Emmanuel Guigon director museo Picasso
Emmanuel Guigon, director del Museo Picasso. ©Rafa Marín
ENTREVISTA A EMMANUEL GUIGON

“Picasso no existe”

Emmanuel Guigon avanza los preparativos del Año Picasso, que incluyen dos grandes exposiciones en Barcelona sobre la relación del pintor malagueño con el marchante Daniel Henry Kahnweiler y con Joan Miró. Pide a la ciudad que haga "un mayor esfuerzo para comunicar que lo mejor de Picasso se encuentra aquí y no fuera".

En cada respuesta se hace él mismo nuevas preguntas, habla como si escribiera un libro o tratado. Picasso era un genio, Emmanuel Guigon un experto. Picasso tenía más de una nacionalidad, Guigon también. Picasso no te lo acabas, a Guigon tampoco. Su proximidad es total, incluso en el lenguaje, también en la disposición humilde del despacho, pero va tan al grano que cuesta atraparlo.

Para él 2023 ya ha empezado, como para Picasso el cubismo ya había empezado sin esperarlo. Serán los 50 años de la muerte y se trata no sólo de celebrar a Picasso, sino de entenderlo un poco. Seguramente el pintor no estaría de acuerdo con esto, no se trata de entender nada sino de sentir. Vale, pues no intentaremos entender todo lo que dice Guigon. Pero sin lugar a dudas llegamos a sentirlo.

— ¿Por qué será importante la conmemoración de los 50 años de la muerte de Picasso?

— El año 2023 será un año importante en relación a Picasso, pero también para Barcelona, ​​para Catalunya, para la colaboración franco-española… La firma entre Macron y Sánchez acabó de dar un cariz internacional a la celebración, a través de la creación de grupos de seguimiento, una comisión internacional y evidentemente también la colaboración de la familia Picasso. Esto sin olvidar el Ministerio de Cultura, el de Economía, el de Turismo, la Generalitat a nivel de comunicación, todo el mundo se ha volcado. Hay muchos aspectos delicados aún por perfilar, o que encarecen el proyecto, como por ejemplo el transporte de las obras, que es costosísimo.

— Perdón, ¿y el Ayuntamiento?

— Oh, por supuesto: el Ayuntamiento de Barcelona debe estar en el centro neurálgico de todo ello, en este caso también representado por mí mismo. Y no quiero olvidar tampoco el mecenazgo de Telefónica, y el ser un evento declarado de interés nacional, con las ventajas fiscales que comporta para los patrocinadores. Presentamos el año Picasso este verano, en presencia de los reyes de España, en el Reina Sofía. Serán más de 50 exposiciones y eventos, por ejemplo, ahora ya disponemos en Madrid de la exposición sobre Julio González, discípulo de Picasso y maestro de la forja, gracias al apoyo de la fundación Mapfre.

— ¿Y la presentación en Barcelona?

— La realizaremos en torno a la fecha del nacimiento (25 de octubre), o en todo caso antes de la primera exposición en Barcelona, ​​que será el mes de noviembre. Barcelona tiene una posición central en esta conmemoración por ser una ciudad picassiana. Somos el museo sobre el artista con más visitantes, más de un millón, el primero del mundo, pero somos también un gran centro de actividad cultural en Barcelona.

— Y cuna artística del maestro.

— Barcelona es donde Picasso se desarrolla intelectualmente, donde empieza a ser consciente de todo lo que va a ser capaz. Todo el mundo conoce su paso por Quatre Gats, su amistad con Nonell, con Sabartés… Después de sus primeros viajes a París (1900-1903) todavía regresa a Barcelona con frecuencia, el año 17, por ejemplo, aprovecha la interpretación en el Liceo del ballet Parade de los Ballets Rusos de Diaghilev (con quien colaboró ​​para los vestuarios y el telón de escena), e irá viniendo a menudo hasta la Guerra Civil. Barcelona para Picasso significa formación, pero también significa un vínculo constante con su ciudad de adopción. Que el museo esté aquí por su voluntad es una prueba clara de este cariño.

Emmanuel Guigon, director del Museo Picasso
Emmanuel Guigon está inmerso en los preparativos del Año Picasso, que en 2023 conmemorará el 50 aniversario de la muerte del artista. ©Rafa Marín

¿Un Museo dirigido más al público internacional que al local?— A ambos por igual, pienso yo. Tenemos su primer cuadro expuesto en una sala pública, el Arlequín del año 1917, expuesto en la Exposición de Arte del año 1919 y cedido a la ciudad el mismo año. Pero lo que tenemos, aparte de la colección propia, es sobre todo el privilegio de disponer del archivo Sabartés (escultor, escritor y secretario personal de Picasso durante los años 30 en París), dada a la ciudad con ocasión de la fundación del Museo, o del archivo Vilató, o de las donaciones de la hermana de Picasso, Lola, sobre todo durante los años 70. Cuando muere, Picasso pide a un notario que haga un inventario de toda su obra, fotografiada. Y cuando a principios de los 60 Sabartés quiere realizar la donación para crear el Museo, Picasso designa que debe tener su sede en Barcelona y a partir, sobre todo, de la colección Sabartés. Aparte que después regala a la ciudad, en memoria de la muerte de su amigo Sabartés ese año 68, una obra única e incomparable: las Meninas, cuya serie completa es única de este museo.

— Por tanto, el museo de Barcelona no solo es el Picasso joven.

— En absoluto. Picasso tiene relación con la ciudad hasta su muerte, y esto se refleja en este museo. Aparte de que éste no es un museo que exhibe obras y ya está, es un museo con alma. Cuando se inauguró, el entonces alcalde Porcioles invitó a todos, pero Picasso dijo que mejor que no asistieran autoridades: era su forma de protestar por las penas dictadas durante el proceso de Burgos.

— Un personaje muy comprometido políticamente.

— “¡Vosotros hicisteis esto!”, dijo a un nazi cuando le preguntó si era el autor del Gernika. Picasso vivía del mercado negro entonces porque no podía exponer. Ayudó a mucha gente a huir, dio dinero a bastante gente exiliada de la Guerra Civil. Entre ellos, Salvador Dalí.

Emmanuel Guigon, director del Museu Picasso
El director destaca el fuerte vínculo de Picasso con la ciudad de Barcelona y reivindica que en el museo se puede encontrar lo mejor del pintor. ©Rafa Marín

— La tarea del museo no es sólo conservar y exponer, pues, sino explicar.

— Un museo debe tener un proyecto natural y con sentido. Existe una parte de gestión del patrimonio, conservarlo, divulgarlo, pero también tenemos otra parte consistente en una política de públicos. Dinamizar las actividades, y que sean para todos, no sólo para los entendidos. Ahora mismo exponemos grabados del artista, de aquellos que Sabartés iba dando al Museo hasta su muerte, y está teniendo un espectacular éxito de público. Sin embargo, Barcelona debe hacer un mayor esfuerzo para comunicar que lo mejor de Picasso se encuentra aquí y no fuera.

— Sobre el próximo año.

— Dos grandes exposiciones: la primera (prevista para noviembre) en colaboración con el Centro Pompidou y el MNAC (entre otros) sobre Daniel Henry Kahnweiler, un gran marchante de arte relacionado con el Picasso de la época cubista, un gran amigo de él, biógrafo y todo, padrino de Manolo Hugué y Josep de Togores, y que también venía mucho a Barcelona: de hecho, gracias a él la Sala Gaspar pudo exponer a Picasso en plena dictadura. Y la segunda gran exposición, prevista para octubre de 2023, una exposición excepcional: préstamos de obras de Picasso de todo el mundo, del MOMA, del Pompidou, de la familia, para explicar la relación de Picasso con Joan Miró.

— Picasso y Miró. ¿Dónde conectan?

— En el año 17 se encuentran en el Liceu. Está claro que tienen un lenguaje diferente, son diez años de diferencia, pero tienen en común muchas cosas: para empezar, Barcelona, ​​obviamente. Y su catalanismo universal. Ambos ayudaron con los vestuarios de los Ballets Rusos y los de Montecarlo, y ambos ilustran a menudo a los mismos poetas. Destacaría también el uso del  “objeto encontrado”, es decir, tomarse la pintura como un desafío no sólo para el pincel, sino también para objetos encontrados en la calle. Ambos también reinventan la cerámica, de modo que una el arte popular y el elevado (tienen a Artigas como amigo común). Ambos realizan obras públicas (la fachada del Colegio de Arquitectos, Picasso; la Rambla o el aeropuerto, Miró) y monumentos urbanos. Y ambos tienen un compromiso intelectual y político durante la Guerra Civil, participan en el pabellón español de la Exposición Universal de París de 1937 (donde Picasso expone Gernika y Miró El pagès català en revolució). De todo esto hablaremos en esta exposición, en colaboración evidentemente con la Fundación Miró también en cuanto a espacios, catálogo y eventos.

Emmanuel Guigon, director del Museu Picasso
Guigon trabaja en una gran exposición sobre la relación entre Pablo Picasso y Joan Miró. ©Rafa Marín

— Ambicioso, todo.

— ¡Y más cosas! Entre las dos exposiciones, haremos que varios artistas (Toguo, Calvo…) dialoguen sobre el exilio, la africanidad, el poscolonialismo, los refugiados… También contaremos con la exposición itinerante de Bernard Plossu, fotógrafo francés muy influyente en la fotografía de la España de los años 70, con todos sus paisajes picassianos de Catalunya: Gòsol, Horta de Sant Joan, Barcelona, ​​Cadaqués… Y también publicaremos, en cuatro ediciones para cuatro idiomas, la cartografía Picasso y Barcelona. Sin olvidar actividades en ferias, en centros de mayores, en el Grec, en el Festival de Jazz…

— Pero sinceramente: ¿no cree usted que Barcelona se ha quedado atascada en Gaudí, Picasso, Miró y Dalí?

— Excepto Gaudí, que es ya un museo al aire libre, la relación vital de Miró, Dalí y Picasso es tan intensa con Barcelona como con París o Norteamérica. La Agrupación Adlan (Amigos del Arte Nuevo), creada por Sert, Gomis, Prats y Sindreu, difunde la obra de los tres en todo el mundo y Picasso, por ejemplo, presentó obras cubistas y vanguardistas. Para mí el Modernismo representa a la Catalunya eterna y, a la vez, su vocación de modernidad; Torres Garcia (de quien comisarié la primera exposición en el Museo, cuando aún no era director), vuelve a situar a Catalunya en las nuevas corrientes e incluso durante el franquismo aquí aparece Dau al Set, el informalismo de Tàpies… La tendencia hacia la modernidad ha sido constante, pero lo que ocurre es que hoy el mundo del arte ha cambiado mucho. El mercado es más internacional, hay fundaciones que venden mucha obra, el movimiento está ahí, claro. Aquí hay menos que en Nueva York o París, pero hay. Pero sí hay menos conexión entre intelectuales, pintores, poetas, y, en cambio, uno de los principales interlocutores es el mercado.

Emmanuel Guigon, director del Museu Picasso
Museólogo y doctor en historia del arte, Guigon dirige un equipamiento cultural que recibe a más de un millón de visitantes cada año. ©Rafa Marín

— Por último: ¿qué es Picasso, todavía hoy?

— Es que Picasso no existe: tiene mil rostros. Es un pintor casi impresionista, con su particular época azul, inventor del cubismo, revolucionario del arte… El siglo XX nace en 1907 con las Demoiselles d’Avignon, y en el año 32 Picasso tiene cuadros ya muy deconstruidos y a la vez muchos paisajes clásicos… ¡Pero siempre es un Picasso! Es un artista muy productivo, tanto que resulta incatalogable. Aparte de que también era un gran poeta, sobre todo durante los años de la Guerra Civil, y autor de varias piezas de teatro. ¡Publicaremos su obra teatral completa!

— ¿Picasso, dramaturgo?

— Exacto. Por no decir que evidentemente revolucionó la escultura, construyendo a través de objetos, cartón, botellas de absenta… Picasso lo cambia todo, influye sobre el constructivismo ruso, pero también sobre el surrealismo. Aprende a hacer hierro forjado gracias a su amistad con Julio González, termina influyendo en toda Europa y en toda América…

— ¿Con qué Picasso nos quedamos?

— Con ninguno. Con todos. Picasso es de tal enorme riqueza que, eso sí, es imposible no tener una mirada sobre su obra.