Una nueva subestación eléctrica facilitará la electrificación del Port de Barcelona

La infraestructura, con una inversión de 36 millones, permitirá también el desarrollo industrial de la Zona Franca y prestará servicio a 12.000 nuevas viviendas de la Marina

La Zona Franca cuenta con una nueva nave industrial que, desde el exterior, bien podría parecer un almacén, una plataforma de distribución o cualquier tipo de infraestructura logística. Pocos acertarían qué alberga y, mucho menos, para qué sirve. Se trata de la nueva subestación eléctrica Cerdà, que pasa desapercibida dentro de un inmueble desde el que suministrará al barrio de La Marina, a la Zona Franca y al Port de Barcelona.

Esta nueva infraestructura será, de hecho, la que facilitará la transición del enclave portuario hacia la electrificación, la que llevará energía a las 12.000 nuevas viviendas previstas en la Marina y la que permitirá incrementar el desarrollo industrial de la Zona Franca en el futuro. De este modo, la nueva subestación aspira a ser clave para el impulso de la transición ecológica de Barcelona y su entorno, así como de su desarrollo económico e industrial.

La subestación, puesta en marcha por la filial de Redeia Red Eléctrica, fue proyectada inicialmente para dar respuesta al crecimiento previsto en el barrio de la Marina y los entornos de la Zona Franca, en una planificación del Consejo de Ministros para el periodo 2015-2020. La instalación empezó a construirse en 2019 y, tras unas obras de un año y medio, ha entrado en servicio recientemente, como ha explicado el delegado de Redeia en Catalunya, José Ignacio Lallana, durante una visita a la subestación.

En ella confluyen tres línes eléctricas de subestaciones existentes en L’Hospitalet, el Aeropuerto y Motors, también en la Zona Franca. La subestación ejerce como nodo de distribución eléctrica, y su puesta en marcha ha requerido 36 millones de euros. Esta inversión ha incluido los trabajos para llevar hasta el edificio los gruesos cables que transportan la energía de las otras subestaciones hasta la nave industrial, cuyo edificio que ha tenido un coste de ocho millones dentro del total de 36. 

Como ríos que convergen en un embalse, la recién estrenada instalación funciona como un punto de recepción energético de las tres líneas, y distribuye después la electricidad. Al igual que el resto de subestaciones eléctricas, ejerce como un nudo de suministro energético que, en este caso, facilitará el futuro desarrollo de esta área barcelonesa y la electrificación del puerto, dentro de su estrategia para avanzar en la sostenibilidad

Además de abastecer de energía estas zonas, la nueva subestación refuerza a la vez a las tres que ha conectado, ya que puede cubrir la energía de cualquiera de los otros puntos si registran una incidencia. La instalación, además, es ampliable y puede llegar a agregar tres líneas más, que se suman a las tres existentes de L’Hospitalet, Motors y el Aeropuerto. 

La energía proveniente de estas tres instalaciones viaja por cables subterráneos tan gruesos que no pasarían por el cuello de una botella. Tres grandes cables por cada punto de origen convergen en el subsuelo de la instalación, en una sala donde el blanco de las paredes contrasta con el negro de los cables, tanto de los grandes que trasladan energía de las otras subestaciones, como de los miles de cables que sirven para controlar lo que ocurre con el sistema. 

Exterior del edificio de la nueva subestación eléctrica Cerdà.

Estos innumerables cables son los encargados de vigilar y evitar incidencias y de hacer saltar el diferencial en el caso de que se produzcan y sea necesario. Como ocurre con una instalación doméstica, pero a lo grande, y multiplicando por mil la potencia. Los cables de control y de señalización permiten la gestión telemática de la instalación, por lo que su funcionamiento no requiere la presencia habitual de ningún trabajador. 

Esta subestación es una de las muchas que se encuentran diseminadas en Barcelona y que suelen pasar desapercibidas ante los ojos de los ciudadanos, como las ubicadas en el paseo Maragall, dentro de un edificio, o en la Trinitat, en el exterior. En Catalunya existen unas 90 subestaciones, la mayoría de ellas, en intemperie, al contrario de lo que ocurre en Barcelona, debido a la necesidad de ubicarlas en trama urbana. Las instalaciones interiores son más compactas que las exteriores, pero a la vez más caras, con una inversión requerida que más que duplica las de instalaciones en exterior. 

Ahora, entre las mejoras de la red en las que está trabajando Red Eléctrica figuran la remodelación y mejora de la subestación de Abrera, que facilitará el proceso de electrificación de la Seat e incrementará el abastecimiento de polígonos cercanos, y la sustitución de líneas ya existentes por líneas de mayor potencia, con la voluntad también de contribuir al desarrollo industrial y empresarial, según Lallana: “Somos generadores de economía”. 

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Publicado por
Anna Badia López

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