Oriol Vallès
Oriol Vallés es uno de los trompistas más activos del panorama jazzístico del país. ©Clara Conill
EL BAR DEL POST

Oriol Vallès: Unos cuantos pasos por delante de sí mismo

La Jazz Cava de Terrassa, mi pueblo, ha tenido un papel fundamental en mi desarrollo como músico y como persona. A los 16, cuando salía de estudiar del conservatorio, iba ahí siempre, para participar a las jam sessions semanales del local, o para ver a grandes artistas como Dennis Rowland con la Big Band Jazz Terrassa o Ambrose Akinmusire”. El trompetista, compositor y arreglista Oriol Vallès rememora aquella adolescencia con insuperable banda sonora a pie de barra, degustando una caña a media tarde y con un silencio de fondo, “con el que se conversa muy bien”.

—¿Lo de la música te viene de familia?

—¡Sí! Mi padre es director de corales y guitarrista clásico.

En aquellos días de jams, estudios y conciertos de los que te cambian la vida, Oriol cruza su camino con los hermanos Joan y Lluc Casares, con el baterista Pau Sala y con el pianista Jöel González, hoy afincado en Nueva York. Juntos fundan el quinteto Smack Dab con el que debutan a lo grande en 2015. “Acabábamos de salir del ESMUC, yo tenía 22 años y se nos plantea la posibilidad de grabar junto a Jesse Davis”, mítico saxofonista de Nueva Orleáns.

Uno de los momentos que el músico guarda en su recuerdo, envuelto en un halo místico, de revelación, de principio, de algo nuevo, es “el del momento del solo que Jesse hace para el tema Mes menys, que se incluye en aquel disco de debut”. El resto de aquel recuerdo no se expresa en palabras, sino con una mirada capaz de ver, por un instante, más allá del horizonte.

Al año siguiente, el quinteto vuelve a grabar, esta vez con el prestigioso saxofonista valenciano Perico Sambeat y con el añorado trombonista Toni Belenguer, para un sello de la importancia de Fresh Sound New Talent.

Aventuras en la Gran Manzana 

“Tras el segundo disco de Smack Dab y con otros proyectos en el aire, como una big band, decidí marchar a Nueva York a estudiar en la Manhattan Music School y aprender de los grandes”, explica el parroquiano según sorbe su cerveza. “Ahí permanecí tres años, viendo en directo a grandes como Jimmy Cobb, Louis Hayes, Eddie Henderson Roy Haynes o Roy Hargrove, trabajando y tocando muchísimo para malvivir en un piso ruinoso de Harlem”.

Como no podía ser de otra manera, de la Gran Manzana atesora una serie de delirantes anécdotas, “como una vez en que nos llamaron para tocar en la fiesta de un ricachón de Nueva Jersey que celebraba… ¡La venta de su mansión! Para la ocasión, teníamos que acompañar a un crooner, que no era otro que un senador italoamericano del partido Republicano y gran amigo del dueño de aquel casoplón cuya venta se celebraba con aquella fiesta. ¡Muy bizarro!”, recuerda entre risas.

Oriol Vallés y su cuarteto presentan estos días su último trabajo, Cap clar. © Cecília Coca

A su vuelta a Barcelona, Oriol Vallès vuelve a conectar rápidamente con la escena local. La cabeza llena de ideas. Las ganas de hacer música y algo más. “En aquellos días fundé mi cuarteto y, con otros músicos, creamos el colectivo The Changes, una de las razones por las que no me he vuelto a ir de aquí, pese a las dificultades para hacer música en esta ciudad”, expone, con indisimulado orgullo por “la continuidad por seguir escribiendo y tocando, explorando nuevos territorios sonoros sin desfallecer, sin ceder aun cuando vienen mal dadas, como durante la pandemia”.

En estos días, el artista presenta su nueva grabación, la cuarta, al frente de su cuarteto, Cap clar, que presenta en el Milano el 17 de marzo, en el Jamboree el 24 y en el festival de Jazz de Terrassa el 26.

—¡Cuatro grabaciones en cuatro años! Sí que produces rápido, ¿no?

El parroquiano ríe. “En realidad, tengo ya listo el repertorio para el próximo disco. Escribo muy rápido y, para cuando tengo listo un disco, y lo estoy presentando y defendiendo sobre las tablas, en mi cabeza ya tengo todo el material del siguiente”. Muchos pasos por delante de sí mismo.

Otro proyecto que destaca es el proyecto de los Sunset Rhythm Kings, banda de jazz tradicional de Nueva Orleáns, “que me ha permitido explorar un terreno que siempre amé y que está lleno de posibilidades: el de Louis Armstrong, su música y su contexto”.

Vallès lamenta que la música en directo en Barcelona esté tan enfocada al turismo. © Cecília Coca

Ciudad de ritmo mediterráneo

Cuando volvió de Nueva York, una sensación de descompresión se apoderó de Oriol Vallès. “En Barcelona la vida es más tranquila con respecto al ritmo frenético de allá. Este tarannà más pausado, más amistoso entre músicos, me gusta y me siento cómodo. El clima es mucho mejor, además. Al fin y al cabo, el mío es un biorritmo mediterráneo, y esta ciudad se adapta de maravilla a esta pauta”.

Pero, como el propio parroquiano sospecha que ocurre en tantas otras urbes del mundo, “aquí la mayoría de los espacios culturales, sobre todo los musicales, están muy enfocados para el turismo, y eso dificulta que haya una base sólida de público local. Todo está pensado para visitantes que vienen y se van, siendo sustituidos por la siguiente tanda, de ese ir y venir queda poco”. A este fenómeno se suma la sensación de que no se alienta lo suficiente la música en directo. “Si te fijas, en una ciudad como Barcelona, resulta dificilísimo encontrar locales donde se pueda tocar una batería después de las diez de la noche”.

—Tocar la batería tal vez no, pero aquí se puede comer muy bien a cualquier hora. ¿Te dejas tentar con nuestra oferta para echarte algo al gollete?

Al músico se le enciende la mirada.

—No debería, pero…

—¡Tenemos pinchos para una merendola exquisitos!

—Soy vegetariano, pero es que además yo soy mucho más de dulce–, replica Oriol Vallès, sin quitar ojo de la repostería recién deshornada.