La iluminación es uno de los elementos urbanísticos que más influye en las sensaciones que tenemos cuando caminamos por la ciudad. Se convierte en clave en calles estrechas, sin tiendas o con esquinas muy cerradas, y en solares y zonas abandonadas en las que no vemos todo lo que hay. No solo por una cuestión de seguridad personal sino para evitar caerse con arcenes o baches que no hemos podido intuir. En Barcelona, hay casi 150.000 puntos de luz, pero todavía quedan puntos oscuros por resolver en toda la ciudad. El consistorio trabaja para renovar las farolas y ganar en seguridad y eficiencia energética, potenciando el uso de la tecnología led.
El Ayuntamiento de Barcelona utiliza dos vías para mejorar la iluminación de la ciudad: el contrato de alumbrado público, que se encarga del mantenimiento y la conservación de las diferentes luces, y los planes de renovación integral, que las van renovando. Las farolas que vemos por la calle tienen una vida útil de entre quince y veinte años, y se van cambiando cuando se estropean o cuando aparece una tecnología mejor, como la led. En la capital catalana podemos distinguir dos tipos de luces, unas con un color más amarillento y otras con uno más blanco. Las primeras son lámparas de vapor de sodio a alta presión, mientras que las segundas están dotadas de leds.
La tecnología led se empezó a implementar hace unos seis años en Barcelona y actualmente representa casi el 30% de todos los puntos lumínicos de la ciudad, según señala la directora de Servicios de Energía del Ayuntamiento de Barcelona, Cristina Castells. Cada vez que el consistorio hace una renovación en el alumbrado público, lo hace con luces led, persiguiendo un doble objetivo. Por un lado, son más eficientes y permiten reducir el consumo eléctrico, a pesar de que las lámparas de vapor de sodio ya lo son bastante y, por lo tanto, no se gana mucho. Lo que la tecnología led sí que cambia considerablemente es la sensación lumínica gracias al uso de luz blanca, haciendo percibir a los peatones que hay más cantidad de luz y mejorando la precisión de los colores que ven.
La tecnología led representa casi el 30% de las 150.000 luces que hay en la ciudad
Este es uno de los mecanismos que tiene el Ayuntamiento para mejorar la sensación de luz que tienen los barceloneses, pero no es el único. Tradicionalmente en las ciudades, las luces de la calle servían mayoritariamente para iluminar las calzadas por donde circulan los coches y no las aceras. Según detalla Castells, actualmente se está apostando por garantizar que se vea bien en las zonas por donde pasan los peatones, a través de puntos lumínicos con dos farolas, que alumbran tanto las vías como las aceras. Asimismo, se trabaja por asegurar que no hay espacios oscuros entre las zonas que iluminan las farolas y se produzca una uniformidad, es decir, que se pueda ver toda la calle con luz y no haya partes oscuras.
Uno de los factores que también influye en la percepción que tenemos cuando caminamos por la ciudad es la presencia de árboles, que crecen hacia la luz y, a veces, sus ramas y hojas tapan el alumbrado. Es por eso que el consistorio está introduciendo báculos con dos niveles, uno por encima de las copas de los árboles que ilumina la carretera y uno por debajo que lo hace para la acera.
Iluminar más las aceras y no tanto las calzadas es una de las demandas de los comerciantes barceloneses, además de poner más puntos de luz en la ciudad y no solo irlos renovando. El presidente de Barcelona Comerç, Salva Vendrell, sostiene que, si la ciudad continúa avanzando hacia una pacificación de sus calles, hay que asegurar que se pueda ver bien cuando se camina por sus aceras de noche, y pone en valor el papel que juegan en esto las tiendas, que, con sus luces, dan vida en las calles y seguridad a los vecinos.
Para Vendrell, el último plan integral de renovación del alumbrado, aprobado a finales de 2017, ha sido insuficiente porque no se han ganado más luces y reclama que el próximo encuentre un mayor equilibrio entre el alumbrado en las aceras y las calzadas, incrementando los puntos lumínicos en las primeras y renovando los que hay en las segundas.
Recorridos nocturnos para detectar puntos oscuros
El Ayuntamiento detecta las zonas donde el alumbrado solo ilumina la carretera, donde muchas tiendas han cerrado recientemente y se ha perdido iluminación en la calle, o donde los árboles han crecido demasiado y tapan las luces, a través de las empresas que se encargan del mantenimiento y la conservación de los puntos lumínicos. Pero también a través de las observaciones de los propios vecinos. Una de las vías para conocer qué sensación tienen cuando caminan por la ciudad es a través de recorridos nocturnos, en los que se identifican los puntos oscuros que hay en el barrio o qué zonas son más inseguras para las mujeres o la gente mayor.
El Ayuntamiento y entidades como Col·lectiu Punt 6 hacen rutas nocturnas para ver cuáles son las zonas más inseguras de la ciudad para las mujeres
Estos recorridos nocturnos también los hace el Col·lectiu Punt 6, una cooperativa barcelonesa que trabaja para construir una ciudad más inclusiva. Una de sus integrantes, Roser Casanovas, expone que estas rutas sirven para comprender que las sensaciones en la calle por la noche o cuando está oscuro tienen clarísimamente un componente de género y que se fundamentan en cómo están configurados los elementos urbanos.
Iluminación para garantizar una ciudad más inclusiva
Para revertir la desigualdad de género urbanística, Casanovas defiende que una de las soluciones pasa por poner énfasis en una mejor iluminación, con más luces led, enfocando a las aceras y haciendo convivir el alumbrado con los árboles, pero también con luces en las fachadas de los edificios —la iluminación es más continua y no encuentra obstáculos por el camino—, o alumbrando más espacios como las paradas de autobús, que sirven de guía en lugares que no conocemos. También propone cambiar el diseño de los portales de los edificios y los escaparates de las tiendas, con ventanas o puertas de vidrio que permitan que sus luces interiores traspasen a la calle, y dotar a los equipamientos públicos de luces de emergencia que siempre estén encendidas.
El Col·lectiu Punt 6 sugiere alumbrar más espacios como las paradas de autobús, que sirven de guía en lugares que no conocemos
Sin embargo, Casanovas remarca que con una mejor iluminación no hay suficiente para conseguir que las ciudades sean más inclusivas. Alumbrar más espacios que se perciben como inseguros puede ser una solución a corto plazo, pero subraya que a largo plazo hay que reformularlos. Pone de ejemplo los túneles para acceder a paradas de metro como la de Mercat Nou, que por mucho que tengan muchas luces continúan provocando sensación de inseguridad.
Nuevo contrato de alumbrado público y plan de renovación integral
El consistorio aprobó recientemente los pliegos del nuevo contrato de alumbrado público, que tendrá una duración de tres años más dos prorrogables y un valor de 18,8 millones de euros anuales. La directora de Servicios de Energía del Ayuntamiento de Barcelona, Cristina Castells, indica que se acostumbran a presentar empresas medianas, no demasiado grandes, especializadas en el mantenimiento de servicios urbanos o en obras. El nuevo contrato, bastante continuista con el anterior, divide Barcelona en tres zonas, facilitando que se puedan presentar empresas más pequeñas —no gestionan toda la ciudad— y fomentando la competencia entre ellas. La previsión con la que trabaja la administración local es que el mes de septiembre se haga la formalización de las empresas adjudicatarias.
El contrato de alumbrado público divide Barcelona en tres zonas, facilitando que se puedan presentar empresas más pequeñas
Una vez se escojan las tres empresas que se encargarán del mantenimiento y conservación del alumbrado público en Barcelona, el Ayuntamiento empezará a trabajar en el nuevo plan de renovación integral, profundizando en los principales objetivos que marcó el anterior, como más seguridad, eficiencia energética y gestión inteligente y mejor salud y calidad ambiental, además de reforzar las aceras y la uniformidad lumínica, entre otras cuestiones. El último plan tenía una vigencia prevista desde el 2018 hasta el 2020, pero la pandemia ha retrasado su finalización y el consistorio calcula que lo terminarán en abril.