çEn Barcelona existe la asociación Slow Food Barcelona Vázquez Montalbán (www.slowfoodbcn.cat) desde el 2005, con Daniele Rossi como presidente desde hace cinco años. Durante estos años ha trabajado con gran intensidad para hacer llegar su mensaje a la mayor cantidad de gente posible. «El concepto calidad es fundamental; si algo es bueno lo volveremos a comprar, pero si no lo es ya no lo compraremos ni lo disfrutaremos, que es de lo que se trata y lo que queremos potenciar: disfrutar de lo que comemos.
Sostenibilidad se refiere a la ecología; los alimentos no deben llevar contaminantes, deben ser lo más naturales posible, pero también deben contaminar lo mínimo. Cuantos menos kilómetros de transporte necesitemos para consumir un alimento, menos contaminaremos. Y este punto nos lleva directamente a la proximidad. En nuestro entorno tenemos productos y productores de primera calidad que nos están esperando para crear un tejido social imposible de establecer en grandes superficies. Justicia hace referencia a todos esos productores que tienen que ganarse un sueldo digno para incitar a las nuevas generaciones a seguir el mismo camino; su tarea es primordial».
Estos conceptos son el carburante del convivium Slow Food Barcelona Vázquez Montalbán, el cual toma impulso gracias especialmente a la consolidación del Mercado de la Tierra, que abre todos los sábados de 10:00 a 16:00 en los jardines de les Tres Xemeneies de Poble-sec.
El mercado empezó en formato mensual. «Fueron diez años de llamar a puertas, y la respuesta era siempre negativa, en Barcelona está prohibida la venta ambulante, incluso de manera periódica. Parecía que queríamos a saber qué. Incluso Carlo Petrini llegó a decir que en Barcelona era más fácil vender drogas que manzanas, siempre con la contundencia que le caracteriza. Pero sí que es verdad que durante unos cuantos años tuvimos esta sensación. Solo queríamos un mercado directo con el productor, nada más, pero estaba prohibido».
Ahora, este mercado se ha convertido en la punta de lanza del movimiento barcelonés. Es allí donde se concentran todas sus actividades, en el mercado pasan cosas constantemente y esta es la voluntad de los organizadores. «Los dos meses de calçotades urbanas han sido un éxito rotundo. Lo hemos petado, vaya. Los calçots ecológicos, el romesco ecológico y el pan de la panadería ecológica de Santa Madrona han gustado mucho».
La variedad de gente que acude al mercado es otro de los valores que destaca Daniele Rossi. «Tenemos visitas de todo tipo: los que vienen a hacer el vermú, los que se acercan para escuchar música, familias que llevan a los niños al espacio de juegos, a los talleres, etc. Esta variedad ya nos va bien, porque sabemos que después siempre viene ese centenar de personas que, aunque llueva, sábado tras sábado acuden al mercado porque saben que van a encontrar ese producto de calidad y precio justo». Precisamente es al precio a lo que a veces se aferran esas personas que son quizás más escépticas con este tipo de movimientos. «Será caro si entre el productor y quien lo vende hay cuatro intermediarios, pero si tienes el trato directo con el productor, a veces sale más económico que un producto convencional».
El mercado está dando frutos muy positivos y las instituciones, ahora sí, se están involucrando. De hecho, el consistorio barcelonés ha preguntado a los responsables de Slow Food Barcelona Vázquez Montalbán por la posibilidad de abrir un segundo Mercado de la Tierra en otra ubicación. «El siguiente paso para seguir con la difusión del slow food será una guía de Barcelona y alrededores, en formato papel y aplicación móvil, en la que saldrán todos esos bares, restaurantes, tiendas, comedores escolares, etc. que se han hecho llamar km 0 (de proximidad), pero ampliando el concepto. Esta terminología ha ido demasiado lejos, hay bancos y coches km 0… Creemos que puede confundir. Hasta ahora eran km 0 slow food, pero con la aparición de la guía solo serán slow food».
Un restaurante km 0 debía tener como requisitos básicos seis platos km 0 y el 80 % de los vinos de la carta debían ser catalanes. «Ahora buscamos un plus más; lugares con tradición, vinculados al territorio. Buscamos lugares típicos pero no falsos. Ese bar que desde que abrió tiene las mismas tapas o platos. Esas bravas de siempre, una poco más de conciencia de artesanía, que existe y que quizás incluso los tenderos y restauradores no saben que son slow food, pero lo son. Si abrimos la base de nuestro mensaje llegará a más gente y eso es, al final, lo que buscamos. La idea es hacer una guía gastronómica inclusiva y no exclusiva».
En esta guía saldrán unos 140 o 160 locales slow food; todavía la están preparando. Su intención es presentarla en noviembre en el Parque Agrario del Prat de Llobregat, en el espacio de La Ricarda, con la presencia de Carlo Petrini. «También aprovecharemos para premiar con treinta o 35 caracoles (el caracol es el símbolo del movimiento slow food) a esos locales que sean más slow food, los que tengan una conciencia más amplia. Creemos que esto puede incentivar al resto a esforzarse un poco más de cara al futuro».
La asociación Slow Food Barcelona Vázquez Montalbán no para y ya tiene en mente nuevos objetivos. «Tras el mercado y la guía, un objetivo interesante sería el de empezar a presionar para que los productos de proximidad y ecológicos no estén etiquetados y los que no son ecológicos y no son de proximidad lo estén. Pero lo que no es negociable es renunciar a seguir incitando a la gente a través de la conciencia».
MANUEL VÁZQUEZ MONTALBÁN Y EL SLOW FOOD
Manuel Vázquez Montalbán estuvo asociado al movimiento slow food en la Toscana, una de las zonas más potentes del movimiento en Italia. Fue uno de los primeros catalanes que formó parte de ello. De hecho, escribió sobre gastronomía, sobre los platos catalanes y sus maravillas. Era un amante confeso del comer bien y del saber disfrutarlo. «Cuando hablaba de las propiedades gustativas del pan con tomate quizás no le interesaba tanto la procedencia de ese tomate, pero era un bon vivant de la gastronomía. Incluso conoció personalmente a Carlo Petrini», nos explica Daniele Rossi, cofundador de la asociación Slow Food Barcelona Vázquez Montalbán, quien, junto a Chiara Bombardi, la otra alma máter del grupo de trabajo de Barcelona, pensaron que el nombre del escritor podía encajar. «Pedimos permiso a la familia y ya está, solo nos quedaba empezar a difundir el mensaje».