Coorganizada por la Fundación BBVA y comisionada por David Bestué, artista visual, escritor y crítico de escultura y arquitectura, y Martina Millà, jefa de programación y proyectos de la Fundació Miró, la muestra hace un recorrido no lineal en el tiempo por la escultura moderna y contemporánea desde una perspectiva personal que incluye también obras antiguas y objetos sin autoría. Se trata de un centenar de obras seleccionadas mediante siete estaciones en las que las piezas se asocian entre ellas, cobran un sentido.
Al visitante, no debe sorprenderle ver, por ejemplo, obras de terracota, egipcias o griegas junto a piezas contemporáneas de metal o materiales desechados. Este eclecticismo juega un papel crucial para desarrollar la idea de evolución en todas direcciones y abarca piezas de principios del siglo XX hasta la época postmoderna y la actualidad.
Destacan obras de Antoni Gaudí, Júlio González, Alexander Calder, Joan Miró, Apel·les Fenosa, Lygia Clark, On Kawara, Richard Serra, Robert Smithson, Bruce Nauman, David Medalla, Eva Lootz, Susana Solano, Pipilotti Rist, Karin Sander o Wolfgang Tillmans, y así, hasta 65 artistas internacionales.
Estamos ante un viaje que nos demuestra cómo la escultura del siglo XX quería ir más allá de la representación y la generación de imágenes y cómo la del siglo XXI aporta nuevas técnicas y nuevos imaginarios y sensibilidades para llevarnos al límite en cada época
Y es que históricamente la escultura ha generado siempre un diálogo tenso con la realidad. Desde el figurativismo y la plasmación de objetos a la inclusión de estos en el espacio de la representación. Reflexiona sobre la copia y la repetición, sobre la recreación fiel o la abstracción, la experimentación con materiales, la exploración de las propiedades físicas, la relación del objeto con el sujeto y su entorno, el paso del tiempo y la ocupación del vacío.
La época actual ha llevado a los artistas a buscar una relación radical con el espacio, a apostar por formas que huyen irremediablemente de la figura, formas geométricas o imposibles que se contorsionan o se sostienen en peanas transmitiendo fragilidad; o más bien todo lo contrario, robustez, desproporción, etc.
David Bestué razona la colección separándola por bloques:
- ARS INFAMIS: donde se pone en valor el molde, el proceso de copia. Un modo de trabajo que en la antigüedad se consideraba un “arte infame” que “robaba las formas” y en el que destacan dos moldes de Gaudí para La Sagrada Familia, la obra de Nauman con su espectacular escultura en cera Cabeza de Julie y Cabeza de Julie bocabajo, lengua con lengua (1990) y el interesante trabajo de reproducción 3D de Karin Sander.
- CRUDO: el material está por encima de todo. A destacar la obra de Perejaume, hecha a partir de residuos (1994), el sorprendente libro transformado en butifarra de Dieter Roth (1967), Pluja (1973) de Joan Brossa, donde las gotas de agua hacen aparecer palabras en un libro y la pieza de espuma de David Medalla, Cloud canyons (2016).
- ESPACIO: destacan la gravedad y el equilibrio. Aquí sobresale El Corcovado de Calder (1951), Soporte (1992) de Richard Serra y La temática estelar (1940) de Leandre Cristófol, realizada a partir de conchas recolectadas durante su paso por un campo de trabajo en la posguerra.
Las obras expuestas plantean siempre cómo, de qué forma inciden en la realidad, y a su vez, ambicionan el deseo de captar emociones humanas sabiéndose objetos inertes
- OBJETO DOBLE: los objetos pasan a tener otra función muy distinta de su uso habitual. El reutilizar y la metamorfosis del uso de las piezas en el que destacan obras de Robert Gober, Ester Partegàs y la obra de Apel·les Fenosa, que junto a Picasso realizó el Busto de Dora Maar (1939), y que se presenta con Fulla de figuera (1958). También encontramos Femme (1946) de Miró, hecha de hueso y piedra, y con una historia detrás que descubre cómo una niña la usó como muñeca en 1949.
- PRESENTE CONTINUO: donde el paso del tiempo proporciona piezas efímeras, dañadas. Encontramos momias de gato y un lagarto en el interior de una pieza de metal tratada con electrólisis en 1890. Un reloj de Hirchhorn, P.O.T.H.A.A.VFB (1968) de Roth, y la proyección Doble luz (2010) de Pipilotti Rist sobre una figura de bronce del propio Miró.
- UN CUERPO NUEVO: el cuerpo, la corporeidad, se centra en el busto y en la figura humana. El ya mencionado busto de Dora Maar junto al de Matilde de Aguilera y Gamba (1863-87) nos muestran una clara idealización de la belleza.
- CONTACTO: las sensaciones como la pulsión sexual intentan ser representadas mediante objetos. A destacar Cheeck to cheeck de June Crespo (2015) y la obra Los enamorados II (1933) de Juli González.
Bestué también adjudica una nueva misión a la escultura actual. Una escultura entendida como algo real, palpable, físico, en el mundo virtual de Internet en el que vivimos. Considera “que puede aportar cosas que los medios virtuales no, como la idea de presencia, intensidad o materialidad”.
La escultura, a lo largo del tiempo, siempre anhela “capturar un cuerpo, un beso o un sentimiento perdido en un tiempo y en un espacio”, en palabras de Bestué
El comisario toma como referente para el título la obra del poeta Mario Montalbetti, en la que reflexiona sobre el significado de la palabra sentido y, en la línea de Deleuze, redefine el sentido como una dirección, una toma de decisiones consciente o inconsciente, no como significado de nada en concreto. Bestué fantasea también con el mito de Galatea y Pigmalión de Ovidio, la bella escultura que cobra vida por obra de Afrodita y debe enfrentarse al mundo por sí misma, existir en la realidad.
La exposición se acompaña de un catálogo que reúne el texto comisarial, ensayos de relevancia sobre la materia, firmados por Mario Carpo, Jane Bennett, Ester Pino, Julia Spínola, Aimar Arriola y Maite Garbayo, una entrevista a la escultora Susana Solano a cargo de David Bestué, así como un epílogo de Martina Millà. La exposición cuenta con una programación pública que incluye, entre otras propuestas, una muestra de pequeño formato sobre la técnica escultórica de la fundición en bronce, una de las más utilizadas por Miró.