Los muelles del puerto vivieron el jueves un día espectacular: se contabilizaron 19 escalas de buques de pasaje, de los que seis eran barcos de crucero. Las cinco terminales del muelle adosado estaban ocupadas por unidades de las compañías MSC, Costa, Viking y Aida, mientras que en una de las dos terminales del World Trade Center, junto al hotel Grand Marina, quedó amarrado el Silver Dawn, novísimo barco de Silversea Cruises, en su crucero inaugural tras haber sido bautizado la semana pasada en el puerto de Lisboa. Con su llegada, además de una primera escala, se consolida el regreso de los cruceros de lujo a la capital catalana, pero también los de ultralujo, un sector del turismo marítimo con un peso importante para la economía de la ciudad.
“Barcelona es muy importante para nuestra compañía: como puerto de embarque y desembarque es comodísimo para nuestros clientes”, indica Roberto Martinoli, presidente ejecutivo de esta naviera desde 2016, a The New Barcelona Post. “La importante conectividad del aeropuerto, las rutas internacionales desde El Prat y la oferta hotelera de alta calidad de la ciudad hacen que sea un punto magnifico para empezar o finalizar nuestros cruceros por el Mediterráneo o desde y hacia el Atlántico”, reconoce.
Martinoli también reconoce que el periodo 2020 y 2021 ha sido sumamente complicado para el sector y que gracias a la compra de Silversea por parte de Royal Caribbean Cruises Ltd. ha sido posible seguir manteniendo la compañía y sus planes de expansión. Este holding con base en Miami es el segundo operador de cruceros del mundo. Bajo su paraguas están las navieras Royal Caribbean International, conocida por tener los buques de cruceros más grandes del mundo, Celebrity Cruises y Silversea, con las que cubre diferentes categorías de crucero: desde los resorts más populares a los buques de ultralujo. Además de estas tres, Royal también es propietaria de Tui Cruises, compañía centrada en el mercado germanoparlante.
El ultralujo
Para poner en contexto el concepto de los cruceros de ultralujo, vamos a ir atrás en el tiempo para conocer la historia de la compañía que lo simboliza. En 1994, con 40 años, el italomonegasco Manfredi Lefebvre d’Ovidio di Balsorano di Clunieres contempló con gran orgullo la botadura del primer barco propiedad de su familia, el Silver Cloud, de 157 metros de eslora.
La familia Lefebvre, relacionada históricamente con el derecho marítimo y la navegación, cumplía un objetivo: estrenarse como armadora de buques de pasajeros tras una breve experiencia gestionando Sitmar Cruises, línea que acabó absorbida por la potente P&O y esta a su vez por la corporación Carnival Cruises. Cuando el Silver Cloud era aún un dibujo de los ingenieros navales y la sociedad Silversea daba sus primeros pasos, los Lefebrve tuvieron claros unos valores: su compañía iba a ser única, gestionada por la familia y enfocada a los viajes de gran lujo al estilo europeo.
Así, con su primer buque zarpando desde Venecia, Silversea Cruises empezó su aventura empresarial. Por entonces, sus potenciales competidores no vieron peligro en esta compañía, pues estaba dirigida a un nicho de mercado muy determinado y difícil de conquistar. Un año más tarde, la botadura del segundo buque, el Silver Wind, contradijo las previsiones de otros navieros.
Con su primer buque zarpando desde Venecia, Silversea Cruises empezó su aventura empresarial
En sus primeros tiempos se buscó una imagen que mezclase el espíritu de Italia y la sofisticación: se escogió a Isabella Rosellini como rostro de la compañía. La actriz, modelo y empresaria correspondía en gran parte con el perfil del cliente buscado por todo el mundo. Para las campañas publicitarias de la empresa tampoco se escatimaron medios y como fotógrafo oficial de la casa se contrató a Fabrizio Ferri, cuyas fotos aparecían, mes tras mes, en las portadas de Vanity Fair o Vogue.
Tras seis años de experiencia, la flota se dobló con la incorporación del Silver Shadow y el Silver Whisper, gemelos entre ellos, aunque con una capacidad mayor que los dos anteriores, pasando de 296 a 382 pasajeros o invitados, como se llama oficialmente a los viajeros a bordo. En todo caso, la ratio entre tripulantes y pasajeros, que es una de las medidas de la exclusividad a bordo de los buques de crucero, siempre se acerca a uno por viajero.
Otra de las medidas que se tienen en cuenta son los metros cuadrados de zonas públicas como salones, cubiertas, restaurantes y zonas de ocio por pasajero, cifra en la que esta empresa supera a sus competidoras directas. En 2009, la compañía siguió creciendo con la incorporación del Silver Spirit, de 540 pasajeros en plena ocupación y 376 tripulantes, una cifra que ha ido creciendo en los últimos buques hasta alcanzar un máximo de 596 huéspedes en 298 suites con vistas al mar. De estas, el 96 % tiene terraza privada y con una proporción de tripulación por huésped de un tripulante por cada 1,45 viajeros.
La ratio entre tripulantes y pasajeros, que es una de las medidas de la exclusividad a bordo de los buques de crucero, siempre se acerca a uno por viajero
Estas cifras hacen que Silversea sea una naviera multipremiada por parte de todas las publicaciones y clasificaciones del sector: servicio 24 horas, mayordomos permanentes y todas las cabinas con consideración de suites. Salvo productos muy excepcionales como algún vino de añada especial, un champagne excepcional o algunos tratamientos de belleza, todo lo que se pueda imaginar va incluido en el precio del viaje, en el que se cuidan todos los detalles: desde organización de eventos especiales a bordo o en los puertos. En los últimos, además, la obsesión de la compañía es encontrar el mejor amarre posible, una serie de detalles que tienen un precio, que de media está en 1.500 dólares por día y pasajero.
“El lujo… y en nuestro caso el ultralujo es algo muy subjetivo. Partimos de una base ya muy alta y luego cada uno lo experimenta de manera diferente”, indica Roberto Martinoli. “A partir de ofrecer una serie de detalles perfectos, como la mejor cama posible, una gastronomía exquisita o un trato a bordo más que personalizado, lo que buscamos para distinguirnos es hacer que las experiencias del viaje sean realmente autenticas y memorables. No solo exclusivas y únicas, sino historias reales”, aclara.
900 destinos en todo el mundo
El presidente de Silversea se refiere a que, por ejemplo, sus barcos llegan a 900 destinos cuando los de su inmediato competidor no alcanzan los 400. También a que tiene varios equipos viajando por el mundo buscando permanentemente historias que se pueden dar a conocer: desde una pequeña granja en el Empordà a una escuelita en Mozambique, un centro de acogida de canguros en un parque australiano o las viñas de un bodeguero de una isla griega poco concurrida.
“El mundo es muy grande y nos queda mucho por conocer. Respetando la autenticidad, la historia genuina de un lugar y permitiendo que nuestros viajeros, en pequeños grupos, puedan vivir el destino en realidad. Eso es, para nosotros, el lujo”, señala el presidente, que a continuación remarca que una cosa no excluye otra. “Del mismo modo que, con nuestros programas gastronómicos, un chef acompañado de 10 o 15 viajeros enseña un mercado local en una isla remota; a otros les gusta pasar un día en un campo de golf, yendo a la ópera en los mejores teatros del mundo, en coincidencia con una escala larga de nuestros barcos, o asistiendo a una prueba de Fórmula 1. Esta es la clave: poder elegir. Es el lujo, el ultralujo”, concluye, recordando también que el barco que estos días se estrena es ya el décimo y que en diez años el proyecto es que la flota sea el doble: 20 buques.
Primera escala
El Silver Dawn pasó 16 horas en Barcelona. Al contrario de lo que sucede normalmente, la del jueves fue una escala en tránsito de un crucero de 17 días entre Lisboa y Civitavecchia, el puerto comercial de Roma. Tras pasar por Cádiz, Málaga, Cartagena y Valencia, el barco siguió viaje a Palma, el viernes estuvo en Marsella y este sábado en Séte. Después continuará su viaje hacia Port Vendrés, Saint-Tropez y Génova, para regresar luego a Mónaco, pasar por Livorno, Portofino y acabar el próximo día 17 en Roma.
Quienes tengan la geografía en mente o consulten un mapa, verán que el periplo por Francia e Italia no siempre va en dirección hacia el este, sino que el buque va y vuelve tanto siguiendo la dirección de las agujas del reloj como haciendo lo contrario y es que de eso va también el turismo marítimo. Se navega en un barco de cruceros por el mero placer de navegar y de conocer. Y Barcelona sigue estando en el mapa de estas navieras donde lo importante es el viaje… y también el destino.