Maria Sellas
La escritora y odontóloga Maria Sellas Palat.
EL BAR DEL POST

Maria Sellas Palat: Con la carrerilla cogida

Todavía parece que le cueste creérselo, lo que no deja de ser algo habitual en escritores noveles que han visto materializado su primer libro. Que saben que ese relato, esas vivencias más o menos ficcionadas, esa forma de arrojar su mirada sobre la vida, ya no les pertenece sólo a ellos, sino que son ahora patrimonio de los lectores que, antes o después, van a recorrer con la mirada aquellas páginas que llenaron a base de tiempo, ilusión y puede que algunos miedos. “El libro salió el día de la segunda Pascua, en que todo estaba cerrado en Barcelona, así que me subí a un tren hasta Terrassa porque tenía la necesidad de tenerlo entre las manos”, rememora con una amplia sonrisa Maria Sellas Palat, a propósito de su ópera prima, Drames per a principiants (Univers).

A través de sus personajes, la autora interroga —a sí misma, al lector, a la vida— sobre las diferentes formas que tenemos de amar o de creernos que amamos, de madurar, de las trampas de la vida adulta y de buscar segundas oportunidades donde, tal vez, ni siquiera hubo una primera. Una novela muy barcelonesa de la que, “cuando por fin me hice con una copia, tuve una sensación de realización enorme. De que, pase lo que pase más adelante, que me quiten lo bailao”.

Ha llegado al Bar en la hora perfecta para tomarse un vermú y dejar que, de fondo, lo que se deje oír sean las conversaciones del paisanaje, siempre atenta a captar ideas, pistas, que se puedan convertir en ficción. De hecho, lo suyo empezó un poco así.

Epifanías en la L1

“Estudié Odontología, más guiada por criterios de practicidad que por otra cosa, la verdad. El caso es que el trayecto en metro duraba mucho rato, casi dos horas entre ida y vuelta, y cada día pasaba algo en la L1. Alguna anécdota, alguna conversación: cosas que empecé a anotar en mi libreta. De ahí, pasé a convertir aquellos acontecimientos en relatos y, poco a poco, me fui dando cuenta de que mi momento favorito del día, el más esperado, era ese: escribir lo que veía”. Muchos de aquellos relatos los fue publicando a través de su cuenta de Instagram, y aquello fue la guinda a su recién descubierta pasión. “Aquellas historias gustaban, tenían lectores que las seguían y me animaban a seguir escribiendo”. Había que seguir.

“Terminados mi estudios de Odontología, tenía claro que quería escribir una novela y me apunté a un curso de escritura del Ateneu”, prosigue Maria Sellas, que dio así forma al libro que, ni que decir tiene, “incluye muchas de aquellas anécdotas que viví y apunté en mis largos viajes en la L1, pero también mucho de lo que viví en mi año de Erasmus en Montpellier, que para mí fue una forma de huir de los rigores y presiones de aquí y empezar una nueva vida a muchos niveles”.

Sellas Palat descubrió su vocación en largos trayectos de la L1 de Metro.

— Pero profesionalmente te dedicas a la odontología, ¿no?

Maria Sellas se encoje de hombros. “Mira, sí, soy odontóloga, aunque más lo pienso y más creo que soy de todo menos odontóloga”, ríe, “pero también es cierto que, si no hubiese decidido estudiar algo que me pillaba tan lejos, quién sabe si hubiese descubierto mi vocación”, reflexiona.

Probablemente no hubiese dejado de tener epifanías en algún otro sitio, más adelante, porque lo de escribir al final se acaba imponiendo aunque la vida trate de decir lo contrario. Y es evidente que la escritora no está para derrotismos. “El primer borrador de mi segunda novela está ya terminado”, avisa.

— ¿O sea que cualquier día de estos la tenemos en la calle?

“No, no, es sólo el primer borrador. A partir de ahí, el resultado final puede ser completamente distinto. ¡Incluso una novela diferente!”, replica poniendo en evidencia aquello que dicen de que escribir es, en suma, reescribir. La cuestión es que la carrerilla está ya cogida y cabe esperar que, en un futuro próximo, la autora vuelva a colarse en la estanterías de las librerías con nuevas historias.

A todos los niveles

Drames per a principiants empieza con su protagonista, Júlia, paseando por la calle Balmes tras homenajearse con un vermú solitario en la plaza Molina, con sus cascos puestos y unas gafas de sol de filtro cálido que hacen que alrededor siempre parezca que es primavera. Pensando en sus cosas, con Mishima de fondo, el personaje deambula a su ritmo hacia la Barceloneta.

“Esas caminatas son algo que a mí me encanta y que hacía a menudo cuando vivía aquí”, explica la autora, que desde hace un par de años vive en Sant Cugat, “pero sin dejar de trabajar y hacer mucha vida social en Barcelona”, porque para ella esta es, simple y llanamente, la mejor ciudad del mundo. Una ciudad para ver, pasear, vivir “a todos los niveles”.

Desde hace un par de años vive en Sant Cugat, “pero sin dejar de trabajar y hacer mucha vida social en Barcelona”, porque para ella esta es la mejor ciudad del mundo

Por otro lado, le entristece la pérdida de autenticidad de lugares que están dejando de ser para los barceloneses para ceder su espacio a las hordas del turismo masivo. “Sitios a los que hasta no hace mucho podíamos ir con mis amigas y que ahora han perdido por completo su identidad, que ya no me hacen sentir en casa”, lamenta, al tiempo que liquida su vermú y de la cocina van saliendo las primeras comandas.

— Lo que no pierde su identidad es nuestra superlativa oferta gastronómica, por si quieres hincar el diente a algo después de tu vermú.

Maria Sellas Palat vuelve a sonreír. “¡Y tanto! —replica— ¿Qué tenéis de menú?”.

Sellas Palat trabaja en su segunda novela, de la cual ya ha terminado el primer borrador.