Enric Sagnier Villavecchia (Barcelona, 1858-1931) es el arquitecto que ha firmado un mayor número de edificios en Barcelona, con unos 380 inmuebles catalogados, desde iglesias a escuelas, pasando por un sinfín de viviendas en el Eixample y obras icónicas como el Palau Pasqual i Pons, el Palacio de Justicia, las Aduanas del Port de Barcelona, la sede de la Caja de Pensiones en Via Laietana o el Templo Expiatorio del Sagrado Corazón, en el Tibidabo. Todos estos edificios eran fruto de los abundantes encargos que recibió de la pujante burguesía de la época, de las administraciones y de órdenes religiosas como los Salesianos, pero hay un inmueble que hizo para sí mismo, es decir, para ubicar su residencia familiar y su despacho de trabajo.
Se trata del edificio situado en el número 104 de la Rambla de Catalunya, una finca construida en 1892 y que hace esquina con el Passatge de la Concepció. El inmueble se bautizó como Casa Dolors Vidal de Sagnier, en honor a su esposa, y se caracteriza por tener una tribuna con grandes ventanales que domina los dos pisos superiores, en los que se ubicó la casa de la familia. Se trató de toda una innovación para la época, ya que habitualmente el piso principal era la planta noble en la que se instalaban los propietarios, pero Sagnier quiso ubicar ahí su despacho de arquitectura y vivir en los pisos cuarto y quinto. La fachada está coronada por elementos de estilo gótico, con unos medallones atribuibles a Francesc Pastor. Otro elemento destacado de la finca es una escultura de la Inmaculada Concepción, obra del artista Josep Llimona, que queda suspendida sobre la verja que da acceso al Passatge de la Concepció, convertido hoy en una de las mecas gastronómicas de la ciudad.
Hasta ahora, Sagnier tenía en Barcelona unos jardines a su nombre, pero desde este mes cuenta también con un hotel que le rinde homenaje. Se trata del nuevo Hotel Casa Sagnier, ubicado, precisamente, en el edificio que fue su residencia y centro de trabajo hasta su muerte a comienzos de los años 30 del siglo pasado. “Este hotel es un tributo al arquitecto más prolífico de Barcelona y a su legado; está ubicado en un edificio que tiene mucha historia y donde ofreceremos un servicio personalizado para que los clientes se sientan como en casa”, explica Javier Pérez-Sala Valls-Taberner, propietario del establecimiento junto a sus siete hermanos.
Los hermanos Pérez-Sala son descendientes de una saga textil catalana y sobrinos de Luis y Javier Valls Taberner —fallecido este mes de marzo—, que fueron presidentes del antiguo Banco Popular. Uno de los hermanos es el ex piloto de Fórmula 1 Luis Pérez-Sala, que compitió con el equipo Minardi en los años 80. La familia compró la finca de Rambla Catalunya a los descendientes de Enric Sagnier en 1988. Dos décadas después, en 2008, los Pérez-Sala decidieron transformar el edificio en un hotel, pero encargaron el proyecto a otra familia barcelonesa, los hermanos Soldevila, que conocen muy bien este negocio al ser dueños del Grupo Majestic.
Así nació el Hotel Murmuri, un establecimiento que funcionó durante doce años y que ha sido una de las muchas víctimas de la pandemia, ya que tras el cierre provocado por el primer confinamiento nunca más volvió a abrir. El Grupo Majestic, que lo gestionaba en régimen de alquiler, decidió en verano de 2020 finalizar el contrato y fue entonces cuando la familia Pérez-Sala decidió invertir en la remodelación del establecimiento, involucrarse directamente en la gestión y reabrir el hotel como Casa Sagnier.
Lo han hecho con la experiencia acumulada gracias al Hotel Primero Primera, que abrieron en 2011 en la finca que la familia tiene en la calle Dr. Carulla, en el distrito de Sarrià-Sant Gervasi, y donde crecieron los ocho hermanos y sigue residiendo su madre, de 101 años. Además, los Pérez-Sala son también propietarios del Hotel Monegal, situado en la esquina de la calle Pelai con Las Ramblas —que ahora prevén también reformar—, y gestionan el Hotel Sixties Ramblas, junto a Drassanes. “No nos sentimos hoteleros, pero nos gusta poner en marcha establecimientos enfocados totalmente al servicio y en hacer sentir especiales a los huéspedes”, afirma Javier Pérez-Sala.
La transformación del Hotel Murmuri en el Casa Sagnier ha supuesto incrementar la categoría del establecimiento de cuatro a cinco estrellas. Se ha concebido como un hotel-boutique de 51 habitaciones —seis de ellas suites— en el que se ha cuidado hasta el último detalle y con una decoración hogareña que pone énfasis en los tejidos, la madera y en la mezcla de sillas y muebles de distintos estilos. Las obras y el interiorismo se encargaron a Federico Turull del estudio TurullSørensen, que se estrena con este proyecto en el sector hotelero. Del diseño gráfico se ha ocupado Pablo Juncadella, socio del estudio Mucho.
La reforma ha contado, además, con el asesoramiento de las interioristas Núria Pérez-Sala y Estrella Salietti, y con la colaboración del estudio Elefante, con Eva Balart y Juan Carballido, que han creado diversas instalaciones artísticas que evocan a Sagnier. Destaca un espectacular retrato del arquitecto realizado con sellos que preside la chimenea, o el mural con fotos antiguas que decora el bar, donde también se expone un busto de Sagnier cedido por sus descendientes. “La familia del arquitecto, especialmente su nieto, se ha volcado en este proyecto, nos han ayudado mucho facilitándonos todo tipo de materiales y su archivo de fotografías históricas”, destaca el dueño del hotel.
Otro de los elementos destacados del nuevo Hotel Casa Sagnier es el restaurante Cafè de l’Arquitecte, situado en la planta baja y con acceso también desde el Passatge de la Concepció. Abrirá de forma ininterrumpida todo el día, de ocho de la mañana a doce de la noche, funcionando como un bar —con una larga barra con taburetes de madera de los de siempre—, un restaurante, una cafetería y una coctelería. “Queremos que los huéspedes que visiten Barcelona se mezclen con los barceloneses en el Cafè de l’Arquitecte, que queremos convertir en un punto de encuentro, en un lugar ideal para ir a desayunar o a tomar un cóctel”.
