“Soy el resultado de innumerables encuentros, conversaciones, sucesos, incidentes, reflexiones, dudas y casualidades perfectamente aleatorias, que me han hecho ser así. Hasta el último minuto vivido ha influido, de una manera u otra, en ese proceso dinámico. Somos el resultado de todas las personas que nos han amado y de las que hemos amado nosotros. Y, por supuesto, también de todas las que nos han odiado”, razona Xavier Theros a pie de barra, café solo con sacarina en mano, la mirada grande y almendrada recorriendo un espacio incierto.
Imprescindible cronista de Barcelona a través de artículos y libros esenciales como La Sisena Flota a Barcelona, Barcelona a cau d’orella, Barcelona: secretos a la vista o Vida i miracles de la plaça Reial. Y novelista con la aclamada La fada negra, un noir histórico que es la primera aventura del contundente capitán Llampades. La vida de Xavier Theros ha tenido mucho de activismo cultural y literario.
“Dejé los estudios muy pronto —explica— y tuve diversos trabajos perfectamente anodinos hasta que, con cerca de 30 años, entré en la universidad para estudiar historia medieval y salí de allí licenciado en antropología. Mientras tanto, estuve haciendo recitales de poesía con distintos grupos y colectivos, hasta que en 1991 cofundé con Rafael Metlikovez el dueto Accidents Polipoètics, con el que estuvimos 25 años recorriendo el mundo. Además, llevo desde finales de los ochenta colaborando en diversos medios de comunicación, escribiendo libros de ensayo y novelas. Dentro del oficio editorial he escrito desde artículos para enciclopedias a guías de todo tipo o libros de texto. Incluso trabajé un tiempo de negro literario escribiendo para otros”.
En lo personal se define como “alguien no muy sociable”, que adora estar en casa y apenas sale de noche. “Leo menos de lo que me gustaría y me faltan muchas cosas por aprender”, añade.
Retomando proyectos
“Acabo de enviudar, después de una larga enfermedad de mi mujer que absorbió toda mi energía”, explica Theros, que en los últimos años se ha dedicado en cuerpo y alma a cuidar de su amada Núria Pujol, añorada traductora y presencia capital en las letras catalanas.
“Ahora estoy redactando todo aquello que se me ha retrasado, básicamente la segunda entrega de las aventuras del capitán Llampades, una biografía sobre el cronista Ramón Draper y un libro sobre mis experiencias personales cuidando a un enfermo de cáncer cerebral”, explica con los ojos enfocando la negrura humeante del café oscilando en la taza.
Tras unos instantes de silencio, Xavier Theros recupera una sonrisa reconciliadora y afirma: “Si me encontrase con mi yo adolescente y le contara lo que hago, seguro que iba a gustarle. Estoy orgulloso de poderme ganar la vida con aquello que ha sido mi pasión desde que tengo uso de razón”.
— La verdad es que es una gran suerte.
— Ese es un privilegio no demasiado común, el de intentar ser uno mismo.
Barcelona: mutatis mutandis
“Me molesta cierta tendencia pesimista de los barceloneses que anuncian, día sí y día también, el fin de la Barcelona auténtica, como un rechazo a las transformaciones naturales que sufre una ciudad, sin observar en ello lo que son cambios propios de un organismo vivo. Nos guste más o menos, una ciudad pasa por diversas fases, como las personas”, razona Theros. “Quizás éste no sea el mejor momento que la ciudad ha vivido, pero tampoco el peor”, prosigue este enamorado de “la fuerza contestataria y revolucionaria de Barcelona, las bullangas del siglo XIX y el estallido libertario que dominó sus calles en la primera mitad del siglo XX”.
Puesto a destacar un episodio histórico, menciona la revuelta de la Jamancia, de la que ya habla en La Fada Negra: “Una rebelión protagonizada por los miserables y los parados, que puso patas arriba la ciudad y que terminó con tres meses de bombardeos, desde el castillo de Montjuïc y la Ciutadella. Y que, a pesar de ello, pasó sin pena ni gloria por nuestra historia. Barcelona es un lugar muy selectivo con su memoria, lleno de momentos que permanecen ocultos a la espera que alguien los recupere”. Y Theros lleva ya unos cuantos recuperados.
“Barcelona es un lugar muy selectivo con su memoria, lleno de momentos que permanecen ocultos a la espera que alguien los recupere”
Hijo y nieto de obreros manuales y carniceras de mercado municipal, nacido al lado de la Riera Blanca, Xavier Theros admite que, como todo el mundo que vive aquí, su relación con la ciudad es de amor-odio. “Barcelona es mi hogar y el de mis antepasados, con ella tengo una relación muy íntima y personal. De alguna manera, cuando escribo sobre la ciudad también lo hago sobre mí y mi familia. Creo que es un lugar que ha generado historia, a pesar de no ser una gran metrópoli, quizás debido a su antigüedad. Y a pesar de los cambios y de la tendencia actual a uniformar las ciudades hasta que ya cuesta distinguirlas, me sigue gustando mucho vivir aquí”.
El café llega a su fin y el escritor se lía un cigarrillo para salir fuera a fumárselo. La calle se llena de transeúntes que buscan dónde almorzar algo, ya es la hora.
— ¿Querrás comer alguna cosa? ¿Menú? ¿Tapas?
— Un menú de toda la vida, mismamente. —responde con cara de haberle entrado hambre.