero a Barcelona y más conoce su mar

Los suizos se instalaron aquí pocos meses después de que se anunciase que la Copa del América se celebraría en la ciudad, pudiendo así entrenar en sus aguas desde hace años, lo que les ha permitido superar problemas a pocos días del inicio de la regata

Hubo un equipo que tuvo que venir pronto a Barcelona porque, básicamente, no tenía mar donde poder entrenar. Fue el equipo suizo, el Alinghi Red Bull Racing, con sus regatistas ya metidos en el mar de la ciudad desde mediados de 2022, pocos meses después de que se anunciase que los organizadores de la regata habían escogido a la capital catalana como sede para su nueva edición. De manera progresiva, fueron llegando los 150 miembros que forman el equipo. “Fuimos los primeros y lo tenemos todo aquí. Estamos acostumbrados al viento, las olas y el entorno. Para nuestro día a día, nos va bien conocer la ciudad y no haber llegado tarde. Nos sentimos, básicamente, en casa”, cuenta uno de los miembros del equipo de diseño, Joseph Maguet, “con suerte, habrá otra Copa del América aquí, nos gusta mucho Barcelona”.

Base Alinghi Red Bull Racing Maremagnum
La base de los suizos se encuentra en el espacio que antes ocupaban los Cinesa del Maremagnum.

Puede que ese sea el secreto que les ha permitido sortear los problemas que han tenido con su mástil, que se rompió en junio y sufrió una avería a pocos días de empezar la regata preliminar. Eso se traduce en muchas horas de trabajo sin descanso, hasta noches sin dormir, para el equipo de diseño, formado por unos 40 trabajadores, siempre con el objetivo de que el barco pueda volver al agua lo más pronto posible. También les ha servido para acostumbrarse a un clima que se hace duro para los que vienen de Suiza o, en el caso de Maguet, de la Bretaña francesa. Una cuestión que también está presente a bordo, teniendo que asegurar que ningún sistema electrónico se calienta demasiado y todo se mantiene suficientemente frío durante las regatas. Tampoco hay que olvidarse de esto cuando se piensa en los ciclistas que mueven una embarcación que no tiene motor, con una fuerza constante que consigue velocidades que quitan el hipo.

Maguet ya conocía España y su calidad de vida después de haber venido de Erasmus hace años a Valencia. En el Alinghi desde hace tres años, ahora vive en el Poblenou y cuando tiene algo de tiempo libre el fin de semana aprovecha para irse a la playa a practicar windsurf o wing foil. Durante la semana, cuando acaba de trabajar sobre las siete, prefiere ir a practicar boxeo. Pero, para eso, primero tiene que empezar a trabajar a las 8 de la mañana, con reuniones y encuentros con los regatistas para resolver dudas sobre su barco AC75, nombre que viene dado por su longitud, unos 75 pies, lo que equivale a unos 23 metros. Luego, cuando ellos se van al agua y se iza la bandera suiza —una norma que hay que cumplir cada vez que el barco no está en la base—, él se queda enganchado al ordenador para ver cómo funciona la embarcación y analizar toda la información que genera en tiempo real. Cuando vuelven, sobre las cinco de la tarde, toca ir a verlos por si algo ha fallado o se tiene que reparar.

Barco AC75 Alinghi Red Bull Racing
El barco del Alinghi a punto de salir al agua.

Antes de que la embarcación acabase su construcción en Suiza, Maguet, ingeniero de estructuras, se dedicó a calcular cuanta fibra de carbono podía poner en cada parte del barco, para garantizar que fuese ligero pero también fuerte. Cuando el AC75 llegó a Barcelona el pasado marzo, su principal tarea ha sido mejorar lo máximo posible sus prestaciones, añadiendo nuevas funcionalidades o haciendo que fuera aún menos pesado. Trabajar para equipos de vela como el Alinghi fue la manera que encontró Maguet de unir la pasión que tenía desde que era niño por navegar con la tecnología, sumergiéndose en el mundo de la ingeniera marítima. No solo tiene claro cómo funcionan los barcos de la Copa del América sino que consigue simplificar los motivos de algo que parece tan imposible, por mucho que se vea estos días, como que los barcos vuelen: “La pregunta no es, por qué vuelan, si no, por qué queremos que vuelen. Vuelan porque lo que evita que el barco vaya más rápido es la fricción con el agua, así que solo queremos estar en el aire para evitarlo”.

El día a día de los diseñadores del Alinghi coincide en parte con el de los regatistas, pero ellos se despiertan un poco antes. Así lo cuenta uno de los integrantes del equipo juvenil, Joshua Richner, quien vive este año su primera Copa del América, un mundo completamente nuevo para él, acostumbrado a la náutica más clásica, y más movida, pasando ahora a tener que concentrarse apretando botones para dirigir bien la embarcación en su posición de timonel. Viene de la pequeña ciudad de Murten, en el cantón de Friburgo, con un lago en el que empezó a navegar cuando tenía seis años. Cuenta cómo las primeras victorias del Alinghi, en los años 2003 y 2007, despertaron el fervor náutico en Suiza, que se convirtió en el primer país europeo en conseguir el histórico trofeo. “Formo parte de esa generación. Fue algo muy gordo, todo el mundo hablaba de ello”, señala.

Equipo Alinghi Red Bull Racing
Joshua Richner y Joseph Maguet con el AC75 a sus espaldas.

Él no está a su aire como Maguet en el Poblenou, sino que comparte piso con sus compañeros en un apartamento en plaza Catalunya. Con edades que van de los 21 a los 24 años, reconoce que se siente como si estuviera en un piso estudiantil, aunque asegura que no tienen tiempo para fiestas. Tienen la mirada puesta en la competición, que, en en el caso del equipo juvenil, empezará el 17 de septiembre y acabará el 26 de septiembre. “Puede que hagamos fiestas cuando consigamos nuestras metas. Ahora estamos demasiado cansados y nos quedamos en casa”, explica.

Richner y los otros ocho integrantes del equipo juvenil, seis chicos y tres chicas, llegan sobre las siete y media de la mañana a la base del Alinghi, ubicada donde antes estaban los Cinesa del Maremagnum. Desayunan en la cantina, donde coinciden con los regatistas más mayores, a quienes no dudan en dirigirse para preguntarles cualquier cosa. La cantina está justo detrás de la zona de hospitalidad que se ha habilitado en la primera planta del edificio, con cafetería incluida, donde hace unas semanas unos cuantos miembros del Alinghi se reunían para ver las pruebas de vela de los Juegos Olímpicos y se lamentaban cuando veían caer a sus compatriotas. En esa primera planta también está el gimnasio, mientras que, en la planta baja, están las oficinas, cerradas a cal y canto para los visitantes externos.

Televisión base Alinghi Red Bull Racing
Miembros del Alinghi siguiendo una competición de vela durante los Juegos Olímpicos de París.

Después de desayunar, tocan las reuniones con los entrenadores para preparar el día. Para salir al agua al mediodía, hay que ayudar primero a preparar el barco, un AC40, con una longitud de 40 pies (unos 12 metros), más pequeño para los equipos de jóvenes y de mujeres en comparación con los de hombres. Se saca de la nave donde se guarda, se coloca el mástil y se maniobra para llevarlo al agua. Entonces, cuatro horas en el mar en los días buenos, no solo con crema solar y casco, sino con manga larga para evitar pasar demasiada calor y perder energía. Porque el viento despista y da la sensación que se está a menos grados, pero el sol pica. A la vuelta, se guarda el barco y se analiza qué se ha hecho bien y qué se ha hecho mal, con la mirada puesta ya en qué hacer al día siguiente.

Instalado en Barcelona desde principios de junio, lo primero que hizo Richner cuando llegó fue irse a comprar una bici de segunda mano para moverse por la ciudad. Muchas veces tienen problemas para solucionar cuestiones rutinarias como ir al peluquero. Por eso les ayuda estar justo delante del Maremagnum, de donde se suele ver salir a miembros del Alinghi, uniformados y cargados con algo para comer. “Es muy práctico estar aquí para comprar cosas porque los días en la Copa del América son largos y es difícil conseguir lo que necesitas”, expone el regatista. Como asegura que no son mucho de fiestas, como buenos deportistas, los pocos ratos libres que tienen se ponen a entrenar, ya sea en el gimnasio que hay en la misma base o jugando a pádel en la Barceloneta. También en una pista de tenis que han encontrado por Montjuïc: “Aunque no me haga falta para la competición, entreno porque estoy convencido de que estar en buena forma física es también bueno para la cabeza”.

Terraza Alinghi Red Bull Racing
En la Copa del América, los días son largos y se desayuna y come en la base.
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