Judit Mascó, presidenta de Ared, con el educador Faustino García, de la Unidad Terapéutica Educativa de Villabona.

Ared reivindica que otra cárcel es posible para las mujeres presas

Con una trayectoria de casi 30 años, la entidad se ha convertido en un referente en Barcelona en acompañamiento integral y formación de personas en situación de alto riesgo de vulnerabilidad. A su empresa de inserción laboral ha sumado ahora un centro especial de empleo que permitirá atender también a personas con discapacidad.

Hace unos días, la Fundación Ared eligió la antigua prisión de La Modelo para celebrar su cena benéfica anual. Con esta ubicación, la entidad social quería reivindicar sus orígenes, ligados al centro penitenciario de mujeres de Wad Ras y a la figura de Teresa Rodríguez, que fue la fundadora y alma mater de la entidad hasta su jubilación en 2018. A comienzos de los años 90, Rodríguez planteó a la dirección de la cárcel y a la Generalitat la necesidad de dar una nueva oportunidad a las mujeres que salían de prisión, ofreciéndoles una formación como costureras y dándoles un empleo, ya que, si no, al finalizar la condena volvían a delinquir para poder subsistir.

Fue así como, en 1994, nació Ared, que impartió un primer curso de confección a cinco mujeres privadas de libertad. 28 años después, por la entidad han pasado más de 14.000 personas, convirtiéndose en uno de los referentes sociales en Barcelona, ya no solo para las mujeres procedentes de centros penitenciarios, sino también por sus programas de acompañamiento integral y formación de personas en situación de alto riesgo de vulnerabilidad.

“La mayoría de las mujeres a las que atendemos actualmente proceden de los servicios sociales, no de las prisiones, pero reivindicamos nuestros orígenes, porque siguen siendo un colectivo prioritario para nosotros. Es necesario crear unos espacios de formación y acompañamiento donde no se las juzgue y que permitan a estas mujeres encontrar un empleo. Ellas ya han pagado su pena, han cumplido con la sociedad y Ared quiere ser el puente para su inserción o, mejor dicho, para su reinserción: ¡tienen derecho a una segunda oportunidad!”, afirma enérgica Judit Mascó, presidenta de Ared desde 2018.

La cena solidaria en La Modelo contó con la participación de Faustino García Zapico, educador, y con Begoña Longoria, trabajadora social, cofundadores y coordinadores de la Unidad Terapéutica Educativa (UTE) de Villabona (Asturias), una entidad que trabaja para demostrar que “otra prisión es posible”. García Zapico y Longoria expusieron las bases del “modelo alternativo de intervención educativa” que han desarrollado y que permite transformar la realidad penitenciaria al “eliminar la subcultura carcelaria que hace de la prisión una escuela de delincuencia”.

Ared se muestra muy crítica con el sistema penitenciario actual, basado en un código penal muy punitivo que lo convierte “en uno de los más obsoletos de Europa”. “Nos proponemos demostrar que existen alternativas que tienen un mayor valor para la reinserción en la sociedad de las mujeres privadas de libertad”, señala Ared, que añade que “ser mujer y haber estado en la cárcel es uno de los mayores estigmas que se puede tener en la sociedad actualmente”. “Las cárceles están pensadas para hombres, en ellas se reproduce el mundo machista en el que vivimos”, apunta la fundación presidida por Mascó.

A lo largo de sus casi tres décadas de existencia, desde su sede central en la calle Zamora de Barcelona, Ared ha ido diversificando su actividad y actualmente presta servicios de formación, acompañamiento social e inserción laboral. En formación, la entidad imparte cursos en cuatro ámbitos: confección, cocina, pastelería y atención sociosanitaria, en alianza con el Servei Públic d’Ocupació de Catalunya (SOC), el Ministerio de Trabajo y el Fondo Social Europeo.

Para la inserción laboral, y de la mano de entidades como la Fundación La Caixa, Ared cuenta con múltiples programas de atención a distintos colectivos, a quienes prepara y acompaña para que puedan trabajar en las empresas ordinarias. Además, cuenta con su propia empresa de inserción, Salta, que brinda una primera oportunidad laboral a personas con especiales dificultades que, una vez formadas, inserta en el mercado ordinario. Salta opera con tres áreas de negocio: servicios de restauración (Catering Ared), obrador de pastelería y panadería (Gourmet Ared) y taller de confección industrial (Confección Ared).

Foto de grupo del equipo de la Fundación Ared y sus colaboradores.

Con esta última actividad, la entidad trabaja para diversas marcas textiles, fabrica ropa de hogar para hospitales y realiza también, por ejemplo, los arreglos para boutiques como Santa Eulàlia. Además, lanzó al mercado una marca de uniformes laborales que se presentó en 2019 con un desfile en la pasarela de moda 080 Barcelona. “Nos está costando encontrar nuestro espacio dentro del competitivo mercado de los uniformes de trabajo”, reconoce Mascó, quien hace “un llamamiento a las empresas para que den trabajo a sus talleres sociales”.

Centro de formación, empresa de insersión y ahora también CET

En este ámbito laboral, la Fundación Ared acaba de dar un paso significativo al incorporar a su perímetro el Centro Especial de Trabajo (CET) Estel Tàpia, un taller de costura del Raval dirigido a personas con discapacidad o con un trastorno mental. “Este taller, que realiza una labor similar a la de Salta, iba a cerrar y hemos evitado su desaparición incorporándolo a la estructura de Ared, lo que nos permitirá prestar servicio a un perfil de mujeres con capacidades diferentes al que hasta ahora no habíamos podido llegar”, explica la presidenta de la fundación. Las instalaciones que la antigua Estel Tàpia tenía en el Raval se han cerrado y toda la actividad se ha concentrado en la sede de la calle Zamora, en el Poblenou. El nuevo CET Ared fabrica distintos complementos textiles, como bolsos, mochilas y mascarillas, con la marca Vora Barcelona; y también bolsas reutilizables para bocadillos con la marca Ecotó.

La cena solidaria de la entidad se ha celebrado este año en La Modelo.

La división de cátering de Ared, que lo pasó muy mal durante la pandemia al dejarse de celebrar eventos, ha encontrado una nueva vía de crecimiento en la gestión de cafeterías en distintos tipos de equipamientos que apuestan por externalizar este servicio en una empresa con vocación social. Así, Ared opera el servicio de cafetería y restauración del campus de la Universitat Pompeu Fabra (UPF-BSM) en la calle Balmes, y ha pasado a ocuparse también de la gestión de la cafetería del centro que la Federación Catalana de Vela tiene debajo de la placa fotovoltaica del Forum. Otro de sus clientes es la casa de recés (residencia) de la Fundació de l’Esperança, el equipamiento para la lucha contra la pobreza que la Fundació La Caixa tiene en el barrio Gótico.

Finalmente, otro proyecto estrella de la Fundación Ared, en alianza con Sant Joan de Déu y el Ayuntamiento de Barcelona, es el equipamiento social La Llavor, el primer centro destinado exclusivamente a atender a mujeres sin hogar en Barcelona. En estas instalaciones, situadas cerca del Hospital Vall d’Hebron, residen actualmente 40 mujeres, a quienes se presta un servicio de acompañamiento y de formación mediante un taller textil prelaboral que debe ayudarles a insertarse de nuevo en la sociedad.