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Anna Mir Sergi Romera Roger Torrent Anna Majó
Anna Mir (Ineos Britannia), Sergi Romera (Port de Barcelona), el conseller Roger Torrent y Anna Majó (Barcelona Activa). © Marc Llibre

Barcos que vuelan gracias a ciclistas

La ingeniera catalana Anna Mir (Ineos Britannia) explica cómo son las embarcaciones que competirán en la Copa del América en la tercera sesión del ciclo organizado por 'The New Barcelona Post' para dar a conocer la regata

Pocos se imaginarán que, para mover un barco, lo que hacen falta son ciclistas. Cuesta creerlo, pero así se verá en la Copa del América, la regata de la que tanto se habla en la ciudad y para la que cada vez queda menos. En el interior de sus barcos, hay ocho tripulantes, la mitad de los cuales se dedican a pedalear para generar la energía suficiente para mover las velas. Antes se hacía con los brazos, pero alguien se dio cuenta de que las piernas tenían más fuerza y ganó. En una competición deportiva en la que cada detalle importa para ser el vencedor, y más si lo hace el rival, pronto acabaron siendo todos los equipos los que incorporaron esta innovación, como tantas otras que se van adoptando edición tras edición. 

Bien lo sabe la catalana Anna Mir, ingeniera del Ineos Britannia, con una plantilla de 200 trabajadores, la mitad en Barcelona y la otra en Reino Unido. Graduada en Ingeniería Aeronáutica en la Universitat Politècnica de Terrassa (UPC) y habiendo navegado desde pequeña, Mir es una de las encargadas de diseñar el barco con el que competirá el equipo británico, el desafiador este año de la regata, una pieza clave para que todos se echen al mar porque, como si fuera un duelo a la antigua, si al ganador nadie le reta, se queda el trofeo y no hay historia a contar. “Los ingleses perdieron la copa hace 150 años, en 1850, y no lo han vuelto a ver nunca más. Por lo tanto, hay muchas ganas de recuperarla. Es casi una cuestión de orgullo nacional”, ha avanzado en la tercera sesión del ciclo Todo lo que tienes que saber de la Copa del América, organizado por The New Barcelona Post para dar a conocer la cita deportiva, con el patrocinio del Port de Barcelona, el Ayuntamiento de BarcelonaEstrella Damm y la Fundació Barcelona Capital Nàutica, además de la colaboración de Giny y de Must Media Group.

Obviamente, los ciclistas no van solos en los barcos que compiten en la regata, un AC75 para los equipos masculinos y un AC40 para los equipos femeninos y juveniles, teniendo el primero una longitud de 75 pies (unos 23 metros) y el segundo de 40 pies (unos 12 metros). Les acompañan cuatro tripulantes más, dos dedicados a tomar el timón (helmsmen) y dos más a desplegar las velas (trimmers). “Consiguen ir a casi 100 kilómetros/hora”, ha remarcado la ingeniera en la charla, que ha sido moderada por el periodista Roger Escapa en la Antigua Fábrica Estrella Damm.

Anna Mir Ineos Britannia
La ingeniera catalana Anna Mir, miembro del equipo Ineos Britannia. © Marc Llibre

A esa velocidad, están en una comunicación permanente, sabiendo que cada segundo cuenta para que la embarcación tome la dirección correcta y consiga más puntos. Ahí entra el apoyo externo de los que están en los controles, con mandos que parecen de videojuegos, ha dicho la ingeniera, monitorizando todas las cámaras y sensores que llevan los barcos, como si fuera un encefalograma, ha añadido. “Nos acercamos a la Fórmula 1”, ha señalado Mir, miembro de un equipo en el que, precisamente, están metidas grandes marcas de ese campo como McLaren y Mercedes. No hay que olvidar tampoco que muchos de los equipos de la Copa del América están ligados con el mundo del ciclismo, como el propio Ineos Britannia.

Pero, sin duda, lo que más impacta es ver cómo los barcos de la Copa del América se convierten en voladores. Para eso, hizo falta incorporar una pieza, los foils, unos alerones móviles que permiten elevar la embarcación por encima del agua y que de la sensación de que vuelan más que navegan. Más clásicas son las velas que se ven en la regata, ha subrayado la ingeniera, hechas a partir de telas de fibra de carbono, a diferencia de otras competiciones en las que ya usan velas completamente rígidas, como si fueran alas de avión.

“Si habéis estado en la playa, seguro que los habéis visto”, ha indicado, “van mucho más rápidos que los veleros”, ha añadido, para evitar que nadie diga que no se les puede identificar. El del Ineos Britannia ya está en la capital catalana, así como los del equipo suizo Alinghi Red Bull Racing, el italiano Luna Rossa Prada Pirelli, el estadounidense American Magic y el francés Orient Express Racing. Solo falta el ganador de la edición anterior y organizador de la actual, el Emirates Team New Zealand. Se le espera para julio. Entrenar en Barcelona es una cuestión clave para todos ellos, puesto que, aunque desde fuera no lo parezca, cada mar tiene sus cosas, que si el tiempo, el viento, las olas… Si es que hasta se genera vapor de agua (cavitación) con la velocidad que llevan y, entonces, el barco se cae. Por ello, el equipo de diseño en el que trabaja Mir estará hasta casi el último momento haciendo cambios. “Aún hay margen”, ha asegurado, a tan solo dos meses vista de que empiece todo. “Para mí, es el trabajo de mis sueños”, ha agregado.

Roger Escapa
El periodista Roger Escapa, en un momento de la charla. © Marc Llibre

Fuera del campo de juego

Visto lo visto, está claro que en la Copa del América se innova y nadie ha querido perder la oportunidad. En primer lugar, está la Fundación Barcelona Capital Náutica (FBCN), encargada de aglutinar a todas las administraciones que dan apoyo a la competición. Tiene como objetivo que algo se quede en la ciudad cuando acabe, como se hace con otros grandes eventos que acoge la capital catalana, como el Mobile World Congress (MWC).

“Nos hemos centrado en lo que llamamos economía azul, en un sentido amplio, es decir, toda aquella actividad económica relacionada con el mar, pero desde una perspectiva sostenible y del siglo XXI”, ha defendido el presidente de la FBCN y conseller d’Empresa i Treball en funciones, Roger Torrent. Una prueba de ello es el acuerdo al que ha llegado la fundación con los organizadores para que la tecnología que utilizan las embarcaciones auxiliares, propulsadas con hidrógeno, se quede aquí y se intente darle una salida industrial. “La Copa del América es una excusa”, ha enfatizado.

Roger Torrent
El presidente de la Fundación Barcelona Capital Náutica y conseller d’Empresa i Treball en funciones, Roger Torrent. © Marc Llibre

El Ayuntamiento de Barcelona, miembro de la fundación, también ha hecho lo suyo para potenciar la economía azul con la llegada de la competición deportiva. “La Copa del América es un gran escaparate y un gran altavoz para poder hablar del mar y para ver que también puede ser un gran motor económico para la ciudad”, ha expuesto la directora de Sectores Estratégicos e Innovación de Barcelona Activa, Anna Majó. De momento, es un sector que representa un 4,3% del PIB y 16.000 puestos de trabajo, sin tener en cuenta el puerto. Unas cifras que la administración local ha querido agrandar con iniciativas como la aceleración de empresas emergentes, con 10 millones de euros de financiación, y la transformación del Port Olímpic para dedicarse a este sector. “Donde antes había bares ahora hay empresas”, ha resumido Majó.


Por último, el Puerto de Barcelona ha innovado, en su caso, en sostenibilidad, buscando que la implantación de las bases de los equipos tuviera el mínimo impacto. Así lo ha explicado su ingeniero de Planificación Territorial, Sergi Romera, encargándose de definir una guía para que todos los participantes respetasen un marco común: “No tiene nada que ver un suizo con un italiano…”. Fue a través de este documento cuando se determinó que todas las instalaciones se tenían que alimentar de placas solares, así como garantizar que no utilizaban agua de boca para limpiar las embarcaciones, medida que se ha traducido en la instalación de desalinizadoras y sistemas de aprovechamiento de aguas grises.

Público charla
Anna Majó y Sergi Romera, en el escenario. © Marc Llibre
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