Gavines plaça Gardunya la boqueria
Gaviotas en la Plaza de la Gardunya. © theNBP
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Terror hitchconiano en la Boqueria

Decenas de gaviotas toman a diario la Plaza de la Gardunya a la caza de los restos de comida de los turistas

Desde hace un tiempo cruzar la Plaza de la Gardunya, junto a la Boqueria, es algo muy parecido a la película Los pájaros de Alfred Hitchcock. Y es que la plaza suele estar tomada por decenas de gaviotas al acecho de los restos de comida que los turistas han degustado sentados en los bancos y que previamente han adquirido en las paradas del mercado. Realmente impresiona, en especial para aquellas no pocas personas que padecen ornitofobia, el miedo a las aves.

No quisiera que nadie entendiera en este artículo reproches ni al mercado ni a ningún responsable de la administración. El mercado vende comida, y el Ayuntamiento y la Generalitat es difícil que ganen esta batalla contra la naturaleza más allá de que planeen exterminios masivos. Hay desplegadas medidas de control de la población de palomas y más recientemente de cotorras. Se ha avanzado, pero, aun así, la presencia de palomas y cotorras sigue siendo en algunos momentos y zonas de la ciudad digna de plaga bíblica.

Hace unos años, anidó una paloma en una de las ventanas de casa. Cuando me di cuenta, ya había puesto dos huevos y me fue imposible ahuyentarla, una vez descartada la posibilidad de apresarla y eutanasiarla. Solo de pensarlo tengo pesadillas. De modo que me resigné a convivir con esos inquilinos hasta que abandonaran el nido. Pero como todo tiene su lado positivo, tuve la oportunidad de documentar día a día el nacimiento y evolución de los polluelos. Eso sí, cuando marcharon, limpié la repisa de la ventana y dispuse medidas para que no volvieran a anidar.

Si no hemos podido con palomas y cotorras, tampoco podremos con unas gaviotas que hace años abandonaron su hábitat portuario y marino para extenderse por toda la ciudad y que, a diferencia de otras aves urbanas, tienen un comportamiento más agresivo cuando de conseguir comida y defender sus nidos se trata. Ha habido incluso casos en que una gaviota se ha lanzado en picado sobre el patio de una escuela y le ha robado el desayuno o la merienda a un niño, con el consiguiente susto.

Lo que sí quisiera dejar de manifiesto es una crítica al comportamiento de algunos ciudadanos que no ayuda a contener el problema. Hace unos días, mientras presenciaba atónito el despliegue gaviotil en la Gardunya, observé a dos mujeres, una de mediana edad y otra más joven, que daban cuenta de unas raciones de arroz sentadas en un banco. Mientras comían, una gaviota no las perdía de vista a poco más de un metro de ellas. Y fue entonces cuando la mujer de más edad se levantó y se puso a repartir entre las gaviotas los restos de su almuerzo, una actitud irresponsable. Lo habitual es que los restos de los ágapes acaben abandonados en los bancos o en una papelera. En este caso, las gaviotas los extraen y en poco la Gardunya se llena de envoltorios y otros desechos.

La actitud mayoritaria del personal es de indiferencia ante la presencia de las gaviotas rodeando los bancos. Incluso parece que a muchos de los turistas les hace hasta gracia, por lo que utilizan la comida como reclamo para poder sacar fotos. Pero no todo el mundo reacciona igual. Poco antes de que la señora compartiera lo que quedaba de su comida con las aves, una chica joven que paseaba por la zona en compañía de su pareja estaba aterrorizada, casi con un ataque de pánico, y se negó entre sollozos a cruzar la plaza. Su novio o marido intentaba calmarla y convencerla de que no pasaba nada. Incluso al principio le divertía el miedo de la chica. Finalmente venció el espanto de ella y acabaron dando un rodeo.

Esa joven sufre de ornitofobia, que se define como un miedo anormal e irracional a las aves en general, no solo a las gaviotas. Según los especialistas, estas fobias se generan tras un encuentro traumático. La propia Tippi Hedren, protagonista de Los pájaros, acabó sufriéndola después de rodar algunas de las escenas. De hecho, la película de Hitchcock ha sido origen de numerosos casos de ornitofobia. Conozco muy de cerca a una persona que la sufre tras haber visto el filme en su infancia. Navegando por internet, he sabido que también son ornitofóbicos el ex futbolista David Beckham y la actriz Scarlett Johansson.

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La ornitofobia se define como un miedo anormal e irracional a las aves en general. © THENBP

Carmen Maté, directora del servicio municipal de derechos de los animales, es consciente del problema y su departamento está trabajando para adoptar soluciones al problema, que atribuye a la facilidad de las gaviotas para obtener alimento de los turistas. Por ello, están trabajando con los comerciantes y restauradores del mercado para que todos juntos conciencien a sus clientes para que ni den de comer a las aves ni dejen comida a su alcance. “Hay que cortar el acceso de la comida a los animales salvajes”, dice tajante.

De momento, ya se ha establecido un refuerzo de los servicios de limpieza, que han incrementado la frecuencia de barrido y vaciado de papeleras, trabajo del que he sido testigo. “Si no hay comida, no hay gaviotas”, añade Maté, que aclara que el problema de concentración en la Gardunya y otros puntos de la ciudad no se debe a una superpoblación. De hecho, se sabe que en Barcelona hay censadas solo unas 500 parejas de gaviotas. Eso sí, con una gran capacidad de adaptación alimentaria. Incluso se ha podido comprobar que algunos ejemplares se han especializado en los últimos años en la caza de palomas.

En conclusión, pasar por la plaza de la Gardunya estos días es ver a Hitchcock en directo.