El próximo 10 de abril se cumplirán cinco años del nacimiento de Corpinnat, la marca colectiva de vinos espumosos que agrupa a once bodegas que decidieron marcharse de la Denominación de Origen Cava. Con el liderazgo de grandes marcas como Gramona, Recaredo, Nadal, Torelló, Llopart y Sabaté i Coca, su principal objetivo era prestigiar los vinos espumosos del Penedès y huir de los precios bajos del sector utilizando grandes palancas como las largas crianzas, la producción 100% ecológica, la máxima identificación con el territorio, la vinificación del 100% de la producción en la bodega y el compromiso con las variedades históricas de uva, que deben vendimiarse a mano.
“Fuimos muy valientes a la hora de dar este paso, iniciando una travesía del desierto con cierto vértigo, ya que no sabíamos qué podía pasar en el momento de abandonar la DO Cava. Pero hoy estamos muy contentos de la evolución que hemos hecho, y vemos el futuro con enorme optimismo porque con muy poco tiempo nos hemos consolidado como un referente de prestigio en Catalunya y a nivel internacional. Estamos demostrando que en el corazón del Penedès podemos jugar en la Champions del vino espumoso a nivel mundial”, reflexiona el presidente de Corpinnat, Ton Mata. “Hoy ya es normal ir a un restaurante y pedir una copa de Corpinnat; tenemos un nombre genuino e inimitable”, apunta.
Según el también propietario de Recaredo, “Corpinnat es un proyecto de valor” y, esta creación de valor, se demuestra analizando el precio de venta de las botellas que comercializan las once bodegas que hoy integran la Asociación de Viticultores y Elaboradores Corpinnat. En el último año, el precio medio de venta al público se ha incrementado un 7%, hasta alcanzar los 18,55 euros. “El futuro del Penedès pasa por generar valor; vamos por el buen camino”, destaca Mata. Debe tenerse en cuenta que el 62% de la producción de Corpinnat corresponde a vinos con una crianza de más de 30 meses y el 22% de las botellas superan los 60 meses, es decir, los cinco años. El otro 16% de la producción son espumosos de entre 18 meses —el mínimo exigido– y 30 meses.
En total, en 2022 las bodegas de Corpinnat comercializaron 2,43 millones de botellas, un 5,7% más. Se trata de un volumen ínfimo si se compara con los más de 240 millones de botellas que vende la DO Cava. En volumen de facturación, los once socios ingresaron conjuntamente 25,89 millones de euros, lo que supone un incremento del 12% respecto al año 2021, cuando se lograron superar las ventas prepandemia gracias a un crecimiento del 37%. Las exportaciones ya generan el 19,4% de las ventas y se distribuyen en un total de 63 países (siete más que en 2021), con Estados Unidos como principal mercado foráneo.
Además de Gramona, Recaredo, Nadal, Torelló, Llopart y Sabaté i Coca, estas cifras incorporan los datos de cinco bodegas más que se han ido incorporando a Corpinnat durante estos cinco años: Huguet de Can Feixes, Júlia Bernet, Mas Candí, Descregut y Pardas. Según Ton Mata, hay varias bodegas interesadas en sumarse a la iniciativa, aunque previamente tendrán que pasar las exigentes auditorías y controles que exige la asociación para incorporar nuevos socios. “No tenemos techo, queremos ser más, habrá un goteo, pero nuestra exigencia es muy alta”, recuerda Mata.
Se reinician las conversaciones con Clàssic Penedès
Para Corpinnat es un pilar fundamental la vinificación del 100% de la producción en la propiedad, es decir, está prohibida la compra de vino base, una cuestión generalizada en la mayoría de empresas de vinos espumosos. Ésta es, precisamente, una de las líneas rojas que dificulta que avancen las negociaciones con los productores de Clàssic Penedès para crear una nueva denominación de origen en el Penedès centrada en vinos espumosos. “Somos el modelo más exigente y riguroso que existe en el mercado de los espumosos, y no pensamos renunciar a algo que nos ha costado tanto conseguir”, advierte Mata, quien reconoce que recientemente se han reiniciado las conversaciones con las bodegas de Clàssic Penedès, hoy amparadas por la DO Penedès.
Precisamente, no formar parte de una denominación de origen y haber escogido la fórmula legal de marca colectiva de la Unión Europea ha penalizado a los socios de Corpinnat, que han quedado fuera de muchas subvenciones. Concretamente, lamentan que han perdido o dejado de ingresar 400.000 euros de las ayudas que se concedieron al sector del vino durante la crisis del covid. En este sentido, reclaman a las administraciones que tengan en cuenta “muchos más aspectos más allá de ser o no una Denominación de Origen”, como el hecho de autoexigirse unos requisitos de elaboración que son los más exigentes de toda la Unión Europea.
Uno de estos requisitos es que todas las bodegas deben tener viñedos de titularidad propia. En total, los socios poseen 644 hectáreas de viñedo, pero se abastecen también de uva de viticultores independientes que suman otras 420 hectáreas. Con estos viticultores se deben firmar contratos de larga duración (mínimo de tres años) y comprar las uvas a un precio mínimo fijado por la asociación: 0,75 euros por kilo en 2022, aunque el precio medio efectivo pagado en esta última vendimia ha sido de 0,89 euros, kilo. Según el vicepresidente de Corpinnat, Xavier Nadal, en total se cosecharon y entraron en bodega 5,76 millones de kilos, el 58% de cosecha propia. “Estamos inmersos en una nueva realidad climática a la que somos capaces de sobreponernos y dar respuesta”, destaca Nadal en referencia a que en los últimos 30 meses el volumen de lluvias ha sido de 200 litros por hectárea inferior a la media habitual.
Los socios de Corpinnat suman 263 trabajadores y el pasado año incrementaron en un 63% las visitas enoturísticas, con un total de 34.528 visitantes que pudieron disfrutar de actividades como el Festival Gastronómico Corpinnat. Según Nadal, actualmente en las cavas de las bodegas hay 12 millones de botellas en proceso de crianza, el equivalente a las ventas de cinco años, lo que demuestra “el compromiso absoluto con las largas crianzas”.