Para llegar hasta la fábrica de Ray Electric Motors hay que salir de Barcelona e ir hasta Sant Joan Despí. Poder hacer este trayecto en una de las motos eléctricas de escasa potencia que se acostumbran a ver por la ciudad es una locura. Conscientes de que los desplazamientos interurbanos son la clave de la movilidad, la compañía liderada por Iñigo Raventós ha desarrollado desde cero una scooter eléctrica pensada con visión metropolitana, diseñada y fabricada aquí y adaptada al contexto actual que exige reducir las emisiones.
Fundada en 2019, la empresa empezará la producción en serie de su primer modelo, la Ray 7.7, durante el mes de junio. Con una potencia equivalente a 125 centímetros cúbicos, esta moto eléctrica puede llegar hasta los 125 kilómetros por hora y ya puede reservarse online a partir de 7.500 euros. Para un usuario medio, tiene una autonomía de 150 kilómetros. Lleva el cargador integrado y solo hay que enchufarla a la corriente, sea en el párking de casa o en un cargador público. Además, incorpora nuevas tecnologías como un navegador con conexión Bluetooth a la aplicación móvil desarrollada por la compañía. También permite ajustar la altura del asiento y hacer marcha atrás para facilitar las maniobras.
La planta desde donde la fabricarán cuenta con una superficie de 3.000 metros cuadrados y una capacidad máxima de 20.000 motos por año. Durante este 2021, esperan producir unas 1.000 motos e ir creciendo exponencialmente. Raventós, acompañado por el director de márketing, Gorka Lozano, explica que tienen unos objetivos ambiciosos, pero que quieren ir poco a poco. “Creceremos seguro, cómo lo haremos ya se verá”, remarca Raventós. Primero, hay que consolidar la empresa y madurar su primer modelo. Después, vendrán más motos eléctricas.
Ray Electric Motors apuesta claramente por los proveedores locales, según subrayan Raventós y Lozano. El 80% son españoles, la mayoría ubicados en un radio de menos de 150 kilómetros, y el 90%, europeos. La empresa sigue este modelo por varios motivos: mayor rapidez de abastecimiento, mejor control de calidad, menor huella ambiental y para apoyar a la economía local.
Expansión a ciudades europeas de cara a 2022
Desde su nacimiento, la empresa ha contado con un presupuesto de tres millones de euros. La compañía arrancó con 700.000 euros aportados por sus fundadores, Raventós, miembro de la familia de Codorníu, y Juan Luque Masó, y cerró una ronda de financiación a finales del año pasado de 2,5 millones de euros, con la participación del Institut Català de Finances (ICF). La plantilla se sitúa alrededor de los 20 trabajadores y tienen la intención de ir creciendo.
La Ray 7.7 se podrá ver dentro de poco en la tienda que la compañía inaugurará en Barcelona, que se sumará a la de la planta de Sant Joan Despí. Durante este año, irán abriendo más establecimientos en otros puntos de España, empezando por Madrid. La expansión por Europa llegará en 2022, yendo a ciudades como París, Ámsterdam, Frankfurt o Múnich.