Mirko Scaletti, presidente de la Casa degli Italiani,
Mirko Scaletti, presidente de la Casa degli Italiani.
ENTREVISTA A MIRKO SCALETTI

“La Casa degli Italiani es vuestra casa”

Mirko Scaletti es el presidente de la Casa degli Italiani, una entidad histórica de la ciudad —con 160 años de presencia en Barcelona— que pronto se constituirá en fundación.

En su espectacular palacete del Passatge Méndez Vigo, desarrolla actividades centradas en la difusión de la cultura italiana, la promoción del intercambio entre Barcelona e Italia, y ejerce de “club social” para italianos residentes. Scaletti, también director del West Cluster de Panasonic, destaca tanto la vertiente empresarial como la social y cultural de la asociación, y no pierde oportunidad de subrayar la proximidad entre ambas culturas. Con casi dos siglos en la ciudad, la entidad tiene sólidos argumentos para afirmarlo.

— ¿Quiénes sois y qué hacéis en Barcelona?

— Es una muy buena pregunta. Somos la herencia de un grupo de italianos que, hace casi 160 años, llegaron a Barcelona. En aquel momento, el Estado italiano impulsó unas estructuras llamadas sociedades de “mutuo soccorso”, que contaban con apoyo estatal y ofrecían asistencia a los italianos que emigraban. Estamos hablando de finales del XIX. A comienzos del siglo XX Catalunya tenía un tejido industrial muy potente, lo que facilitó el arraigo. Si miramos en perspectiva, ejemplos como la Hispano Olivetti o Pirelli y Fiat con Seat son los más visibles, ya que llegamos desde Italia para ayudar a desarrollar la industria.

— ¿Pero en los inicios no fue más bien el textil?

— Sí, sin duda Italia influyó en la industria textil catalana del siglo XX, la cual se benefició de las importaciones de hilados y tejidos llegados del bel paese, complementando su propia producción, especialmente en los sectores de algodón y lana. La automoción fue la parte más visible ya a mediados del siglo pasado. Pero a principios del XX, la industria textil ya era muy fuerte, y había muchos italianos trabajando aquí. Luego llegaron los bancos; el Banco de Roma fue uno de los primeros bancos italianos en establecerse en Catalunya, y más tarde se consolidó toda la vertiente industrial. También hubo una gran influencia e intercambio en el sector farmacéutico. Muchas industrias italianas tienen una relación muy estrecha con el tejido catalán. Y así empezó nuestra historia.

— Tengo entendido que ya entonces era inusual crear una sede de este tipo en una ciudad que no fuera capital de Estado.

— Exactamente. Pero creo que en este caso las relaciones iban más allá de la condición de capital. La relación con España en general ha sido muy buena, pero la sintonía con Catalunya era aún mayor, especialmente en el terreno industrial.

— ¿Entonces, los primeros impulsores venían sobre todo del norte de Italia?

— La mayoría, sí. Hablamos del tejido industrial de Turín, de las fábricas del norte. Luego, con el acuerdo con SEAT, llegaron muchos profesionales para ayudar a desarrollar modelos más competitivos. Es una mentalidad más del norte, igual que en Catalunya se percibe cierta diferencia con respecto al sur del Estado.

Aquí en Catalunya hay una sensación de gran cercanía con la cultura italiana. Como de primos hermanos.

— Totalmente. Por la forma de pensar, de actuar, incluso de hacer negocios. Catalunya tiene salida al mar, puertos… Ha sido siempre más accesible. También hubo una conexión ferroviaria importante con Italia, mucho antes que con otras regiones del sur.

— ¿Y ahora? ¿Quiénes sois hoy? ¿Cómo habéis evolucionado?

— Fundamentalmente, pasamos de ser una sociedad de mutuo socorro a una asociación. Hoy en día somos totalmente independientes: no dependemos del Estado, generamos nuestros propios recursos, todo lo hacemos nosotros y nuestros socios.

Casa degli Italiani en Barcelona

— ¿Sois una de las primeras comunidades extranjeras con presencia estable en Barcelona?

— Es muy curioso que nos estableciéramos tan pronto. Creo que nuestra fortaleza viene de ahí. La relación industrial atrajo a personas con cierto nivel, y eso generó también una cultura. Incluso los primeros hoteles, algunos hoteles de lujo, de Barcelona fueron fundados por familias italianas. Hoy ya no quedan muchos hoteles italianos, pero la cultura del hotel de lujo —como puede ser el Majestic— tiene raíces italianas. No sólo trajimos mano de obra: trajimos también modelos de negocio.

— ¿Y qué función tiene hoy el palacete?

— Empezamos en otra sede, pero muy pronto nos mudamos aquí. Nuestra función principal es promover la cultura italiana. No somos competencia del Instituto Italiano de Cultura; cada uno tiene su misión. Nosotros queremos ser la casa de todos los italianos. Pero no hay barreras: cualquiera que tenga interés en la cultura italiana puede venir.

— ¿Para qué tipo de actividades?

— Eventos culturales, presentaciones, reuniones, contactos empresariales… Promovemos la cultura italiana sin invadir terrenos más propios de la Cámara de Comercio o del Consulado. Nuestra ventaja es precisamente la independencia, que nos permite decidir con libertad qué queremos hacer: exposiciones, muestras, actividades…

“No hay barreras: cualquiera que tenga interés en la cultura italiana puede venir”

— ¿Y esa función cultural y social se convertirá en fundación?

— Sí, es nuestro proyecto de futuro. Mantendremos la parte asociativa, pero evolucionando hacia una nueva figura jurídica. ¿Por qué? Porque una fundación nos abre nuevas puertas. Si queremos impulsar la cultura, la parte social, necesitamos también posicionarnos adecuadamente en el ecosistema institucional. Ser fundación nos dará más fuerza, más credibilidad y más visibilidad.

— Y un carácter más afín al entorno catalán.

— Exactamente. Una de las áreas que queremos potenciar —y que como asociación no nos ha sido fácil— es la asistencial. Queremos ayudar, no sólo a corto plazo al ciudadano italiano que llega, sino también a los demás. Y para eso sí necesitamos dar el paso hacia fundación: para estar mejor conectados con las administraciones y las entidades del país.

— ¿Demasiada burocracia?

— Bueno, como en todas partes. Pero sí que hemos notado una mejora en los últimos años. La relación con la administración pública es hoy más fluida, más atenta. Espero que siga así, incluso con los cambios políticos.

“Si queremos impulsar la cultura, la parte social, necesitamos también posicionarnos adecuadamente en el ecosistema institucional”

— ¿Por qué tengo que venir a la Casa degli Italiani?

— No me gusta “vender” lo que hacemos, es más bien una relación de afecto. De amor. No se trata sólo del evento concreto. Por ejemplo, en julio haremos uno de nuestros aperitivos veraniegos, que nos gusta mucho. Pero lo importante es lo social: integrarse, compartir, descubrir. Si eres italiano, volver un poco a casa. Si no lo eres, pero te atrae nuestra cultura, descubrirla desde dentro. Esta es la casa de Italia y vuestra casa.

— ¿El público es más bien particular o empresarial?

— Es para todos. No ponemos barreras. Como te decía, queremos que la gente se sienta como en casa.

—160 años dan para muchas historias.

— Te contaré un par. Una fue la visita de Rita Levi-Montalcini, que fue muy importante para nosotros. Otro momento muy bonito fue el paso de Pavarotti en el año 90, cuando actuaba en el Liceu. Firmó nuestro libro de honor. Incluso el rey Vittorio Emanuele III vino en persona; y nos otorgó  el “Diploma di Benemerenza di primo grado” y la medalla de oro las cuales conservamos en nuestro vasto archivo. Y últimamente, como nos gustan mucho los deportes, destacaría el aperitivo que organizamos hace algunos años durante el Mundial de waterpolo y la visita del “Sette bello”. Nunca había visto tanta gente en el pasaje. Fue magnífico, como seguramente lo fue en el 82 cuando Italia ganó el Mundial.

Mirko Scaletti durante la entrevista

— También apostáis fuerte por la gastronomía.

— Sí, estamos acondicionando un espacio dedicado a ello. La cocina es una parte esencial de la cultura italiana. Hay muchos restaurantes italianos, sí, pero queremos ir más allá: posicionar la cocina como cultura. Entender el porqué de los ingredientes, las recetas. Ofrecer clases, masterclasses, o simplemente disfrutar de nuestros eventos gastronómicos.

— Y ahora buscáis más presencia en el tejido social barcelonés.

— Sí, ese es un cambio importante. Durante años vivimos un poco como este pasaje: en pleno Eixample, pero algo escondidos. Ahora ha llegado el momento de abrirnos. Estamos en Barcelona, ¿qué más se puede pedir? Queremos integrarnos más. Porque la dimensión social también implica encontrar compañeros de viaje. Se pueden lograr cosas más grandes si no se hacen en solitario. Darnos a conocer, pero también descubrir a los demás. Es un paso fundamental, tanto para la asociación como para la futura fundación.

— ¿Y cómo compaginas todo esto con tu actividad en Panasonic?

— Me ocupo de Francia, Bélgica, Holanda, España, Portugal… Estoy bastante repartido. La Casa degli Italiani es una actividad totalmente voluntaria. Todos los que formamos el consejo tenemos nuestra vida profesional, que equilibramos con la privada. También formo parte del CEJE, el Círculo Empresarial Japón-España. Y, si tengo un poco de tiempo, me escapo a pescar.