Postparto: el tsunami inesperado (Primera ola, el embate físico)

Nueve meses de preparación para el parto dejan relegado a un segundo plano todo lo que ocurre después. Esta es la crónica de la brutal e inesperada experiencia física, vital y emocional del postparto a través de la voz y el conocimiento de ocho madres y una matrona.

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as 40 semanas de gestación y transformación física del embarazo desembocan en el parto, que es frenazo, derrapada y trompo corporal. En los siguientes 40 días, toca ordenar el estropicio a toda velocidad, devolviendo a los sistemas cardiovascular, respiratorio, urinario, inmunológico, hormonal y reproductor, aparte de la piel y los tejidos, al lugar que les corresponde. Hay entuertos y loquios, dolor en los puntos perineales o en la herida quirúrgica de la cesárea, pérdidas de orina, estreñimiento, hemorroides, dificultad al caminar e incluso al sentarse, debilidad y agotamiento. En paralelo, se pone en marcha la producción de leche, que pasa por una fase caótica hasta que se equilibra con la demanda del bebé. Aparecen las grietas, el dolor en los pezones y, a menudo, las mastitis o los abscesos. Además, hay una nueva (y desconocida) personita en la familia que no diferencia el día de la noche, que come cada 3 horas y necesita atenciones 24/7, por lo que descansar es imposible. La dureza física es la primera ola del tsunami que impacta en la vida de la mujer tras el parto. Pero no viene sola. Después, embate la ola emocional, tan potente o más que la primera.

“Yo sabía que el primer mes es muy intenso y que estás agotada pero, por mucho que te lo esperes, la vorágine te supera: es demasiado pasando al mismo tiempo”, comenta Virginia (Ámsterdam, madre a los 37). Lo mismo explica Núria (Lleida, madre a los 37), que se sintió “desbordada” con la llegada de su primer hijo. “Todo me pilló por sorpresa. Incluso lo de no dormir. Sabía que no podría dormir en un tiempo, pero no era consciente de lo que eso me iba a hacer sentir”, recuerda. El agotamiento físico es un elemento común en las narraciones, junto con el dolor y el miedo. Pero también lo es la superación. “Lo que más me sorprendió fue la fuerza y el poder que yo misma tenía. Estaba completamente agotada, pero continuaba adelante”, explica Saskia (Eindhoven, madre a los 31). Como señala Mireia (Lleida, madre a los 33), sorprende “la propia capacidad de olvidar el dolor y las preocupaciones de parto cuando llegan las del postparto”.

 

EL DOLOR EN EL POSTPARTO, UN RETO INESPERADO

“Nadie te prepara para el dolor, sobre todo tras el primer postparto”, explica Mercedes (Madrid, madre a los 30, 32 y 35). “Nadie me habló en profundidad de los puntos, del dolor que causarían, de cómo superar los primeros días con ese escozor”. Pasar por una cesárea no mejora la situación. Para Alex (Nueva York, madre a los 37), lo peor de las dos primeras semanas fue precisamente “el dolor físico” tras un postoperatorio complicado. “Aquel momento en que mi cuerpo se dio cuenta de que había pasado por una cirugía, en que intenté empezar a dar de mamar, en que me quitaron el catéter y tuve problemas para poder orinar, además del dolor relacionado con la lactancia cuando las cosas no van como deberían… wow”.

Wow es una buena onomatopeya para describir el arranque de la lactancia, que no siempre es tan fluido como una espera. Mireia recuerda así la experiencia: “con la subida de la leche, mis pechos se volvieron duros, enrojecidos y muy muy calientes. No sabía qué estaba ocurriendo, pensaba que todo iba como tenía que ir, pero una amiga comadrona reveló que aquello no era normal. Mis pechos producían más leche de la que mi hijo mamaba, congestionando los conductos mamarios y causando un dolor bastante intenso”. A Saskia, que le ocurrió lo mismo, le hubiera gustado “saber cómo funciona el pecho y la lactancia durante los primeros días” para intentar evitar aquellas complicaciones.

Pese al esfuerzo y sacrificio que implica, la lactancia es una experiencia profundamente emocional y única para muchas mujeres. En el caso de Mireia, “el tiempo pasó, la producción de leche se reguló y todo mejoró. Por fin pude disfrutar de la lactancia, de mirar con ojos de madre enamorada como mi pequeño se alimentaba rodeada de una sensación enorme de amor y gran instinto de protección”. Y añade: “embarazada del segundo, volveré a apostar por la lactancia”. Para Mercedes, “el cuerpo de la mujer es mágico. Poder dar de comer a un bebé que has llevado dentro 9 meses es algo que sólo las mujeres podemos experimentar. Es como un poder único”. Esa capacidad innata pero hasta el momento desconocida de su propio cuerpo fue lo que más sorprendió a Alex: “mis pechos convirtiéndose en fuente de alimentación para mi hijo, sincronizándose con él, con la leche que estoy creando igualando su demanda… Me parece muy surrealista a pesar de que le haya pasado a todas las mujeres que han sido madres antes que yo”.

 

EL TEMOR AL PARTO ECLIPSA EL POSTPARTO

“En los cursos de preparación para el parto, recuerdo cómo una madre se echó a llorar diciendo que nadie te explica lo más duro del puerperio: los puntos, las hemorroides, el cansancio”, rememora Mercedes. En este sentido, Alex puntualiza: “creo que muchas mujeres no están preparadas para lo que sucede después del parto y eso hace que sea un momento muy difícil y una transición para ellas”. Tratándose de un momento inevitablemente convulso, ¿por qué a muchas mujeres les pilla de imprevisto? Rosa Alzuria –matrona asistencial en el ICS (Institut Català de la Salut) y profesora asociada de Enfermería en la UdL (Universitat de Lleida)– asegura que a las gestantes se les da toda la información posible “porque la información es poder y saber qué y cómo puede ayudar a activar recursos previamente”. Pero, tras más de una década acompañando a embarazadas y puérperas, ha llegado a una conclusión: “las gestantes están absortas por el parto. Creo que el temor al dolor y a que todo vaya bien eclipsa el postparto. La información está disponible para ellas, pero creo que no es su prioridad”.

Ellas lo confirman. “Creo que sí recibí información suficiente” –explica Virginia– “lo que pasa es que yo no la registré en mi cabeza. Mi principal obsesión era el parto, me centré más en él. Creo que a muchas mujeres les pasa esto. Es como si el miedo al parto anulara nuestra capacidad de procesar la información sobre el postparto”.  Teresa (Madrid, madre a los 36) verbaliza lo mismo: “En el curso de preparación al parto te lo explican, pero mi preocupación era el parto y todo lo demás ya vendría”. Y añade: “la gente me dijo que era duro, pero a lo mejor necesitaba que me lo dijesen más claro o de alguna manera que llamase más mi atención”.

¿Hubiera cambiado algo saber más al respecto? Anna (Balaguer, madre a los 29, 31 y 36) cree que sí: “tener más información hace el proceso más llevadero, porque saber a lo que te enfrentas y visualizarlo siempre ayuda a hacerlo; no mejor, pero si con la seguridad de que lo estás haciendo bien, sin dudas”.*

*La inseguridad y otras emociones del postparto, protagonistas de Postparto: el tsunami inesperado (Segunda ola, el embate emocional)

 

DE MADRE A MADRE (I)

Aunque ahora mismo lo que más te preocupe sea el parto, esa es la parte sencilla. Lee, infórmate, pregunta a la gente… Es una etapa dura y de poco dormir, pide ayuda y apóyate en la gente de tu alrededor. Teresa

Date tiempo, no agotes tu cuerpo demasiado durante las primeras semanas. Necesita tiempo. Saskia

Tómate el tiempo y el apoyo que necesites para disfrutar de tu bebé y de tu familia. Permítete la recuperación que necesitas y mereces para poder ser la mejor madre posible desde el principio. Alex

Va a ser una experiencia dura, visceral y te vas a dar cuenta de lo que de verdad significa la palabra cansancio. Déjate ayudar. Todo esto pasará, créeme, y luego conocerás al verdadero amor de tu vida. Núria