Francesc Puchal
Francesc Puchal, con su mujer, Montse Sabartés.
IN THE STREAM

Al doctor Puchal, un sabio de Barcelona

La Reial Acadèmia de Medicina de Catalunya recuerda a los miembros fallecidos en su anfiteatro anatómico del siglo XVIII, una joya histórica pero desconocida de la ciudad

La Acadèmia de Medicina rindió homenaje el pasado martes a nueve de sus ilustres miembros fallecidos en el último año. Entre ellos se encontraba el mundialmente reconocido oncólogo Josep Baselga. Pero, sin ánimo de desmerecer a ninguno de los desaparecidos académicos, me gustaría centrarme en la figura del doctor Francesc Puchal, principalmente porque tuve el honor de conocerlo durante los últimos 20 años y porque creo que es el sabio —sí, sabio— más relevante con el que he tenido jamás una relación estable.

La doctora Maria Àngels Calvo fue la encargada de leer su glosa. Fue un discurso lleno de emoción, en el que destacó las principales aportaciones de Puchal en la nutrición animal y la veterinaria en general. Fue una de las primeras personas de nuestro país en recibir una beca Fullbright para estudiar en Estados Unidos. Durante su brillante carrera, se dedicó a la investigación y dio a luz importantes avances en su especialidad. Como docente, estuvo vinculado a varias universidades y en 1982 fundó la Facultad de Veterinaria de la UAB, de la que fue primer decano. En los años 60 trabajó para varias empresas privadas y en 1968 fundó, sin renunciar a la actividad académica, la suya propia, ITPSA, actualmente presente en más de 60 países.

Pero para mí, lo mejor del discurso de la doctora Calvo fue cuando glosó la faceta que no suele constar en los currículums, que es la personal. Puchal era un hombre volcado en su profesión, pero también en su familia. Y, sobre todo, era una muy buena persona, y en este caso no se trata del típico atributo de una necrológica de compromiso. A mí me adoptó como sobrino político y él y la tieta Montse se convirtieron en incondicionales. No se perdían ninguna presentación de mis libros y ni una firma de Sant Jordi.

El martes, el homenaje a los nueve insignes doctores tuvo como marco una de las grandes joyas desconocidas de Barcelona. Se celebró en el espectacular antiteatro anatómico que se conserva en la sede de la academia, en el recinto del antiguo Hospital de la Santa Creu, en el corazón del Raval. Se trata de una pieza del siglo XVIII única en Europa, de cuando el edificio albergó el Colegio de Cirugía, que más tarde se convertiría en Facultad de Medicina.

El antiteatro anatómico de la Reial Acadèmia de Medicina de Catalunya en el Raval.

En el centro de la sala, aún permanece la mesa de mármol en la que se diseccionaron durante años los cadáveres anónimos cuyos cuerpos nadie reclamaba y cuyo último destino era la formación de los futuros cirujanos, que se distribuían por el anfiteatro de la misma forma que el martes lo hicimos los que acudimos como público al acto. Antiguamente, había alguna gente con dinero que pagaba para satisfacer su morbo y observaban con discreción desde un balcón circular superior.

El edificio se convirtió en sede de la Academia de Medicina en 1929, después de que por la facultad hubieran pasado insignes enseñantes y que esta se trasladara a la calle Casanova, junto al Clínic. Fue docente de la antigua facultad el premio Nobel Santiago Ramón y Cajal, que dio clases en el anfiteatro durante cinco años. Pero antes dejaron su huella en el Colegio de Cirugía algunos de sus impulsores en 1764, como Pere Virgili. Formado en su juventud como barbero, cuando los barberos también practicaban curas médicas además de cortar el pelo y afeitar. Virgili se formó más tarde como cirujano y fue el creador del hoy admirado anfiteatro anatómico. De la primera época fue también Antoni de Gimbernat, uno de los padres de la cirugía moderna en España.

Visitó la academia en 1948 el también premio Nobel Alexander Fleming, descubridor de la penicilina. Se le hizo un recibimiento solemne en el anfiteatro y fue nombrado académico de honor. También pasaron por la institución, entre otros, el alcalde de Barcelona Bartolomeu Robert, conocido como el doctor Robert, y Moisès Broggi, que destacó como cirujano de las Brigadas Internacionales durante la Guerra Civil, por lo que fue represaliado por el franquismo.

Actualmente, los responsables de la institución se esfuerzan por abrirla al público y dar a conocer su historia. Entre otras actividades, se organizan visitas guiadas que permiten descubrir el anfiteatro y el resto de la histórica sede.

Siempre quedó pendiente una visita a la academia de la mano de Francesc Puchal. Se hizo esperar, pero al final de alguna manera la pudimos hacer el martes.

El acto de homenaje celebrado esta semana por la Reial Acadèmia de Medicina de Catalunya.