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o hay duda de que estamos viviendo un cambio de paradigma social debido al impacto de la digitalización, la cual está produciendo una transformación de nuestro modelo productivo, determinando los modos y las pautas de comportamiento de la sociedad. El exitoso Mobile World Congress celebrado en Barcelona deja en nosotros el ánimo de que la digitalización gobierna el mundo económico y las emociones. La cita de este año nos propone dar el salto hacia el 5G, la mejora de la seguridad en las redes, la consolidación del Internet de las cosas, el papel cada vez más relevante de los drones, el desarrollo de tecnologías que combinan lo físico y lo virtual y el uso de la inteligencia artificial aplicada. Esta propuesta permite observar los modos en los que la innovación va moldeando nuestro futuro.
En este contexto de afirmación tecnológica y digital es interesante observar el desarrollo de las tecnologías con mirada crítica para garantizar que su revolución sea lo más equilibrada y positiva, una mirada crítica que obligue a poner en cuestión alguno de sus mitos para no dejarnos cegar por su poder de fascinación. El ensayo 21 mitos digitales. Antídoto contra la posverdad internauta del periodista Per Strömbäck, reconocido experto del sector digital, es un alegato contra el tecnocentrismo imperante y alerta sobre los riesgos de una sociedad que idolatra y venera, como si fuera una religión, el poder de lo digital. Per Strömbäck plantea al lector, en menos de cien páginas, cómo debe defenderse de los mitos digitales. Entre sus advertencias destaca la identificación de los mitos que ha ido adquiriendo la sociedad, como la extendida idea de que la tecnología es imparable y que nada se puede hacer para evitar su avance o la falacia de que una tecnología abierta implica forzosamente fortalecer una sociedad abierta. Es también un error deducir que la libertad de datos supone en sí misma libertad de expresión, cuando en realidad están aumentando los modos de vigilancia que, consecuentemente, debilitan la privacidad del individuo. Otro error es la consideración, cada vez más extendida, de que la disrupción es la nueva forma de competencia, cuando se trata de un nuevo monopolio, o el extendido mito de que innovar sin pedir permiso hizo grande a Internet.
De todos los 21 mitos, es bueno reparar en algunos que son especialmente importantes para el sector empresarial, como, por ejemplo, «Europa no ha sabido crear empresas digitales de éxito». Este mito queda desmontado por Skype, Spotify, la empresa King (creadores de Candy Crush), la empresa de vídeojuegos Ubisoft, Vivendi o las empresas de vídeojuegos sociales Wooga y Big Point.
De todos los 21 mitos, es bueno reparar en algunos que son especialmente importantes para el sector empresarial, como, por ejemplo, «Europa no ha sabido crear empresas digitales de éxito». Este mito queda desmontado por Skype, Spotify, la empresa King (creadores de Candy Crush), la empresa de vídeojuegos Ubisoft, Vivendi o las empresas de vídeojuegos sociales Wooga y Big Point. Per Strömbäck observa: «La oportunidad digital Europea radica en la economía creativa, no en copiar la economía de vigilancia de las diez principales empresas de Internet», entre las que se encuentran Google o Facebook. Otro mito a erradicar es el relativo al mantra «Internet salvará a los medios comunicación». La concepción empresarial de las publicaciones en formato papel basada en que cuantos más lectores tengan más ingresos de publicidad obtendrán no es válida para el formato digital; las empresas no advirtieron que la gratuidad de Internet impediría cumplir sus expectativas. No se tuvo en cuenta la fragmentación del mercado. No se tuvo en cuenta que se primaba la compra de tráfico o el CPM (coste por mil). El efecto supuso el desmoronamiento de los ingresos por compra de la prensa tradicional en formato papel y el consecuente descenso de los ingresos publicitarios. Dos aspectos a los que hay que sumar la aparición de medios nativos que explotaban mejor que los tradicionales el potencial de la red, como Huffington Post, y la capacidad de Google y Facebook para imponer las reglas del juego, conseguir ganar tráfico y, con ello, usuarios únicos. La tormenta perfecta llegó con los smartphones y la web móvil, permitiendo a los lectores acceder a los contenidos desde cualquier lugar. Este hecho desdibujó el papel tradicional del lector, que ahora podía leer a cualquier hora y en cualquier sitio, desterrando el ritual de comprar el periódico a primera hora de la mañana.
La solución que Per Strömbäck divisa es que los gigantes tecnológicos accedan o se les obligue a compartir sus ingresos publicitarios, siendo transparentes los resultados de audiencia y aplicando una ética periodística a sus canales de publicación online. Sin embargo, de todos los mitos que se describen en este ensayo, el que más daño ha hecho a la creación, producción, distribución y exhibición de contenidos es el que más impacto ha tenido: «la propiedad intelectual frena la revolución digital». El progreso, unido al pirateo, el robo, la apropiación o la copia de los logros de otros ha provocado una infravaloración del rol del contenido convirtiéndolo en algo que debe ser expoliado por el que mira. La equivocada idea sustentada en el mito de que los creadores no pueden obtener beneficios de la propiedad intelectual sin intermediarios que la gestionen expresa hasta qué punto la digitalización ha forjado un modelo que tiende a destruir el viejo mundo en favor de uno nuevo, donde todo vale menos el trabajo de los creadores. Una imagen que ha convertido a las grandes empresas de entretenimiento en conservadoras y reaccionarias a los cambios y a las empresas emergentes de la red en briosos corsarios legitimados para arrebatar logros ajenos. El ensayo de Per Strömbäck debe leerse en clave de guía para un cambio de rumbo que consiga dar una mejor orientación a los usos que se están produciendo en el ámbito digital, con el objetivo de que su revolución no desborde los derechos conseguidos.
Referencia: El libro de Per Strömbäck ha sido publicado por Ediciones Quinto 20.