Adolfo Quibus
El escritor, cineasta y autor de teatro Adolfo Quibus.
EL BAR DEL POST

Adolfo Quibus: El incansable hombre del paraguas

Avanza hacia la barra apoyado en su inseparable paraguas, que desde tiempo inmemorial le sirve de bastón para mantener el equilibrio y, con los años, se ha convertido en un apéndice de su ser.

—Una cerveza sin alcohol por favor—, pide con una sonrisa gamberra y unos ojos vibrando detrás de los lentes, buscando enfocar alguna de las mil y una ideas que pasan por su cabeza a velocidad de vértigo.

Por el altavoz de la radio se cuelan presuntas noticias y sucedáneos, que Adolfo Quibus pide seguir escuchando. “Es una forma de informarte y hacerte compañía”.

Escritor, cineasta, autor de teatro, con más vidas a cuestas que un gato recientemente recogidas en su autobiográfico Otoño Gris (Matraca), el parroquiano se acoda a la barra y liquida el primer trago de su consumición, antes de tomar la palabra.

“Soy un aprendiz de persona que va caminando por la vida intentando ser positivo y hacer aquello que más me gusta y pueda distraer a los demás”, explica quien ha sido desde autor de bolsilibros (Fósiles inhumanos, La isla perdida, Diamantes en bruto) y novela popular (Crímenes en cadena), hasta dramaturgo de obras representadas a ambos lados del océano (Memorias de un ente fugaz, Recordando las candilejas, El conde Von Parkus), director de películas y documentales (Diégesis, Ensayo fatídico, El séptimo sentido, Smith y compañía), responsable del podcast Hoy es cine y director del veterano Festival de Cine Nunes que justo acaba de celebrar su décimo primera edición en el Ateneo Libertario de Gràcia.

“El festival es, para mí, uno de los tres grandes momentos de inflexión de mi vida. El primero tal vez fue el primer relato que envié con 16 años a un concurso internacional de misterio del que quedé finalista, y el segundo es la creación de la compañía de teatro del Instituto de Cultura Hispánica de Madrid, cuando tenía 22 años”.

Adolfo Quibus
Adolfo ha sido desde autor de bolsilibros y novela popular hasta dramaturgo de obras representadas a ambos lados del océano, director de películas y documentales, responsable del podcast Hoy es cine y director del veterano Festival de Cine Nunes.

Retratando el Alzhéimer

En perenne e hiperactiva búsqueda de financiación “para nuevas películas y proyectos”, Adolfo Quibus estuvo apartado de la actividad artística durante una larga temporada, entregado a una feroz y desigual batalla contra el Alzhéimer que padeció su esposa y que coincidió con una etapa de problemas económicos, derivados entre otras cosas por una personalidad creativa y muy poco acomodaticia.

Adolfo estuvo apartado de la actividad artística durante una larga temporada, entregado a una feroz y desigual batalla contra el Alzhéimer que padeció su esposa

De aquel momento tan sumamente complicado salió Mi amigo el Alzhéimer, un documental que recoge la experiencia atravesada junto a su mujer hasta el fallecimiento de ésta y que devolvía, hace alrededor de una década, al parroquiano al mundo de la cultura con la creación de la productora Asociación Independiente para la Producción y Distribución Audiovisual.

Barcelona, personas y gente

Nacido en Barcelona en 1945, Adolfo asegura echar de menos “aquella ciudad de después de la dictadura, que me gustaba más”, asevera a propósito de la urbe en ese momento de efervescencia entre el final del antiguo régimen y la llegada del pujolismo, lo que sería una nueva cultura institucional.

Yendo más atrás, le gusta contemplar con esa mezcla entre perspectiva histórica e imaginación desbocada momentos pretéritos de la historia de Barcelona que le apasionan, tales como “la Exposición Universal de 1929 o el Paral·lel en los tiempos de la Segunda República”.

Adolfo Quibus
Adolfo asegura echar de menos “aquella ciudad de después de la dictadura, que me gustaba más”.

— ¿Y algo que no te guste de esta ciudad?

— ¡Los políticos que nos han tocado en suerte!

— Bueno, pero a esos hay gente detrás que los vota.

Adolfo Quibus sonríe, cómplice, y se toma un momento mirando la carta de platos combinados antes de replicar:

— Ya, es que yo creo sólo en las personas, pero no en la gente. Y la única lastima a este respecto es que, a veces, las personas se juntan y se vuelven gente.