The Who
The Who actuará en Barcelona el 14 de junio.

The Who: Los chicos siguen estando bien

El Palau Sant Jordi se prepara para acoger un concierto de la legendaria banda británica de rock

Han tardado 60 años y, dentro del olimpo del Rock británico son literalmente los últimos en llegar, pero The Who por fin visitarán Barcelona, que será la única etapa española de su gira mundial. Un maleficio, el del fallido paso de la banda por la ciudad, que los fans celebran que se rompa de una vez, y es que cerca estuvieron los de Sheperd’s Bush de actuar aquí en 2006, pero acabaron haciéndolo en Zaragoza.

Será el 14 de junio, y los últimos dos supervivientes de la formación original, el cantante Roger Daltrey y el guitarrista y compositor, Pete Townshend, desgranarán su cancionero sobre las tablas del Palau Sant Jordi, arropados por una banda—acompasada por Zak Starkey, hijo de Ringo Starr— y por la orquesta Simfònica del Vallès.

Se espera que el repertorio abarque desde temas de sus inicios, cuando aquel cuarteto de mods londinenses malencarados aunaba su pasión por el R&B anfetamínico y el Pop Art, con himnos adolescentes como My generation, Can’t explain o el (pelín más tardío) Magic bus, hasta temas de su último álbum, Who, de 2019. En medio, piezas de sus obras conceptuales, Tommy y Quadrophenia, o grandes clásicos de ese rock que, en los 70, los encumbró en lo más alto: Won’t get fooled again, Who are you o Long live rock.

Y, pese a las edades de Daltrey y Townshend, rayanas ya las ocho décadas, todo parece indicar que no faltará ninguno de los ingredientes que, a base de octanaje, lírica y genialidad, han conformado el imaginario de esa banda que amaron tantos que no eran (éramos, somos, siempre seremos) ni de Stones ni de Beatles. 

Un glorioso choque de egos

Como ocurría con los Stones o con los Beatles, cada uno de los The Who tenía una personalidad muy marcada y, pese a los roces y peleas que ello pudiera ocasionarles, fue aquella suma única de caracteres extraordinarios lo que dio vida a una banda irrepetible.

Pete Townshend era (es) el de las canciones. El creador. El genio, excesivo, atormentado, explorador, egocéntrico, inquieto. El narizotas del que sale el grueso de las miles de canciones que componen el repertorio de la banda. 

Roger Daltrey es la estrella. El chico guapo y avispado. Preciso, metódico y con las dotes para hechizar a millones de fans desde un escenario. El tipo formal y responsable que quiere las cosas claras y el chocolate espeso y que, por ese motivo, tanto chocaba en su día con Townshend. 

El bajista, John Entwistle, era el cenizo, el tipo raro que nunca sonreía y que sobre el escenario se estaba totalmente quieto. Escribía canciones sobre arañas monstruosas, amigos imaginarios o victorias tardías y acabó falleciendo en 2002 de una manera que nadie nunca hubiese imaginado: en una habitación de hotel de Las Vegas, rodeado de escorts caras, whisky añejo y cocaína pura.

El guitarrista y compositor Pete Townshend y el cantante Roger Daltrey.

Keith Moon era el baterista y el tío más chiflado del orbe. Siempre borracho, colocado y amigo de las bromas pesadas y el exceso sin medias tintas. Consumado experto en la destrucción de suites de hotel, íntimo de Oliver Reed y el tipo con el que cualquier adolescente hubiese querido irse de farra. Pirotécnico y autocombustible, murió en 1978 tras atizarse 32 pastillas de Clometiazol, un sedante que le había sido prescrito para combatir su alcoholismo. Tenía poco más de treinta años.

Y, en medio de aquel glorioso choque de personalidades: canciones y discos que han escrito algunas de las páginas más notables de la música popular del Siglo XX. Canciones bailadas, vividas, llevadas al cine, convertidas en libros. Canciones de las que han nacido cultos y amores que duran una vida entera o varias. The Who han sido y son todo eso. 

Un legado, una historia de cerca de seis décadas que, por fin, hará escala en una Ciudad Condal que los espera con los brazos y los oídos bien abiertos.

En 1965, cantaban aquello de The kids are alright. Y ni ellos ni muchos de sus fans son (somos) ya precisamente kids. Pero y lo bien que nos sienta saber que ahí siguen, dando guerra y eclosionando en los escenarios.