Ópera Don Juan no existe Festival Perelada
La ópera 'Don Juan no existe' se ha estrenado en el Festival de Perelada. © Toti Ferrer

Un atrevido ‘Don Juan no existe’ devuelve a casa a Helena Cánovas

La compositora reivindica a todas aquellas autoras que fueron silenciadas con una ópera con la que llegar a aquellos que no conocen este género, convirtiéndose, además, en la directora más joven en presentar un estreno absoluto en el Festival de Perelada

¿Cómo puede ser que no haya ni rastro del texto de una obra de teatro que se estrenó en Madrid y Buenos Aires? ¿Y del que, casualmente, solo quedan las críticas? Probablemente la principal razón esté en que fue escrito por una autora feminista a principios del siglo XX, mal acogida por una tesis tan simple a ojos de hoy como querer deshacer el mito del Don Juan.

Esa fue la chispa que encontró la compositora Helena Cánovas (Tona, 1994) para empezar a articular una ópera sobre el Don Juan no existe de la condesa de San Luis, Carmen Díaz de Mendoza Aguado (1864-1929), alguien sobre quien solo han sobrevivido unas cuantas líneas en una entrada de Wikipedia. “No podía dejarlo escapar”, remarca Cánovas, quien lleva tres años ideando cómo recuperar una obra de teatro casi fantasma. Cuando el contenido no está, lo bueno es que todo es posible y nada está bien o mal, siempre y cuando el pretexto sea válido, como lo es el de Cánovas de reivindicar a tantas autoras que se han silenciado con los años. Como si ellas sí que nunca hubieran existido.

Cien años después del primer y desastroso estreno de Don Juan no existe, Cánovas ha planteado una nueva propuesta rompedora, valiente para una actualidad que no es tan moderna como se cree. Como así debió hacer en su momento la condesa, una señora bien que fue una de las fundadoras del Lyceum Club Femenino junto a otras intelectuales de la época como María de Maeztu y Clara Campoamor, pero también parlamentaria, aunque por poco tiempo, de la Asamblea Nacional Consultiva creada por el dictador Miguel Primo de Rivera.

La creación de Cánovas se ha presentado este jueves en el Festival de Perelada, convirtiéndose en la directora de ópera más joven en protagonizar un estreno absoluto en el escenario del Alt Empordà. “La ópera está viva y nosotros apostamos por la nueva creación”, resume su director artístico, Oriol Aguilà. De hecho, Cánovas fue la ganadora de la segunda edición del Premio Carmen Mateu, un galardón creado en honor a la alma mater de la cita musical para promover la carrera de jóvenes compositores de ópera y bailarines de danza. Aunque su candidatura se impuso entre una cuarentena más, cuando la llamaron para anunciarle que había ganado, la compositora catalana les preguntó si estaban seguros. Para ella, afincada en Alemania desde hace años, este ha sido su primer encargo en España.

La profesional tonenca ha acertado en la forma de dar vida a un género que muchas veces parece que esté al alcance de unos pocos. “Me gusta hacer música para todos, no solo para los que les gusta”, defiende. Así se ve en la hora y poco que dura su Don Juan no existe, donde las impresionantes voces de una soprano, un barítono y un tenor se mezclan con expresiones tan poco habituales en una ópera como “tóxico” o “machista”, adaptando a un nuevo estilo discusiones tan habituales en otros espacios, como las redes sociales u otros géneros artísticos. Hasta uno de los cantantes va con Vans.

Soprano Natalia Labourdette Don Juan no existe
Una ópera donde las impresionantes voces de una soprano, un barítono y un tenor se mezclan con expresiones tan poco habituales en una ópera como “tóxico” o “machista”. © Toti Ferrer

La inseguridad, las dudas, el miedo, el fracaso, es decir, el síndrome de la impostora, pero también la luz de gas, persiguen a la protagonista, o protagonistas, de este Don Juan no existe. “Calladas nos quieren los Don Juan de este mundo”,”haz lo que se te da bien, para escribir no vales, naciste así: mujer”, le va diciendo la sociedad en la que vive, incluso le lanza un “¿por qué nos da tanto miedo el grito de las mujeres?” que suena a Rigoberta Bandini. Como no podía ser de otra forma, los ofendiditos también aparecen en escena cuando su reinado se empieza a resquebrajar, heridos y en alerta, sintiéndose desarmados antes expresiones como “micromachismos” y “empatía”, denunciando que ahora “no puedes tener una opinión contraria” o “les hacen sentirse culpable de haber nacido hombre”.

Una fuerte Natalia Labourdette es la encargada de representar a la condesa, una excusa para poder hablar de todas las mujeres que alguna vez han querido ser otra cosa diferente a lo que se esperaba de ellas. Eso sí, sin olvidarse de matizar algo: “Soy de Vallecas, yo de condesa poco”. Todo ello, acompañado por un acertado conjunto musical dirigido por Jhoanna Sierralta, a la vista de todos para poder apreciarlos mejor. Ella, una venezolana que vive en Alcalá de Henares, recibió la llamada para participar en el proyecto comiendo en un Vips y, como Cánovas, tampoco se lo creía. Además, la cuerda (Cosmos Quartet), la percusión (Miquel Vich) y el saxo (Helena Otero) se complementan con un poco de electrónica, comandada por la propia Cánovas, herramienta que consigue amplificar lo que ahoga a sus personajes, distorsionar aún más lo que es verdad o no en esta ficción.

La inseguridad, las dudas, el miedo, el fracaso, es decir, el síndrome de la impostora, pero también la luz de gas, persiguen a la protagonista: “Calladas nos quieren los Don Juan de este mundo”

Una música y un libreto, a veces complicado de seguir, que conviven con los pocos elementos que hay en el escenario. La directora de escena Bárbara Lluch consigue ser contundente tan solo con blanco y negro, como el texto que se perdió de la condesa. “Lo que sí que no existe aún son tres mujeres en posiciones relevantes en una ópera”, remarca Lluch. Parece que la tinta ahoga a la condesa, hasta que la memoria de ella, y de muchas otras, empieza a limpiar el olvido.

Mención especial al homenaje a todas las otras intelectuales y artistas maltratadas por el tiempo con las que cierra la ópera de Cánovas. Aunque solo sea en el escenario por unos minutos, algo hay que hacer porque, como dice el libreto, “no hay página en blanco sino tinta borrada”. Coproducida por el Festival de Perelada, el Liceu y el Teatro de la Maestranza, Don Juan no existe se podrá ver el año que viene en el Teatro Real y los Teatros del Canal de Madrid.

Don Juan no existe Festival Perelada - Toti Ferrer
Solo blanco y negro en el escenario de Don Juan no existe. © Toti Ferrer