Vacunas y mostaza en la boca

Te dicen su nombre. Y luego, te enseñan su brazo. El brazo izquierdo, en este caso, pero no sabemos si es porque la mujer ha elegido brazo o han elegido brazo los científicos enfermeros por cuestiones médicas o por cuestiones de cámara. La mujer, de la que sabemos nombre, apellido, y población donde reside, se dispone a actuar. Ahora la vacunarán. Saldrá por la tele, será noticia en los periódicos y es lógico. Es la primera vacunada de España, ha superado un casting. Tiene una edad determinada, una profesión determinada, quien sabe si una ideología determinada —porque quizás la entrevistaran—, un peso determinado, una salud determinada. Esta mujer saldrá, tal vez, en la wikipedia.

Comienza la vacunación. Tengo amigos que no vacunan a sus hijos, pero que, en cambio, sí que vacunan a sus mascotas. Ya sé que todo es mucho más complicado de lo que parece. Pero la pandemia ha sido la complicación más bestia que hemos vivido en los últimos años. Yo quiero que abran los restaurantes y los bares, quiero que Barcelona sea aquella ciudad que criticaba tanto, desde la barra del Ideal, del Dry Martini, del Pastrami o del Tándem. Éramos unos, y somos otros. Esta semana podemos desayunar de siete treinta a nueve treinta. Si quieren desayuno a las diez, tendrá que ser para llevar.

Perder las cosas alegres. Pasa con los matrimonios, con las madres y las hijas, con los trabajos, con los hobbies, con las mascotas. Te acostumbras a todo. Pero en cambio, recuperar lo que tenías, aquella piel de gallina con las caricias, aquel morirse de risa con las bromas, aquel placer de conseguir lo que es difícil, aquellos lametones de perro. Perder sólo se entiende para volver a recuperar. Yo quiero volver a ir a los bares, a las cafeterías, a los museos. Quiero pisar Barcelona alegremente, quiero saltar por las calles, gritar, reír, abrazar, quiero comer un bocadillo en el  Conesa, en la plaza del Ayuntamiento, quiero mancharme los labios de mostaza, quiero ir al campo del Barça, quiero ir al Poliorama, quiero quejarme de la gente que se toca demasiado. Quiero esto.