Investigadora en el laboratorio del Parc Científic de Barcelona (PCB). © Àngel Bravo
BARCELONA STARTUP WEEK

Barcelona entoma el reto de traspasar el conocimiento de aulas y laboratorios a empresas

Catalunya despunta en producción científica, unas investigaciones que, sin embargo, pocas veces consiguen transferirse al mercado y lograr un impacto en la sociedad. Un impacto social y empresarial que se consigue a través de las 'spin-offs', empresas surgidas en el marco de universidades y centros de investigación que, en los últimos años, no solo han aumentado en número sino también en su tasa de supervivencia.

Uno de los grandes retos del ámbito universitario y de los centros de investigación es el de encontrar una fórmula efectiva para garantizar que el conocimiento que se genera dentro de sus aulas y laboratorios pueda traspasarse e impactar en la sociedad, consiguiendo mejorar la vida de las personas. Para abordar este reto, desde hace algunos años, tanto el sistema universitario como los centros de investigación han creado y reforzado sus protocolos de acompañamiento y protección de las investigaciones científicas, ya sea a través de patentes o de la creación de una spin-off, es decir, la creación de una empresa derivada en el marco de estos centros. 

Un papel de acompañamiento al conocimiento que estos centros desempeñan a través de las llamadas Oficinas de Transferencia de Conocimiento. Estas oficinas técnicas ofrecen formación, mentorías, oportunidades para establecer contactos con inversores e incluso, en algunos casos, ayudas económicas para el desarrollo de estas compañías. Aunque la creación de estas empresas derivadas sigue siendo un reto, lo cierto en los últimos años no solo han surgido muchas más empresas de este tipo, sino que también han aumentado los casos de éxito y sus tasas de supervivencia, ya que tradicionalmente estas compañías tienen más posibilidades de acabar muriendo a los pocos años de su fundación respecto a otras startups, ya que requieren de un mayor tiempo de maduración de sus tecnologías. 

“El ecosistema es ahora muy diferente al de hace tan solo una década ya que, cuando en 2016 fundamos Nostrum Biodiscovery, el sistema de transferencia de conocimiento era todavía muy nuevo y no existían los mecanismos legales adecuados para garantizar el éxito de estas empresas. Así, pese a disponer de la financiación necesaria, tardamos casi tres años en poder crear la empresa, mientras que ahora los centros logran fundar una de estas compañías en menos de tres meses”, subraya Víctor Guallar, investigador y co-fundador de la primera spin-off creada en el marco del Barcelona Supercomputing Center (BSC). 

“Hay un caldo de cultivo en Catalunya, y en particular en Barcelona, que ha logrado convertir la ciudad en la envidia de Europa, y que augura un futuro muy prometedor, tanto por la presencia de investigadores y centros de referencia punteros, como de grandes empresas y inversores especializados, además del gran esfuerzo de todas las instituciones y centros por garantizar, actualmente, esta transferencia de conocimiento”, añade el co-fundador de esta compañía centrada en modelización molecular. Actualmente, Catalunya cuenta con 287 spin-offs activas, que facturan unos 160 millones de euros anuales y emplean a más de 2.400 personas, según el último análisis de Acció.

Además, según el informe de la Fundación Botín en Catalunya se crean hasta cinco veces más empresas derivadas que en la Comunidad de Madrid, que ocupa la segunda posición a nivel estatal. Sin embargo, pese a la existencia de un mayor número de spin-offs en los últimos años, así como una mayor tasa de supervivencia, los investigadores todavía deben superar trabas burocráticas, conseguir sobrevivir pese a la falta de financiación inicial o incluso hacerse un hueco en un mercado que, quizás, todavía no está preparado para su producto disruptivo. 

Y es que, aunque la ciencia catalana goza de gran prestigio y proyección internacional —consolidándose en la veintena posición de los investigadores más citados internacionalmente—, tan solo un 10% de estas investigaciones llegan al mercado.  “Como institución pública, no nos podemos permitir que los recursos y los esfuerzos invertidos en la generación de unos resultados de investigación terminen solamente en congresos o publicaciones científicas, sino que tenemos que contar con mecanismos efectivos para que estos resultados se transformen en productos y servicios que puedan mejorar la vida del paciente”, defiende Teresa Lloret, responsable de Knowledge and Technology Transfer Office de IDIBAPS – Hospital Clínic.

Tan solo un 10% de las investigaciones científicas consiguen llegar e impactar al mercado. © Àngel Bravo

Lloret defiende que además, la creación de una spin-off es una de las “formas más atractivas de transferir conocimientos, no solo porque estas empresas pueden contribuir a acelerar el desarrollo de soluciones que mejoren la vida de los pacientes, sino que, además, también contribuyen a la creación de puestos de trabajo cualificados y la captación de nuevo talento”. Por ello, desde hace algunos años, universidades públicas, centros de investigación e incluso fundaciones privadas reman de forma conjunta para crear un modelo de transferencia de conocimiento más rápido y efectivo.

La misión principal de las universidades es la de difundir conocimientos a través de sus aulas, a la vez que se encarga de generarlos mediante la investigación. Con esta misión educativa e investigadora como principal, la necesidad de transferir este conocimiento generado ha quedado tradicionalmente relegada a un segundo plano. Sin embargo, la Universitat Politècnica de Catalunya (UPC) fue pionera en este ámbito, y ya en 1998 el profesor Francesc Solé Parellada creó el programa Innova, ahora denominado UPC Emprèn, una iniciativa no solo pionera en el ámbito español sino incluso europeo, siendo uno de los primeros programas de este tipo en todo el continente.

Aunque la inversión en I+D ha crecido en Catalunya en los últimos años, elevándose hasta el 1,9% respecto al PIB, es todavía inferior respecto al resto de la Unión Europea (2,2%)

A partir de este programa, y en más de 25 años de historia, la UPC ha conseguido crear más 400 empresas de base tecnológica —100 de las cuales spin-offs, en una cartera que todavía cuenta con 35 compañías de esta tipología participadas por la universidad—, más de 500 patentes y se han licenciado más de 300 tecnologías. Además de la UPC, otra de las universidades punteras en transferencia de conocimiento es la Universitat de Barcelona, a través de la Fundació Bosch i Gimpera, que actúa de oficina técnica. Actualmente, la UB cuenta con 23 spin-offs activas, que en 2024 consiguieron captar más de 14 millones de euros de financiación. 

Además de universidades, en este ecosistema también juegan un papel relevante los centros de investigación, coordinados por la institución pública catalana CERCA, que actualmente cuentan con 152 spin-offs activas. Estos centros incluyen desde instituciones como el ICFO (Instituto de Ciencias Fotónicas), el IBEC (Instituto de Bioingeniería de Catalunya) o el BSC —que ya cuenta con un extenso programa de transferencia de conocimiento a través del llamado BSC Connects—, y hasta hospitales como Vall d’Hebron, Sant Joan de Déu o el Clínic. 

Para hacer posible este tipo de transferencia, el Vall d’Hebron Instituto de Investigación (VHIR) ha implementado un nuevo modelo de innovación para “conseguir trabajar muy de cerca con los investigadores y ser muy meticulosos a la hora de decidir qué investigaciones se convierten en futuras spin-offs, con el objetivo de intentar minimizar el riesgo”, defiende su director de Innovación y Desarrollo, Rafael Navajo. Un nuevo modelo que, en el futuro, desde el hospital complementarán con un nuevo hub de innovación, un espacio físico en el que puedan convivir spin-offs, farmacéuticas e inversores, proyectado para 2028, con la idea de acoger simultáneamente una decena de pequeñas empresas. 

El modelo de innovación del VHIR lo ha llevado a situarse como uno de los centros de referencia en la creación de spin-offs, consolidándose como el tercer centro a nivel estatal en la creación de empresas derivadas del sector de salud, solo por detrás del CSIC y la UB. Así, actualmente, el VHIR cuenta con una cartera de 23 spin-offs activas y participadas. En Catalunya, otro hospital de referencia es la fundación IDIBAPS-Hospital Clínic que, gracias al trabajo de su oficina técnica, cuenta con una cartera de 90 patentes y 10 spin-offs activas, que desarrollan productos en ámbitos muy variados: terapias, diagnósticos, dispositivos médicos, así como soluciones digitales.  

La nueva sede del VHIR, con una superficie de casi 17.000 metros cuadrados.

“Hemos de ser capaces de gestionar muy bien calendarios y sobre todo expectativas de nuestros investigadores emprendedores, siendo muy claros para que los investigadores sean conscientes del hecho de que emprender implica un riesgo y también un reto, aunque un reto bonito. Los investigadores deben ser conscientes que fundar una empresa es algo muy diferente, por ejemplo, investigar o tratar con pacientes”, defiende la responsable de esta oficina, Teresa Lloret. 

Sin embargo, las spin-offs no solo se dan en el marco de centros y universidades públicas, sino que también son propulsadas por fundaciones privadas e incluso empresas que impulsan la creación de nuevas compañías. Fundaciones como la MWCapital, a través de su programa The Collider —programa de apoyo de compañías deeptech—, que ya cuenta con una cartera de 21 spin-offs creadas desde 2017, compañías que han generado 154 empleos y han levantado 40 millones de financiación, además de gozar de con una tasa de supervivencia del 90%.

“No hay que irse hasta Silicon Valley para encontrar referentes tecnológicos sino que, desde Barcelona, es posible desarrollar tecnología disruptiva”

Desde 2017, MWCapital se ha consolidado como un venture builder de este tipo de compañías en toda Europa, especialmente en Catalunya, colaborando con 81 universidades y 128 centros de investigación para garantizar la transferencia de conocimiento. Un programa que, además de las mentorías y el acompañamiento, también focaliza sus esfuerzos en la creación de un buen equipo que pueda liderar estas empresas. “No hay nada mejor que un científico con ganas de emprender, pero no todos los investigadores quieren liderar, y quizás tampoco tienen los conocimientos para hacerlo, y hay quienes prefieren ceder el liderazgo y permanecer como asesores científicos”, afirma Albert Mascarell, director de Transferencia Tecnológica de MWCapital, por lo que resulta imprescindible la creación de un buen equipo capaz de consolidar a la empresa.

También juegan un papel crucial en este ecosistema empresas como Fractus, spin-off que surgió en 1999 en la UPC y que consiguió revolucionar a nivel mundial el sector de la telefonía móvil y poner fin a la era de las antenas exteriores en móviles. Con sus 25 años de experiencia y tomando de referencia su propia trayectoria, Fractus colabora con la UPC en diversos programas, como el Fractus-Deep Tech Hub o la nueva iniciativa Next Frontier Founders, programa de aceleración dirigido a estudiantes y ex-alumnos de grado, máster y doctorado, titulados recientes, así como personal investigador. 

A lo largo de 25 años de trayectoria, la UPC ha conseguido crear más 400 spin-offs (35 de las cuales todavía están activas).

“Con estos programas, queremos devolverle a la sociedad y a los emprendedores tecnológicos el apoyo que en su día recibió Fractus”, defiende Carmen Borja, CTO y directora de Tecnología y Propiedad Intelectual en Fractus. “A través de nuestra experiencia, queremos animar a estudiantes e investigadores a emprender, para que sean conscientes que no hay que irse hasta Silicon Valley para encontrar referentes tecnológicos sino que, desde Barcelona, es posible desarrollar tecnología disruptiva y con impacto”, defiende Borja. 

Gracias a todos estos agentes públicos y privados, el mecanismo de transferencia de conocimiento ha logrado consolidarse en Catalunya en los últimos años haciendo posible que se creen más spin-offs y de forma más rápida, además de alcanzar una mayor tasa de supervivencia. “El ecosistema emprededor actual es muy diferente al de hace tan solo dos décadas, en aquel entonces cuando, dentro del ecosistema universitario o investigador, decías que querías emprender, te miraban como un bicho raro, mientras que ahora todos los centros cuentan con programas específicos para apoyar este tipo de compañías”, afirma Borja.  

“Para una spin-off el mayor éxito es llegar a ser sostenible y conseguir un impacto real en el mercado, cubriendo una necesidad no resuelta”

“Hace años se tenía la concepción de que era suficiente con que las investigaciones científicas pudieran llegar a publicaciones y congresos, considerando que, de esta forma, la información era pública y accesible y que, así, podría llegar al mercado. Sin embargo, la realidad es que a la industria le cuesta mucho transformar estos conocimientos en productos, por lo que es imprescindible, y cada vez los centros son más conscientes, apostar por spin-offs para que maduren estas tecnologías”, resume José Conde, jefe del Área de Creación de Empresas de la Fundación Bosch i Gimpera,

Además de un mayor tiempo de maduración, otro de los grandes retos a los que se enfrentan las spin-offs sigue siendo el de encontrar financiación no solo para sus inicios sino también para consolidarse y crecer. Sin embargo, gracias a la irrupción de nuevos fondos locales y la consolidación de gestores de capital riesgo especializados, cada vez hay más vías de financiación, desde inversores como Asabys Partners, Ysios Capital o Capital Cell, hasta gestoras focalizadas en este tipo de compañías como Grow Ventures Partners. Un ecosistema en el que también juegan un papel destacado bancos como Banco Sabadell, que invierte en empresas en fases muy tempranas a través de su programa BStartup, o el programa CaixaImpulse de Innovación en Salud de la Fundació La Caixa. En el ámbito público, además de las ayudas de la Generalitat y de Barcelona Activa, las empresas catalanas también disponen de agentes estatales como ENISA o programas impulsados por la Unión Europea. 

Encuentro de ‘spin-offs’ y ‘startups’ de universidades en el marco del 4YFN del Mobile World Congress.

Sin embargo, y pese a la proliferación de estos nuevos inversores, muchas veces estas compañías empiezan con pocos recursos —aportados principalmente por family offices de los propios fundadores—, además de contar con la participación de la institución en la que han sido fundadas, que suele entrar a formar parte de entre un 5 y un 15% del accionariado. “Cuando empiezas como spin-off dispones de muy pocos recursos, así que al principio es muy difícil financiar los primeros proyectos y poder pagar las nóminas”, asegura Jordi Xapellí, CEO de Becytes, spin-off de la Universitat de Barcelona. 

Fundada en 2015 y centrada en el desarrollo de modelos hepáticos y pulmonares in vitro, como alternativa al uso de animales en estudios experimentales, la empresa acaba de estrenar un nuevo laboratorio en el Parc Científic de Barcelona (PCB). Además de la financiación, desde la spin-off también identifican la necesidad de disponer de “una mayor capacidad de soporte institucional al emprendimiento”, para que, desde las instituciones, se ofrezcan mentorías y seguimiento personalizado para que más compañías de este tipo puedan no solo crearse, sino también consolidarse, según resalta Estephan Arredondo, CTO de Becytes.

Catalunya concentra casi un tercio de las empresas surgidas de universidades y centros de investigación estatales en el ámbito de las deeptech

Y es que, aunque la inversión en I+D ha crecido en Catalunya en los últimos años, elevándose hasta el 1,9% respecto al PIB —una cifra por encima de la media española (que se sitúa alrededor del 1,5%)—, es todavía inferior a la de los países de la Unión Europea (2,2%). Además, la investigación y las spin-offs catalanas siguen, en su mayoría, enfocadas al ámbito de la salud (un sector que concentra más del 45% de estas empresas), ámbito n el que Catalunya ha conseguido despuntar tradicionalment. En cambio, compañías de sectores como las DeepTech todavía deben enfrentarse a un mayor reto para abrirse hueco y consolidarse, a pesar de que Catalunya concentra casi un tercio de las empresas surgidas de universidades y centros de investigación del ámbito deeptech

Los mecanismos para la transferencia de conocimiento, por tanto, empiezan a ser cada vez más maduros, pero todavía cuentan con algunas barreras. Sin embargo, en los últimos años se han producido casos de éxitos entre las spin-offs catalanas, como Inbrain Neuroelectrics, surgida de l’Institut Català de Nanociència i Nanotecnologia (ICN2) e ICREA, que este año ha conseguido levantar la mayor ronda de las empresas instaladas en el Parc Científic de Barcelona (PCB), de 46 millones de euros.

Investigadora en los laboratorios de la UB, universidad que cuenta con 23 spin-offs activas actualmente.

También se han dado casos en el que una spin-off ha crecido hasta el punto de poder ser adquirida por una gran compañía, como es el caso de Enantia, la primera spin-off de la UB, que fue comprada por la gestora de capital de riesgo Inverready, o Maspatechnologies, surgida en el BSC, adquirida por la estadounidense Danlaw. E incluso se ha dado el caso de la empresa farmacéutica Oryzon Genomics, spin-off del CSIC y la Universitat de Barcelona que optó por la salida a Bolsa con una valoración inicial de en torno a los 96,5 millones de euros. 

“Barcelona tiene todos los ingredientes para convertirse en un verdadero hub de spin-offs a nivel europeo”

Sin embargo, el éxito en este tipo de compañías va más allá de ser poder ser vendida a grandes compañías sino se mide en su capacidad de sobrevivir los primeros años e impactar en el mercado. “El éxito no sólo puede medirse a través de su rendimiento económico, sino que para una spin-off el mayor éxito es llegar a ser sostenible y conseguir un impacto real en el mercado, cubriendo una necesidad no resuelta, además de generar empleo”, defiende Conde desde la Fundació Bosch i Gimpera. 

“Barcelona tiene todos los ingredientes, desde instituciones punteras a inversores especializados, para convertirse en un verdadero hub de spin-offs a nivel europeo, pero todos los agentes deben seguir remando a favor para conseguir que estas tecnologías lleguen al mercado, mejorando la vida de las personas y, a su vez, generando riqueza”, remarca Rafael Navajo.

“El ecosistema empieza a estar madurando y cuenta con buenas proyecciones futuras, ya que hace apenas diez años ni siquiera contábamos con inversores especializados en este tipo de compañías”, añade Mascarell. Así, Barcelona y sus universidades y centros de investigación cuentan, cada vez más, con mecanismos de transferencia de conocimiento más sofisticados y eficientes. Sin embargo, este modelo de innovación es todavía frágil y tiene retos que superar para que Barcelona consiga destacar no solo en producción científica sino también en empresas derivadas de universidades y centros que desarrollan tecnologías en sectores estratégicos para la capital catalana, como la salud o las deeptech.