'Moments Estel·lars' Lluís Bassat
Lluís Bassat entrevistado por Toni Aira en la Casa Seat.

“¿Tienes tres horas?”

Lluís Bassat, como publicitario, lo ha logrado todo. No en vano es uno de los barceloneses (re) conocidos en todo el mundo, en su sector. Como barcelonista le faltó conseguir la presidencia del Barça. Sin embargo, ahora, con la perspectiva del tiempo, confiesa que los socios le acabaron haciendo un favor porque él, como presidente, no habría dejado que el club azulgrana participara en una serie de dinámicas que tienen al mundo del futbol desenfrenado a muchos niveles.

En la conversación que pude mantener en la Casa Seat con él, Bassat soltaba estas reflexiones sin que hiciera falta que un servidor le estirara mucho de la lengua. Este año cumplirá ochenta y un años, pero nadie lo diría. Yo firmaría por llegar a los sesenta con su forma física (siempre elegante, impecable, activo) y con su agilidad mental. Los ojos todavía le chispean curiosidad y avanzan una sonrisa.

Y sí, habló poco pero contundente sobre el Barça. Implacable en contra de anexar el nombre de Spotify al Camp Nou: “¡En vez de FC Barcelona nos acabaremos llamando ¡McDonalds!”, ironizó con énfasis. Podría sorprender, de un hombre de publicidad como él, esa mirada tan refractaria a la entrada de los patrocinadores a ese nivel en el mundo del fútbol. Pero su posición al respecto podría resumirse con esa clásica imagen que advierte sobre la gente que invitas a la cocina y acaba durmiendo en tu cama.

Y este sentimiento de protección respecto al Barça y su marca (que, al fin y al cabo, son valores) lo aplica aún con más pasión cuando se trata de hablar de “la ciudad que lleva el nombre de nuestro club”, como recordó que decía aquel presidente azulgrana al que las imitaciones acabaron convirtiendo en entrañable (de forma inmerecida).

Barcelona necesita recuperar la autoestima. Si él, experto en el ramo, tuviera que elaborar ahora un eslogan para la ciudad, iría por este camino. Con el uso de argumentos emocionales por encima de todo, por supuesto, no racionales. Sorprende cómo de pensado tiene Bassat lo que es la ciudad, lo que ha sido y lo que podría ser.

Asume que ahora Madrid (e incluso Málaga en lo que respecta al sector del arte) nos pasa la mano por la cara. Se nos ha descolgado, como aquellos ciclistas que dejan atrás al grupo, de un revuelo. El dinero ha ayudado mucho, pero también tiene muy presentes los errores no forzados de las autoridades municipales barcelonesas en los últimos años.

¿Existe alternativa? Para Bassat esto implicaría tener una idea. Una idea que mejore el muy buen “producto” que Barcelona ya es. Una idea parecida a la de aquel Pasqual Maragall que en 1983,  en el camino de la campaña electoral que debía ratificarle como alcalde, le explicó para reclutarle comunicativamente. Bassat sólo tenía la opción de trabajar para Maragall a título individual, pidiendo un tiempo de paréntesis a su empresa. Y, para decidirse, le preguntó a Maragall si tenía una idea sobre qué quería hacer como alcalde. Maragall respondió: “¿Tienes tres horas?”.

Aquel ‘sí’ de Bassat se tradujo en una conversación que hizo que se enamorara de la idea que el alcalde tenía para la Barcelona de ese momento y la de las décadas que le seguirían. “Quiero que la luz vuelva a entrar en el barrio chino”. Ya tenía la Rambla del Raval en la cabeza. Y tantas otras cosas que, más allá de los Juegos Olímpicos del 92, transformaron la ciudad, haciéndola una ciudad mejor para las personas e impulsándola al mundo como nunca. Y Bassat dio forma comunicativa a la inauguración de ese gran momento estelar de la Barcelona contemporánea. Partía de una gran idea, y derivadas.

Ahora él tiene unas cuantas ideas para Barcelona. Le pregunté si era consciente de que hay varios partidos buscando candidatos y que ya hay alguno de su quinta. No se ve en este papel, pero se pone a disposición del alcalde que salga de las urnas en 2023. Contar con él sí que sería una buena idea.