Todo empezó en un garaje y con una determinación surgida de lo más cotidiano: hacerse con una alfombra lavable para el cuarto de sus hijas. Hace 25 años, no existía ninguna opción en el mercado, pero la voluntad se impuso y Lorena Canals se propuso crear la que fue la primera alfombra lavable del mundo. Un cuarto de siglo después, la empresa que lleva el nombre de la diseñadora vende en más de 70 países y prevé alcanzar los 10 millones de euros de facturación este año con sus productos textiles para el hogar.
“Yo suelo ir por el camino más complicado; me gustan los retos”, resume la diseñadora. Fue así como se obstinó en conseguir esa primera alfombra lavable investigando materiales y técnicas por su cuenta y sin experiencia previa en el sector del diseño. Y dio con el material, y dio con la técnica: algodón cut pile. Investigó después dónde se producía este algodón, y llegó a la región india de Haryana, cuna de artesanos.
Después de conseguir esa primera alfombra lavable artesanal, se lanzó a producir más en la India, algo que fue en crescendo hasta que en 2011 dio el salto de abrir su fábrica propia en la misma región. La apertura llegó después de que la firma se abocara a la internacionalización de sus diseños artesanales, en una mirada al exterior que llegó con la crisis financiera de 2008, a raíz de la cual Canals se fue a Alemania a montar su primera feria internacional: “Las crisis me han espabilado y me han permitido aprender mucho”, explica desde su estudio y showroom en Sant Just Desvern.
La empresa dispone de fábrica propia en la India y de almacenes en Asia, Europa y Estados Unidos
Desde esta primera feria y la primera alfombra, la firma ha pasado a disponer de más de 750 referencias artesanales de algodón y lana hechas a mano en su fábrica de la India, que se distribuyen desde almacenes en Asia, Europa y Estados Unidos, donde aterrizó en 2013. La empresa, con Canals a la cabeza como fundadora y diseñadora y con la implicación de su familia, emplea ahora a 45 personas distribuidas entre Barcelona y Estados Unidos, que se suman a cerca de 200 que trabajan en la India.
En la fábrica de India, más de 120 artesanos cosen a mano cada una de las piezas de la marca, en procesos que pueden llevar días por la complejidad de algunos de los diseños, como una alfombra infantil interactiva de varios niveles de tejidos con motivos marinos que “sólo dos personas en toda la fábrica saben elaborar”. La mayoría de los artesanos son mujeres, empleadas en una “fábrica europea” enclavada en el núcleo urbano, y ubicada junto a un proyecto solidario impulsado por Canals, un centro para menores en situación de vulnerabilidad a los que ofrecen comida y educación. Abierto en 2012, atiende a diario hasta a un centenar de niños y niñas y adolescentes, con vocación de continuidad: “Ahora estamos pagando la universidad a cinco de ellos”.
Desde su fábrica y sus almacenes en la India, Barcelona y Nueva Jersey, Lorena Canals llega a más de 70 países. Y lo hace a través de diversos canales: la venta directa con su web, mediante otros vendedores online, distribuidores que la comercializan de forma exclusiva en terceros países y tiendas en las que se venden los productos de la marca, presente en establecimientos de reconocido prestigio que incluyen el Harrods en Londres.
La empresa cuenta actualmente con 17 distribuidores, y trabaja para abrirse a nuevos mercados, con el foco puesto especialmente en Asia, y con Corea del Sur y Japón en el punto de mira. Todo sin desplazar del centro la fábrica de la India, con la que la diseñadora mantiene coordinación diaria y a la que se desplaza con su equipo al menos una vez al año durante varias semanas: “Soy una rata de fábrica, me encanta”.
Además de centrarse en ampliar su internacionalización, Lorena Canals se propone reforzar la línea de hogar de la firma, que va desde alfombras a cojines, puffs y accesorios de decoración. “La de kids me sale sola, y en home prevemos hacer una gran ampliación”. Estas líneas se suman a la producción de piezas específicas y a medida para clientes como hoteles y otros establecimientos, desde una vertiente artística. “Siempre acabo con el arte por en medio, y es que tengo una artista dentro, y al final sale”, revela Canals, que plasma esta faceta artística en sus diseños y también en creaciones abstractas a las que da forma con lana y algodón: “Cuando quiero descansar, diseño”.
Estos diseños y obras personales de dimensión artística se mostraron por primera vez en la celebración del 25 aniversario de la marca, en la que los protagonistas fueron decenas de ovillos de gran tamaño y un pastel de más de dos metros confeccionado con 200 alfombras. Siguiendo la estela de esta vertiente artística, la marca colabora de forma recurrente con artistas, entre los que figuran Edgar Plans, Donna Wilson, Regina Giménez y Gonzalo Milà.
La visión artística se funde también con la apuesta por la sostenibilidad de la marca, que trabaja con materiales derivados del reciclaje de botellas de plástico y recicla sus propios productos. Lo hace a través de iniciativas como un nuevo concepto de juguetes artesanales y enrollables elaborados a partir de retales de la propia fábrica, que sigue el mismo espíritu de diseño desde la practicidad que llevó a Canals a crear esa primera alfombra lavable hace 25 años.
