Pablo Vidarte, fundador de Bioo.
El fundador de Bioo, Pablo Vidarte.

La ‘startup’ Bioo prevé quintuplicar este año su facturación y rozar los 20 millones

La compañía se prepara para abrir sedes en Hong Kong y en Europa Central a lo largo de este 2025

Generar energía a partir de la tierra; iluminar con plantas que emiten luz, encender un interruptor al acariciar las hojas de una planta. La startup Bioo se propone liderar una transformación energética a base de propuestas pioneras como estas y otras que ya tiene en desarrollo, todas con un hilo conductor: poner la tecnología en línea con la naturaleza para maximizar su potencial al servicio de nuevas aplicaciones que a menudo pueden parecer ciencia ficción.

Con estas tecnologías, la compañía con sede en Viladecans cerró el año pasado con una facturación de 3,5 millones de euros. La empresa, que salió al mercado en 2022 tras seis años de I+D, ya tiene comprometidos proyectos mediante los que prevé que esta facturación se multiplique por cinco al terminar este año y rozar los 20 millones de euros: “Una vez hemos cogido tracción, es una locomotora”, asegura el fundador de Bioo, Pablo Vidarte.

“Somos líderes en biotecnología aplicada en entornos urbanos a nivel mundial, un ámbito aún muy incipiente”, destaca el fundador de la compañía, que quiere que vaya más allá y “conseguir que esto no sea sólo una empresa, sino que se convierta en un movimiento” que hibride las ciudades con soluciones energéticas.

Y Bioo lo hace mediante tres líneas principales: sus paneles para generar energía a través de la tierra; sus plantas bioluminiscentes, y los interruptores que se activan con el tacto humano sobre una planta. Vidarte, cuya faceta de emprendedor e inventor le llevó incluso a presentar un proyecto ante la NASA con 16 años, tenía claro que “la próxima revolución será la biotecnológica”. Luego, todo empezó con los paneles.

El concepto de generar energía de materia orgánica se conocía desde la década de 1960, pero debían ubicarse en entornos aislados: “Si no, en pocas horas se contaminaba la batería con otros microorganismos, y dejaba de funcionar”. Así, durante décadas se intentaron aislar las baterías, pero Vidarte apostó por lo contrario: diseñar una batería que funcionara con la contaminación de los microorganismos externos. “Creamos un entorno ideal para ellos, para que proliferaran dentro y, en tres días, sólo quedan los que interesan para el funcionamiento de la batería, que dura décadas”.

“Fuimos los primeros en hacer baterías biológicas adaptadas a entornos de tierra sólida en exterior”, resume Vidarte. Sus paneles se instalan en proyectos de todo el mundo, incluida Barcelona, donde sus parterres cubren parte de la terraza de mil metros cuadrados del ahora edificio Aura, hasta hace poco el Corte Inglés de la Diagonal, en Francesc Macià. Ahora, la compañía explora “proyectos en marcha de transformación bastante más integral en Barcelona”, así como en ciudades de todo el mundo.

El fundador de Bioo, Pablo Vidarte
Vidarte prevé que Bioo quintuplique la facturación este año.

“Desde Nueva York a Taiwán, tenemos arquitectos e instaladores que conocen nuestras tecnologías y localizan proyectos en los que podemos participar”, explica Vidarte, que asegura que sus precios se ajustan a los proyectos y no son más caros que los que requieren otro tipo de zonas verdes: “Hemos hecho proyectos desde 33 euros el metro cuadrado a 700 euros el metro cuadrado, aunque normalmente rondan los 100 o 150 euros el metro cuadrado, un precio habitual en el mercado y que incluye dos o tres baterías”.

Los proyectos de Bioo permiten también combinar sus distintas tecnologías, con paneles con baterías y plantas bioluminiscentes que operen a la vez de interruptor. Las plantas bioluminiscentes brillan en la oscuridad a través de un compuesto fosforescente biocompatible que permanece y crece con la planta durante todo su ciclo de vida, e iluminan su entorno, al igual que iluminan diversas salas de laboratorio en las instalaciones de Bioo en Viladecans.

Bioluminiscencia de la biotech Bioo.
Plantas bioluminiscentes de Bioo.

Sobre diversas mesas de las oficinas de la compañía, plantas anodinas reposan sobre macetas blancas, que inesperadamente se encienden al tocar las hojas. Y es que las plantas perciben cambios de frecuencia, y Bioo ha identificado la frecuencia que transmiten los humanos al tocarlas; los cambios de frecuencia se traducen en un voltaje, que es conducido por la planta hasta la maceta. Así, lo que parecía una maceta común se convierte en un interruptor que se acciona cuando la planta percibe ese cambio de frecuencia. A través de esta tecnología, la empresa no sólo enciende y apaga la luz, sino que puede activar cualquier elemento, como pantallas y sonidos, lo que abre la puerta a posibilidades como tocar música con una mesa de mezcla de plantas o un piano vegetal, como Bioo ha hecho en Ibiza.

La compañía está inmersa en su quinta ronda de inversión, con la que busca captar cinco millones

Para impulsar sus diversas soluciones energéticas, la empresa ha invertido por ahora nueve millones de euros, la mitad de ellos provenientes de la UE y, el resto, de fondos privados. Ahora, la compañía está inmersa en su quinta ronda de inversión, con la que busca captar cinco millones de euros más para ampliar su departamento comercial y de operaciones, con un incremento de plantilla previsto de una decena de personas para este año. Sin embargo, el equipo más numeroso es el de I+D, que cuenta con una veintena de personas. En total, la plantilla está formada por unos 40 empleados, que se complementan con los instaladores y las fábricas con los que trabaja en cada región.

Además de ampliar su estructura en Viladecans, Bioo también prevé expandirse internacionalmente. La compañía prevé abrir durante este año dos delegaciones internacionales más, que se sumarán a la filial que puso en marcha en octubre en Arabia Saudí. La compañía tiene el foco puesto en Hong Kong y Europa central; después, será el turno de Estados Unidos.

“Serán filiales comerciales, pero la sede y el I+D van a seguir estando centralizados en Viladecans”, destaca Vidarte desde el headquarter de Bioo, repleto de plantas; tiestos luminosos; bancos que permiten cargar el móvil con la energía que generan las plantas; salas de laboratorio y de pruebas de plantas bioluminiscentes, y paneles de baterías biológicas, que también se han instalado en un edificio y en un jardín contiguo.

Paneles de baterías de Bioo.
Paneles de Bioo instalados en Viladecans, donde se ubican sus oficinas.

Esta expansión irá acompañada de una ampliación también de sus soluciones, y es que Bioo trabaja en nuevos proyectos que van desde cementos que se autorregeneran a través de microorganismos hasta árboles líquidos, instalaciones que utilizan microalgas en grandes tubos de cristal para eliminar CO2 del aire de las ciudades y a la vez producir fertilizante: “Limpian el aire como cuatro árboles, aunque no están hechos para sustituirlos, sino para incorporarlos a las ciudades y lograr a la vez un ambiente más limpio y fertilizante de kilómetro cero”.

Las propuestas de Bioo van más allá y se centran también en ámbitos como la regeneración de aguas residuales, cambiando las plantas industriales actuales por humedales artificiales que pueden ubicarse en la trama urbana, con apariencia de parque y sin malos olores: el agua sucia se ubica en capas subterráneas, y seres vivos las filtran hasta que emerge en superficie ya limpia: “Son procesos que ya se dan en la naturaleza, pero de forma más eficiente y dentro de la ciudad”. Bioo trabaja en este proyecto desde 2023, y prevé que los primeros humedales estén operativos en 2027, avanzando así en su revolución urbana.