Carme Riera The New Barcelona – Moments Estel·lars
Toni Aira con la escritora Carme Riera, protagonista de una nueva sesión del ciclo 'The New Barcelona – Moments Estel·lars'. © theNBP

La agente literaria que quería ser dios

Carmen Balcells posicionó a Barcelona en el mapa literario de la mano de autores como Gabriel García Márquez, pero, sobre todo, protagonizó una larga lista de historietas, dignas de libro y recogidas en la biografía que ha hecho Carme Riera

Para los que no conozcan nada de la hipnótica figura de la agente literaria Carmen Balcells, tienen que empezar sabiendo que, si le había gustado un libro, lloraba. Según remarca su biógrafa, la escritora Carme Riera, la lágrima fácil se acompañaba por su capacidad para convertirse en la reina de la fiesta o ser dura hasta la saciedad para conseguir un buen contrato. Lo importante era caerle bien. Y tener la carta astral a favor. O, en su defecto, haber superado un análisis grafólogico.

Estas son algunas de las infinitas anécdotas que rodean a la agente literaria que fascinó a una larga lista de escritores, entre ellos seis Premios Nobel, y puso a Barcelona en el mapa literario. Carmen Balcells (Santa Fe de Segarra, 1930 – Barcelona, 2015) tuvo una vida de libro y, como no podía ser de otra forma, ha quedado recogida en Traficante de palabras (Debate, 2022), una biografía que la protagonista no habría autorizado. A pesar de ello, Riera, una de las escritoras representada por Balcells, la escribió para contribuir así a su beatificación, según ha contado este lunes en una nueva sesión del ciclo The New Barcelona – Moments Estel·lars, organizado por The New Barcelona Post, en colaboración con Must Media GroupCASA SEAT y Barcelona Global, y presentado por el periodista y profesor de la UPF-BSM Toni Aira.

La escritora, amiga y “clienta” de Balcells —como siempre definía la agente literaria a sus representados, pese a que tuviera una buena relación con ellos—, tenía material de sobras, más siendo la afortunada que la entrevistó por primera vez, en el año 1982, aunque Balcells quedó completamente defraudada. “Decía que los escritores eran los que tenían que hablar y los agentes, callar”, recuerda Riera.

Para poder conocer bien a la agente literaria, Riera primero tuvo la suerte de caerle bien. Luego, superó otra prueba vinculante: a ella y sus hijos la pitonisa que la agente literaria tenía en nómina les había hecho la carta astral y no había nubarrones a la vista. Había a quién le hacía que le analizasen su letra para saber si podía confiar en él. Balcells no solo creía en los ascendentes, sino que también prefería firmar contratos en los días 7, 17 o 27 de cada mes. Y, obviamente, cuidado con la sal y nada de números 13. Así que, si alguna vez quedaba con gente y se daba la coincidencia de que el número total de invitados era esa desafortunada cifra, llamaba a su hija para romper la mala suerte.

Una vez pasados estos trámites, poco convencionales, Balcells cocinaba macarrones, como cuenta Eduardo Mendoza, o enviaba flores siempre que podía, cumpleaños, santos y cuando hiciera falta. A Riera, una vez se las envió un 26 de julio. “Como si te llamases Ana”, decía la tarjeta, porque, claro, era Santa Ana y no Santa Carme, pero nunca está de más tener un detalle. Hubo a quien le dejó su casa para que escribiera. Siempre tenía a disposición de quien hiciese falta a Dionisio, un taxista preparado para cualquier situación. Y, si se rompía la lavadora, había autores que antes llamaban a la agencia en vez de buscar la garantía. “Carmen, en el fondo, lo que quería ser es dios”, resume Riera, “quería estar a la altura de las circunstancias, aunque significase la ruina… Tenía una generosidad inmensa”.

Cuesta creer que alguien así no fuera un personaje imaginado por autores como Gabriel García Márquez, uno de los escritores principales a los que, afortunadamente siendo de carne y hueso, representó. Aunque empezó mal, esa relación acabó posicionando a la capital catalana y dando forma a lo que se conoció como el boom latinoamericano. A Balcells le habían hablado de García Márquez y decidió irse a presentar. Viajó hasta México en 1965. Pero al escritor le pareció que lo que le proponía era “un contrato de mierda”. La agente literaria persistió y consiguió que el colombiano se afincase en Barcelona a finales de los años 60. Le siguió Mario Vargas Llosa, así como todos sus amigos, entre ellos, Carlos Fuentes.

A Balcells le habían hablado de García Márquez y decidió viajar hasta México para presentarse. Al escritor le pareció que lo que le proponía era “un contrato de mierda”. Por suerte, la agente literaria persistió.

Pese a que Barcelona era una ciudad gris, en plena dictadura, los escritores latinoamericanos encontraron una capital mediterránea en la que vivir cómodamente, sin ser demasiado cara y cerca de Francia, según señala Riera. “Carmen expandió el boom latinoamericano”, remarca su biógrafa. Lo hizo porque les unió, como escritores en castellano, sin diferenciar de qué país venían.

Más allá de las anécdotas, Balcells consiguió cambiar un sector caracterizado por cláusulas draconianas, como las que ahogaban a la autora más vendida de España, Corín Tellado, con un contrato que la ligaba de por vida. La agente literaria consiguió la aprobación de lo que se conoció como cláusula Balcells, permitiendo que los escritores pudiesen fraccionar el pago a Hacienda cuando recibían un premio o les ingresaban un anticipo cuantioso. Tan milagroso fue lo que obtuvo que Balcells montó una fiesta y fue disfrazada de Papa, repartiendo bendiciones entre los asistentes. Si no fue dios, se quedó cerca. Quien no se lo crea, que le pregunte al cura a quien le había regalado un ordenador. Nunca le había funcionado hasta el día en el que murió Balcells. “No he podido fabular nada”, asegura Riera.

Toni Aira Carme Riera
El periodista Toni Aira y la escritora y biógrafa no autorizada de Carmen Balcells, Carme Riera. © theNBP