Josep Tabernero
El doctor Josep Tabernero. © Àngel Bravo
BARCELONA SCIENCE WEEK

“Si hacemos bien las cosas, se pueden evitar el 30% de los tumores”

El doctor Josep Tabernero es una de esas personas que todo el mundo se para a escuchar cuando habla. Porque sabe lo que dice, por duro que sea, porque conoce profundamente una enfermedad que toca de cerca a muchos. Es el jefe del Servicio de Oncología Médica del Hospital Vall d’Hebron, director del Vall d’Hebron Instituto de Oncología (VHIO) y responsable de la Unidad de Investigación de Terapia Molecular de Cáncer en Vall d’Hebron, pionera en toda España en el desarrollo de ensayos clínicos. Recientemente, se ha implicado en el futuro CaixaResearch Institute como director del comité científico que lo está sacando adelante.

Nacido en Barcelona en 1963, se licenció y doctoró en Medicina y Cirugía en la Universidad Autónoma de Barcelona (UAB). La residencia la hizo en Vall d’Hebron, donde coincidió con el doctor Josep Baselga, quien años después fue su jefe y compañero. Ha dedicado toda su carrera al cáncer y se ha convertido en uno de los principales oncólogos del mundo, a pesar de que llegó a valorar especializarse en neurocirugía. Formato también en Esade e Iese, Tabernero aprovecha cualquier pregunta para recordar que el cáncer se puede prevenir, que nos podríamos ahorrar muchas muertes, sin dejar de poner el foco en toda la investigación que queda por hacer y los recursos que se tienen que destinar.

— ¿Cómo definiría el cáncer?

— El cáncer es un crecimiento desproporcionado de células que se vuelven anómalas, acompañado por una serie de alteraciones que hace nuestro propio organismo para ayudarlas. No son solo células malignas: los tumores, cuando aumentan más de dos milímetros de diámetro, necesitan vasos sanguíneos para alimentarse. Nuestro organismo es tan burro que les da vasos sanguíneos, que no son células cancerígenas. Pero también las células malignas hacen que se produzca una inflamación y, esto, favorece que puedan progresar e ir hacía otros lugares. Además, las células malignas crean sustancias para engañar al sistema inmune y que no lo ataque. Por eso, el cáncer es también todas las barbaridades que hace nuestro organismo para ayudarlo a crecer.

— ¿Cómo puede ser tan inteligente?

— Todas las células eucariotas, entre las que también se encuentran las bacterias, son inteligentes. ¿Por qué son tan inteligentes para crecer, pero no tanto para parar y no acabar destruyendo un organismo y morirse? Si fueran extremadamente inteligentes llegarían a un equilibrio. Si al final acaban matando al enfermo, todas las células cancerígenas mueren también. Las células del cáncer no dejan de ser una células normales en las que han aparecido una serie de errores genéticos que hacen que empiecen a crecer. Pero son como el resto de células, están preparadas para vivir y autoperpetuarse, pero de una manera desorganizada y sin ningún control ni freno.

— ¿Qué podemos hacer?

— La prevención de la enfermedad es extremadamente importante. El 30% de los tumores se puede evitar si hacemos las cosas bien hechas. Primero, eliminar el tabaco, es el factor más importante que provoca cáncer. Pero, si juntas todo lo que está ligado con la alimentación y los hábitos de vida, el efecto es más grande que el del tabaco. Esto quiere decir un exceso de consumo de grasas, de carne roja o de ultraprocesados, poco consumo de fibra, obesidad y falta de ejercicio. Cuando todo esto lo pones junto, el efecto es más grande que el del tabaco solo. Después, está la contaminación. Nos guste o no, hay que sacar los motores de las ciudades. Pero no solo de los coches y los camiones, sino también de las calderas de gasóleo y de gas. De aquí 10 o 15 años estarán prohibidas.

Entrevista doctor Josep Tabernero

— Si ya se sabe, ¿por qué no se hace?

— Para poder evitar estos tumores, tienes que tener muy claro por qué pasan. Si no, no lo puedes regular. No podemos prohibir los alimentos ultraprocesados, a pesar de que sabemos que, si comes muchos, tienes más cáncer. Pero no sabemos el porqué. Lo sospechamos, sí, pero se tiene que verificar. Lo tenemos que hacer porque, para acabar regulando y prohibiendo algo, lo tienes que tener muy claro. Si no, los lobbies van en contra. Más en este país, que es un gran exportador de comida. Pero también el mercado. Las tiendas tienen alimentos ultraprocesados porque, si no, pierden clientes. Al final, la culpa es del individuo. ¿Qué se puede hacer? Se puede educar mejor y dar más información, pero la gente tiene que tomar más decisiones.

— Entendido.

— La pregunta que no me haces, pero que a veces me hacen es: ¿El cáncer desaparecerá? La respuesta es que no, porque la enfermedad está ligada, mayoritariamente, a hacerse mayor. Es verdad que, cada vez, detectamos más cánceres, también lo hacemos en épocas más precoces, por debajo de los 50 años. Pero, mayoritariamente, el cáncer está vinculado al envejecimiento. Cuando empecé a trabajar, se curaban el 35% de los enfermos, ahora estamos en el 65% en las mujeres y el 56% en los hombres. De cara a 2030, llegaremos al 70% de supervivencia y, en 2040, más. Si, además, evitamos los tumores que se pueden evitar, aún mejor. Cada vez, las cifras son más buenas, pero, desaparecer del todo, no desaparecerá. Si muriéramos con 40 años, no habría cáncer. Cuando más envejecemos, más posibilidades tenemos de que las células de nuestro organismo degeneren. Si, encima, le ponemos gasolina, fumando, bebiendo y comiendo mal, todo esto lo provoca aún más.

“Cuanto más hablas del cáncer, más se hace, más conscientes somos de que podemos tenerlo, más precozmente se diagnostica y más posibilidades hay de curarse”

— ¿Todavía le tenemos miedo a la palabra cáncer?

— Le teníamos miedo, pero hoy en día se habla abiertamente. Se hacen carreras solidarias y se organiza la Marató. En los 60, cuando se hablaba de cáncer, todo el mundo miraba al techo.

— ¿Qué nos ha hecho cambiar?

— Muchas cosas. Primero, el pronóstico ha mejorado mucho, con casos como el cáncer de mama con una supervivencia por encima del 90%. Segundo, nos hemos dado de cuenta que, mires por donde lo mires, 1 de cada 2 hombres y 1 de cada 3 mujeres, a lo largo de su vida, tendrá cáncer. Por lo tanto, es un problema del que hay que hablar abiertamente y, si es una enfermedad de la que se ha avanzado mucho en el conocimiento, la investigación, el diagnóstico y el tratamiento, merece la pena hablar. Cuanto más hablas, más se hace, más conscientes somos de que podemos tenerlo, más precozmente se diagnostica y más posibilidades hay de curarse.

Hospital Vall d'Hebron

— ¿Cómo está Barcelona a nivel sanitario?

— La ciudad siempre está bien posicionada. Son muchos factores que han contribuido a ello. En primer lugar, hay una buena academia de medicina. Las escuelas de medicina son buenas, en comparación con el resto del Estado. Después, en el ámbito de la investigación, siempre han habido institutos de investigación ligados a los hospitales. Existe un magma de centros, entre los que hay mucha colaboración, que ha hecho que Barcelona esté en una situación privilegiada. También están las becas de financiación ERC de la Comisión Europea o el programa ICREA, impulsado por el conseller Andreu Mas-Colell. Por último, tenemos una red asistencial muy buena, con conexión en todo el territorio, que hace que esté garantizada la equidad geográfica con tecnologías punteras para el diagnóstico y el tratamiento de las enfermedades. No hay un único mensaje. Son muchas cosas que han coincidido y que han favorecido que haya mucha investigación, especialmente en el área biomédica. Claro, también está el atractivo de Barcelona como ciudad donde poder vivir, con buen clima, buenos hábitos de vida, no solo la dieta… cosa que hace que haya investigadores de todo el mundo que quieran venir aquí.

“Investigar nos ahorra enfermedades. Para aquellas que no se pueden evitar, investigar permite tener mejores diagnósticos y tratarlas mejor”

— ¿Qué le falta al ecosistema científico de la capital catalana?

— Estabilidad política y administrativa. Para desarrollar planes de investigación y atraer socios, hace falta estabilidad estratégica y decir: “Apostamos por esto porque, además de ser un motor de conocimiento y de salud, es un motor económico”. Para esto, necesitas planes continuados y no distraerse, porque hay mucha competencia en todo el mundo. También hace falta más financiación, tanto pública como privada. Ha aumentado mucho, pero todavía no estamos en la situación de otros países líderes. La investigación es cara, pero también puede ahorrar mucho dinero. Si tienes gente enferma, primero, disfrutan menos de la vida, pero, desde el punto de vista coste-eficiencia, estar enfermo es un consumo muy desmesurado de recursos, todavía más en algunas enfermedades. Investigar, especialmente en el campo de la prevención, nos ahorra enfermedades. Para aquellas enfermedades que no se pueden evitar, investigar permite tener mejores diagnósticos y hacerlo más precozmente, y, una vez detectadas, tratarlas mejor, aumentar la supervivencia, hacerlas crónicas. Hay muchos ángulos para demostrar que invertir en investigación nos dará una mejor salud.

Josep Tabernero VHIO

— A lo largo de su carrera, ¿cómo cree que ha cambiado el sector?

— Hay mucha más colaboración entre centros. No todo el mundo tiene que volver a hacer lo mismo, sino que es mucho más rápido colaborar, también compartir infraestructuras, que son caras. Antes, todo el mundo tenía su laboratorio de proteómica y se decidió que lo pasaran a tener dos centros y que todos fuéramos ahí. Es una buena decisión para ser más eficientes. Además, se ha producido un boom de conocimiento. Cuando empecé, no existían aún los programas del genoma humano y han supuesto un cambio revolucionario para el conocimiento de la enfermedad, para entender bien sus particularidades y los diferentes tipos que hay. Desde que empecé hasta ahora, en tan solo 35 años, la supervivencia se ha duplicado. Esto no ha pasado en ninguna otra área de la medicina en tan poco tiempo.