La ampliación del Aeropuerto de Barcelona lleva tiempo merodeando la esfera pública. Después de que el debate se enconase hace dos años y se dejara pasar ante la imposibilidad de encontrar una solución de consenso entre posiciones muy enfrentadas, Barcelona Global quiere volverlo a poner sobre la mesa, pocas semanas después de que haya cambiado el gobierno municipal de la ciudad, antes liderado por Ada Colau, quien se opuso a la ampliación. La asociación privada ha estado trabajando durante meses en buscar una solución que intente contentar a las diferentes partes implicadas, que se pueden resumir entre los que quieren aumentar la capacidad operativa de la infraestructura y los que no quieren añadir más presión turística a la ciudad y, además, quieren preservar el patrimonio medioambiental que se puede ver afectado con el alargamiento de las pistas.
Ante este escenario, la propuesta que plantea Barcelona Global pasa por alargar en 350 metros la tercera pista del Aeropuerto de El Prat, la más cercana al mar y, actualmente, dotada con 2.660 metros. Además de los 350 metros que se quieren añadir de pavimento, se tendrían que sumar 300 metros de seguridad, sin asfaltar y sin obstáculos, conocidos como clearway. Con esta ampliación, se llegaría a un total de 3.310 metros de distancia para despegues, suficiente para la gran mayoría de grandes aviones que operan las rutas intercontinentales y permitiendo que las dos pistas del aeropuerto funcionen de manera independiente, es decir, ambas con capacidad para hacer despegar aviones. El planteamiento que hizo en su momento Aena, el gestor aeroportuario, apostaba por ampliar la tercera pista en 500 metros.
Con esta ampliación, según Barcelona Global, no se tiene porque afectar la laguna de la Ricarda, la principal reserva de biodiversidad del Delta del Llobregat. Aunque no se toque la lámina de agua, sí que se afectará espacio protegido por la Red Natura 2000, la máxima protección ambiental que otorga la Unión Europea, por lo que haría falta obtener su visto bueno, además de fijar medidas compensatorias. “Hay soluciones posibles de mínimos que permiten alargar la pista y la preservación ecológica”, defiende la directora general de Barcelona Global, Mercè Conesa.
El lobby también pide no superar el límite fijado por el actual plan director, de 90 vuelos por hora, y no utilizar la otra pista, la interior, con 3.350 metros, a pleno rendimiento para no aumentar la contaminación acústica sobre poblaciones cercanas como Castelldefels. Asimismo, defiende que hay que mejorar el funcionamiento de las dos terminales de El Prat, evitando, por ejemplo, que los pasajeros tengan que moverse de una a otra con maletas. De momento, no ven necesaria la terminal satélite que planteó Aena en su propuesta de ampliación. “No hay que aumentar per se la capacidad del aeropuerto, sino optimizarla”, sostiene Josep Tabernero, director del Vall d’Hebron Institute of Oncology (VHIO), otro de los miembros que ha participado en el grupo de trabajo de Barcelona Global.
Además, la asociación privada pide priorizar determinados destinos para aumentar los vuelos intercontinentales que pueden conectar Barcelona con capitales internacionales económicas y no solo atraer turismo masivo, y desviar algunos hacia los aeropuertos de Girona y Reus, como las aerolíneas low cost que tienen como destino la Costa Brava y la Costa Daurada. Según cálculos de Barcelona Global, aumentar en un 10% los vuelos intercontinentales aporta un 4% más de empresas internacionales que se instalan en una ciudad y un 0,5% más al PIB per cápita. No obstante, constatan que la atracción de determinadas rutas es una decisión de las aerolíneas, por lo que reconocen que es “un riesgo”, con la posibilidad de acabar captando buenos destinos o seguir reforzando el aeropuerto como un destino de bajo coste.
Específicamente, Barcelona Global fija como prioritario captar más conexiones hacia Estados Unidos, aumentando las rutas con Nueva York, San Francisco, Boston y Atlanta, y añadiendo nuevas hacia destinos como Austin, y Asia-Pacífico, recuperando vuelos directos a Shanghái y Hong Kong, perdidos con la pandemia, y añadiendo nuevos a Tokio y Nueva Delhi. Otro de los vuelos directos que pedían, Singapur, Singapore Airlines ha anunciado su reactivación este mismo martes. También reclaman reforzar las conexiones con América Latina, sin concretar cuáles son las ciudades más prioritarias.
La atracción de determinadas rutas es una decisión de las aerolíneas, por lo que la asociación reconoce que es “un riesgo”, con la posibilidad de acabar captando buenos destinos o seguir reforzando el aeropuerto como un destino low cost
Para hacer todo esto posible, el lobby pide empezar haciendo las compensaciones ecológicas que Aena tiene pendientes en los alrededores del aeropuerto, además de actuar ya sobre la Ricarda, puesto que considera que vive “una situación degradada”, tanto para los pájaros que la habitan como el agua de su laguna. Otro miembro de la comisión de trabajo de Barcelona Global, Sergi Ferrer-Salat, presidente de la farmacéutica Ferrer y propietario de la librería Finestres, pide no solo pensar en la Ricarda, abogando por poner el foco también en la defensa de otro espacio natural de la zona como el Remolar y la sostenibilidad social. “No podemos generar más gentrificación ni más presión turística en Barcelona”, sostiene el empresario que se define como activista ecosocial, “la capacidad de resiliencia ecológica y social de la ciudad está un poco al límite”.
“Es un sí a la ampliación con condiciones”, resume Conesa. Barcelona Global no ha calculado la inversión que puede suponer su plan, pero creen que se puede encajar en los 1.700 millones de euros que anunció Aena, teniendo en cuenta que su propuesta era para alargar la pista en 500 metros y la suya en 350 metros. Después de la presentación pública de su propuesta, la asociación empezará a reunirse con las diferentes administraciones para explicarla, empezando con la Generalitat antes de las vacaciones.