Maria Favà - Pepe Encinas
La periodista Maria Favà es un emblema de la información local en Barcelona. ©Pepe Encinas
EL BAR DEL POST

Maria Favà Compta: Narrar el espíritu de Poblenou

— Lo de querer ser periodista me viene desde muy pequeña, cuando descubrí los tebeos de Mary Noticias y no quise ser otra cosa. Te diré, una de las cosas más bonitas de este oficio es conocer a gente maravillosa como, por poner sólo dos ejemplos, Joan Llarch o Mary Santpere.

Es pronto por la mañana, porque, desde que dejó de trabajar en redacciones de diarios, la periodista e investigadora Maria Favà Compta se da el gustazo de madrugar y de aprovechar al máximo las horas para trabajar. Acodada a la barra y con un café con leche delante, disfruta de la conversación enmarcada por un perfecto silencio de primera hora, sin música o ruidos que la distraigan.

“Yo trabajaba en una farmacia, pero quería seguir estudiando para ser periodista. Me aconsejaron ser bibliotecaria, pero quería cumplir con mi sueño, así que a los 17 años entré en la redacción de Garbo. Mi primera asignación fue la de traducir contenidos de una revista del italiano, lengua que desconocía. Fue un bautismo de los de quitarte la vocación”, ríe, rememorando aquel verano de 1967 que compartió con Maruja Torres. La carrera de la parroquiana acabaría de arrancar al entrar en la redacción de Tele/eXprés y, más adelante, en Diario de Barcelona, donde aprende el grueso del oficio y donde, confiesa, “pillé la mejor parte de la historia de aquel periódico”. 

— No debía haber muchas mujeres, entonces, en las redacciones, ¿no?

— Había muy pocas, sí. Y me acuerdo que la primera vez que bajé al taller donde se componían las páginas del diario, me silbaron todos los que ahí trabajaban. Años después, uno de los que me silbaron me pidió disculpas. Un acto que le honra, aunque en el momento me sentí muy incómoda.

En su largo periplo, por el que pasó por diarios y medios como TV3 o la corresponsalía marroquí de la Cadena Ser, y tras rechazar una oferta para trabajar en TVE “de la que siempre me arrepentí”, acabó formando parte de la primera redacción del diario Avui. “Ahí aprendimos todos a redactar en catalán como es debido”. De ahí se jubilaría en 2010, tras la fusión con El Punt. “En aquel momento lloré mucho, pero luego me di cuenta de que había vida más allá de las redacciones”.

Desde entonces, se dedica a escribir crónica, frecuentemente focalizada en su barrio, el Poblenou, como ejemplifica su reciente último libro: L’Aliança del Poblenou, 150 anys fent història de Barcelona (Ajuntament de Barcelona), exhaustiva y exquisitamente documentada crónica de la entidad que encarna el alma del barrio.

Con vocación para el periodismo de calle

“Me siento muy orgullosa de la información municipal que he ido haciendo. En el Diario de Barcelona ya entré en la sección de local y en el Avui hice mucha información local de la ciudad. De hecho, cuando no me he dedicado a local, ha sido porque estaba “castigada”, afirma Maria. 

— ¿Castigada?

— Sí, cuando, por ejemplo, había regidores que directamente pedían mi cabeza. Y entonces me ponían a cubrir otros frentes informativos, como sociedad o economía. Pero lo mío siempre ha sido la información local a pie de calle.

 

Favà dejó el diario Avui en 2010 y ahora es editora de la revista Icària. ©Pepe Encinas

Actualmente integrada en el equipo del Arxiu Històric del Poblenou y editora de la revista de la entidad, Icària, la investigadora se muestra especialmente contenta con el impresionante libro La mina de la mort, que recoge la investigación sobre el accidente de la mina Clara de L’Espà donde, en 1944, murieron 34 mineros. “Muchos tenían nombres falsos porque eran de Jaén y Almería que habían sido fieles a la República y venían aquí huyendo de las represalias y con falsas identidades”. Otro título esencial de su obra es Diari Avui, 1976-2009, entre el somni i l’agonia, que recoge la historia del rotativo.

Pero, según parece, lo mejor está por llegar. “Estoy trabajando en una crónica sobre el Club Esportiu Júpiter de Poblenou y su filial excursionista, Icària. Se dice que eran anarquistas y cuenta la leyenda que ocultaban pistolas en los balones. Es una historia política más que de fútbol”. A la vez, para verano espera que vea la luz un nuevo libro “que compara el Ateneu Colom con la Aliança del Poblenou y otras entidades del barrio, gracias a una donación del archivo del Ateneu que nos hizo al Arxiu Històric un vecino del barrio”. 

La mujer que salvó La Tamarita

Cuando la parroquiana pasa delante de los jardines de La Tamarita siempre dice que son suyos. Y, en cierto modo, no le falta razón: “en su día, a raíz de una filtración, publiqué el tema de que Núñez y Navarro se iba a quedar con el terreno para edificarlo. Gracias a aquella información, reventé la operación y ahí siguen los jardines” y, sonríe, orgullosa, antes de recordar “el enorme cabreo de Maragall cuando publiqué otra información que obligó a paralizar las obras del Hotel Miramar”.

Cuando tenía 10 años, se confeccionó su primera guía de la ciudad —ya desde pequeña estaba enamorada de Barcelona—, quizás por eso le molesta que esta esté —hoy por hoy— en manos de un turismo que “en vez de estar mirando maravillado la capilla de Santa Llúcia, viene a ponerse ciego y a mear en las calles. A hacer lo que en sus países no pueden. Entretanto, la ciudad está ahora muy sucia, ha sufrido un retroceso y, para colmo, está expulsando a la gente joven, porque no brinda vivienda social”, lamenta, mientras apura su café con leche.

— Al menos, quedan resquicios urbanos donde poder estar a gusto y, ya que estamos, desayunar algo rico. ¡Este Bar, sin ir más lejos!

Y, pillándola al vuelo, Maria Favà Compta no se lo tiene que pensar mucho.

— Pues mira, almorzaré como suelo hacer cuando voy al mercado, después de comer fruta y tomarme mi café de primera mañana. Ponme una tortilla de berenjenas o alcachofas, la que tengas más reciente. ¡Y una copa de vino tinto!