Como tantos otros emprendedores, el consejero delegado de Freshis, Lluis Puig, analizó una cadena de valor tradicional y encontró maneras de hacerla más eficiente acortando pasos y apoyándose en la tecnología. En su caso, se fijó en la producción de frutas y verduras en España, “un sector anticuado con muchos intermediarios que alargan los tiempos, aumentan los costes y destruyen valor”.
El origen fue una inversión frustrada. Puig trabajaba como consultor para fondos soberanos y family offices, y le hicieron analizar una empresa estadounidense especializada en agricultura hidropónica. Se interesó por esta alternativa que utiliza soluciones minerales en vez de suelo agrícola y pensó en desarrollar un concepto similar en España. “Pero me di cuenta que con una cadena de valor ineficiente no tenía sentido montarlo. El producto se quedaría perdido entre tantos intermediarios”, cuenta.
Detectado el problema, nació Freshis. Puig creó esta empresa emergente acompañado por el exdirector de Aldi España Pablo Engelman y el CFO de Adsmurai Jaume Puig. Los tres cofundadores montaron una cadena de valor paralela a la tradicional, yendo directamente a comprar a los productores y vendiendo online al consumidor final. Fundada en 2020, la startup empezó a operar en Madrid, aunque el equipo directivo provenía de Barcelona. El arranque madrileño lo determinaron cuestiones personales. Dos años más tarde, acaban de llegar a la capital catalana, donde la compañía tiene su sede.
Los productos de esta compañía, comercializados bajo la propia marca de Freshis, se pueden comprar a través de su página web y, en poco tiempo, se podrá hacer también a través de una aplicación móvil. Empezaron con frutas y verduras, y luego añadieron otros productos, como huevos, legumbres, frutos secos, quesos, embutidos, aceites, mermeladas, mieles, pan, galletas o vinos. Descartan acabar incluyendo carne y pescado y productos de otras marcas. “No somos un supermercado, somos especialistas en fresco”, remarca Puig. Algunos de los productores locales con los que trabajan son Carlania Celler (Conca de Barberà), 1932 Forners (Mataró), Cítrics Terres de l’Ebre, La Trencadora (El Rourell), Cal Modest (Tornabous) o el membrillo de Montserrat Rull (Tarragona). A todos ellos, les pagan entre 10 y 20 céntimos más por kilo respecto al precio estándar.
Los consumidores pueden hacer pedidos hasta las 12 de la mañana y los productos les llegan a casa en menos de una hora. Para hacerlo posible, la startup cuenta con una plataforma logística a las afueras de las dos ciudades en las que opera. Es ahí donde reciben de madrugada la fruta y la verdura fresca. La recogen a las seis de la mañana y la llevan a los almacenes que tienen dentro de Barcelona y Madrid. Preparan los pedidos y se empiezan a distribuir a partir de las nueve de la mañana con una flota de reparto propia de última milla, formada por motocicletas y furgonetas eléctricas.
Preguntado por qué es lo que les diferencia respecto a otras opciones que permiten comprar directamente a productores locales, Puig defiende que, tal y como están planteadas, no van a conseguir cambiar cómo se comporta el sector. Además, el consejero delegado subraya que Freshis permite una entrega rápida y un proceso de venta sencillo, usando la tecnología para ir mejorando la relación con el productor y el consumidor. Para el primero, analizan la información y le dicen qué necesitan que produzca y lo que no, mientras que, para el segundo, interpretan su comportamiento y le hacen sugerencias de productos que suele comprar y otros que le pueden interesar.
Llegar a más ciudades españolas y empezar su expansión internacional
Desde su creación, Freshis ha conseguido sumar a 4.000 usuarios registrados, de los cuales 2.000 han comprado y 1.500 han repetido. Se dirigen mayoritariamente al consumidor final, pero han empezado a vender también a fruterías de barrio. En Barcelona, tienen la plataforma logística en el Prat de Llobregat y su almacén en la calle Balmes. Entre Barcelona y Madrid, cuentan con una plantilla de 20 trabajadores. En 2020, su primer año operativo, tuvieron una facturación de 140.000 euros, cifra que se situó en los 300.000 en 2021. Para este 2022, esperan superar el millón de euros.
En Barcelona, tienen la plataforma logística en el Prat de Llobregat y su almacén en la calle Balmes
La startup arrancó con 350.000 euros de capital propio. Están inmersos en su primera ronda con inversores externos, con la que quieren obtener 2,5 millones de euros. Ya han captado 500.000 euros de inversores como Víctor Font (Delta Partners), Ferran Soriano y Mark Tluszcz (Mangrove Capital Partners), y el venture capital alemán Good Seed Ventures. Con los recursos que obtengan quieren seguir desarrollando su tecnología y abrir en nuevas ciudades en España —se perfila Bilbao—, así como empezar su expansión internacional por Alemania. Los recursos que les faltan por captar quieren que provengan de venture capital tradicionales, aunque también contemplan la opción de recurrir a cinco exdirectivos de grupos de distribución alemanes como Lidl y Müller.