Telescopio Athena
Recreación del telescopio Athena en el espacio. © IRAP, CNES y ESA

El Sincrotrón Alba ayudará a la ESA a encontrar agujeros negros

La infraestructura científica de Cerdanyola del Vallès incorporará una nueva línea de investigación para definir cómo se tiene que construir un telescopio de rayos X que se lanzará al espacio a principios del 2030

De aquí diez años, la Agencia Espacial Europea (ESA) lanzará Athena, un telescopio de rayos X que tiene que servir para descubrir agujeros negros escondidos entre la inmensidad del espacio y que se espera que sea el más grande jamás construido. Hasta que eso pase, muchos son los pasos que se tienen que dar. Uno de ellos se hará en Cerdanyola del Vallès, donde se encuentra una infraestructura científica clave y puntera para la investigación. Desde el Sincrotrón Alba se harán pruebas que simularán el funcionamiento de este telescopio, con el objetivo de garantizar el éxito de la misión cuando se ponga en marcha.

Para poder hacer esas pruebas, el sincrotrón lleva un año diseñando una nueva línea de luz en sus instalaciones, que se llamará Minerva, haciendo un guiño al telescopio al utilizar el nombre que los romanos dieron a la diosa griega Atenea. Esta será la primera línea que se construye en la infraestructura catalana que está dedicada a investigar el espacio y la primera del mundo centrada en la producción de satélites, expone el jefe de Ingeniería de Alba, Joan Casas.

En concreto, el Alba actuará como una plataforma de prueba durante el ensamblaje y caracterización del espejo que habrá en el interior del telescopio. Esta pieza, a su vez, estará formada por más de 600 módulos de espejo, que son los que permitirán conseguir la resolución necesaria para que el telescopio analice el espacio. El sincrotrón permitirá fijar estos módulos en su posición óptima. Los resultados que obtengan desde Cerdanyola servirán a la empresa holandesa Cosine, que es la que fabrica los espejos de Athena.

El diseño de la nueva línea se está a punto de aprobar y, cuando se haga, se tendrá que empezar a montar, con la previsión de que entre en funcionamiento el año que viene. Casas calcula que tardarán entre tres y cuatro años en colocar los 600 módulos que integrarán el futuro espejo del telescopio. La definición y la construcción de la línea ha supuesto una inversión de 2,5 millones de euros, con 1,5 millones aportados por el Ministerio de Ciencia e Innovación y el millón restante por la ESA. A esta cifra se le sumará el contrato que recibirá el Alba para la explotación de la línea durante diez años.

Sincrotrón Alba
Espacio reservado para Minerva en el interior del sincrotrón.

El Alba acelera su crecimiento

El Alba se inauguró en 2010 con un total de siete líneas de luz, cada una con una tecnología y finalidad determinadas. Estas líneas reciben la luz que se genera con la aceleración de los electrones y que sirve para analizar muestras y obtener información a través de la interacción que se genera. La biología, la medicina, la nanotecnología, el medio ambiente o la energía son algunas de las áreas de investigación que cubre el sincrotrón, a las que ahora se suma el espacio.

Después de un periodo inicial sin sumar más líneas de luz, el sincrotrón lleva desde 2014 ganando una nueva línea cada año, señala la directora del Alba, Caterina Biscari. Actualmente, ya hay ocho operativas y este año empezarán a funcionar dos más. A todo esto, se añadirán Minera y otras dos líneas más en construcción.

“Hay espacio para muchas líneas”, subraya Biscari, añadiendo que este crecimiento se acompaña con la transformación del Alba en un sincrotrón de cuarta generación —ahora es de tercera—. Esta mejora de las instalaciones permitirá generar una luz más brillante y un análisis más avanzado. La construcción del nuevo sincrotrón, el Alba II, se prevé que empiece este año y acabe en 2028.

Sincrotrón Alba
Vista aérea del sincrotrón.