La reducción de las emisiones que emite la flota de autobuses es una de las obsesiones del equipo de Transports Metropolitans de Barcelona (TMB), que trabaja para hacer que todos sus vehículos sean sostenibles, pero también para convertirse en un ejemplo para los ciudadanos e incentivar un cambio social hacia una movilidad más respetuosa con el medio ambiente. La transición verde que está liderando TMB pasa por la electrificación, adquiriendo solo vehículos limpios, y la creación de una planta de hidrógeno verde en la Zona Franca, que suministrará este nuevo combustible a buses e industrias del polígono que quieran incorporarlo.
La empresa pública dirigida por Gerardo Lertxundi quiere sumar una vía más para la consolidación de energías limpias en su operativa con el biogás, que se obtiene de residuos como purines, estiércol, lodos de depuradoras o residuos de mataderos, y sirve para obtener calor y electricidad. Junto con el hidrógeno verde, el biogás se presenta como un sustituto no contaminante para los vehículos y tiene que facilitar a TMB el cumplimiento de su compromiso de llegar a la neutralidad de emisiones en el horizonte 2030. En Francia, el uso del biogás empieza a ser generalizado gracias a las ayudas públicas recibidas, que han permitido que resulte rentable a los operadores.
Según explica Lertxundi en una entrevista con The New Barcelona Post, el esquema a seguir para la introducción del biogás en TMB es similar al que se ha impulsado para la construcción de la primera hidrogenera de uso público en España, en la Zona Franca, y de las primeras de Europa. “Para esta planta hemos hablado con productores de hidrógeno: lo producen y nos lo suministran. Con el biogás queremos hacer el mismo”, expone Lertxundi.
En el caso de la planta de hidrógeno, Iberdrola será la encargada de desarrollarla y se espera que empiece a funcionar en noviembre de este 2020. Permitirá cargar los autobuses en pocos minutos y los vehículos dispondrán de una autonomía muy alta en tiempo y kilómetros. TMB solo pagará a Iberdrola por el hidrógeno verde utilizado.
En cuanto a la de biogás, Lertxundi concreta que el suministro no hace falta que se haga desde Barcelona. La producción puede estar ubicada en cualquier punto de Catalunya, teniendo en cuenta que este combustible se puede trasladar a través de tuberías hasta las cocheras.
Además de buscar posibles fabricantes, TMB está incluyendo como requisito en la compra de nuevos autobuses que sea posible la utilización de biogás como combustible. Asimismo, el operador se está dirigiendo a las administraciones para que den ayudas que faciliten la incorporación de esta nueva fuente de energía en la red de buses, en línea con el apoyo que recibe en Francia.
Proyecto europeo para testar la producción de biogás
Desde octubre de 2020, TMB participa en un proyecto de investigación europeo, Life Nimbus, que convierte los lodos de una depuradora de aguas residuales en gas metano —el biogás está formado básicamente por metano—. El producto obtenido en este experimento servirá como combustible de un autobús urbano de la flota del operador barcelonés, de la cochera de la Zona Franca, que lo usará para su circuito diario.
En concreto, la estación depuradora de aguas residuales (EDAR) del Baix Llobregat, situada en el Prat y gestionada por Aigües de Barcelona, es desde donde se está probando esta manera de revalorar residuos y reutilizarlos en la red de buses. El proyecto cuenta con socios como el Centro Tecnológico del Agua (Cetaqua), que lo lidera; la compañía Labaqua, y la Universitat Autònoma de Barcelona (UAB), además de Aigües de Barcelona y TMB.
El impulso de los fondos europeos a su apuesta por las energías verdes
Como otras muchas administraciones y empresas, TMB está acabando de concretar cuáles serán los proyectos que quiere presentar para optar a los fondos europeos. “Son proyectos en los que ya estábamos trabajando desde TMB y que encajan perfectamente”, expone Lertxundi. “Seremos muy ambiciosos”, añade.
Según el consejero delegado de TMB, los recursos europeos pueden servir para acelerar la electrificación de su flota y la adopción de nuevos combustibles como el hidrógeno, haciendo que su uso resulte más barato. También está sobre la mesa la finalización de la L9, tal como anunció el Govern, a quien corresponde la inversión en la ejecución del tramo central de esta infraestructura. “Es un proyecto que transformará la movilidad de la ciudad y del área metropolitana. Es estratégico”, remarca. Pero TMB también está pensando en otras líneas de metro. “Hay más líneas que tienen que mejorar, en oferta y en trenes, y estamos hablando de unas cuántas: la L1, la L4 y la L5”, indica.
Impacto de la covid-19: caída de ingresos y despliegue de una oferta histórica
La pandemia ha tenido un claro impacto en la movilidad y el transporte público. Las restricciones han supuesto una caída sin precedentes de los desplazamientos, sobre todo en los meses más duros del confinamiento. En abril del año pasado TMB llegó a registrar una caída del 91,5% de los pasajeros. Pero la covid-19 también ha supuesto la implantación de nuevas medidas de seguridad para evitar los contagios. “El transporte público no es un foco de infecciones”, enfatiza Lertxundi, avalado por “muchos estudios que han dicho que es seguro y ninguno que diga lo contrario”.
El operador ha reforzado los sistemas de ventilación y limpieza, ha facilitado gel hidroalcohólico y mascarillas a los usuarios, ha colocado mamparas para aislar a los conductores y ha prohibido el pago en metálico en los autobuses. También ha ampliado su oferta, llegando a la cifra más alta de toda su historia. “Esto no es nada fácil de hacer. Supone un gran esfuerzo organizativo y de gestión porque nos obliga a trabajar sin red: en hora punta no tenemos ningún metro en mantenimiento, los tenemos a todos circulando”, detalla el consejero delegado.
“El transporte público no es un foco de infecciones”, enfatiza Lertxundi, avalado por “muchos estudios que han dicho que es seguro y ninguno que diga lo contrario”
Con la caída de pasajeros, de los 623 millones de usuarios en 2019 a los 333 millones en 2020, los ingresos de TMB han disminuido proporcionalmente, incluso algo más por la pérdida de los turistas, que pagan tarifas más altas. Si en el año antes de la pandemia, TMB ingresó 392 millones de euros, espera cerrar 2020 con una bajada del 50% de la facturación.
Las administraciones han aprobado varios fondos de rescate para sufragar las pérdidas de los operadores y Lertxundi señala que se ha podido cubrir así gran parte de la caída de ingresos de TMB registrada en 2020. El apoyo público que necesitarán este 2021 se espera que sea menor, pero continuará haciendo falta. “Es necesario que se apueste por el transporte público. Son fondos absolutamente necesarios para la sostenibilidad, el medio ambiente y la vida de las personas que viven en las ciudades”, concluye Lertxundi, esperando también que el Congreso apruebe finalmente una ley de financiación del transporte público, una de las asignaturas pendientes en España desde hace tiempo.