La Navidad se ha convertido en una época turística de éxito también en Barcelona. Parece que los ciudadanos globales ya no se quedan en casa ni en Navidad ni por San Esteban, y aprovechan para menearse cómo aquellos a quienes se les cae la casa encima.
Está claro que la hipermobilidad será una de las características de este siglo XXI, donde parece que, si no has estado viajando, eres una rara avis en un momento en el que los precios del vuelos son absolutamente competitivos y los rankings de las mejores diez ciudades para visitar esta Navidad aparecen de forma constante y no buscada en tu Instagram.
Si además sumamos la querida desestacionalización, comprobaremos que cada vez la promoción del turismo navideño por parte de las agencias es más importante y, consecuentemente, la llamada temporada baja se posiciona como opción para disminuir la masificación turística de las ciudades.
Los datos económicos del sector turístico este 2024 han sido muy positivos, y la previsión es de crecimiento para 2025. Aprovechemos pues para posicionar la ciudad de Barcelona en meses de menos presión turística para aligerar la temporada alta.
Y es que la oferta de la ciudad en Navidad es extraordinaria, y no solo la oferta de Barcelona, sino la otras ciudades europeas. Mercados tradicionales, luces de colores, mappings, conciertos y propuestas culturales, y un cambio climático presente que hace que el frío sea muy soportable.
El hecho de que en Barcelona en Navidad dispongamos de una oferta cultural singular, de grandes bulevares iluminados como el Paseo de Gràcia y la Rambla Catalunya, de una oferta comercial en los distritos con especial atención al por menor, y el hecho que no sea réplica de tantas otras ciudades fotocopiadas, con unas tradiciones propias y un sello de innovación y creatividad, nos tiene que permitir posicionarnos internacionalmente desde la singularidad. Nuestra propuesta tendría que ser: aquello que pasa en Barcelona, ¡no pasa en ningún otro lugar del mundo!
El pesebre es una tradición navideña de la ciudad que la hace única y diferente de otras ciudades; ¡aprovechémoslo!
Por eso me ha entusiasmado la propuesta del artista y arquitecto Joan Juncosa, que nos invita a reflexionar sobre la tradición navideña del pesebre y a la vez nos permite una amable transgresión desde el arte urbano, poniendo grupos de pequeñas ovejas de pesebre de varios colores y medidas en las calles de la ciudad.
Hay que saber jugar con las tradiciones navideñas que son parte de la identidad y singularidad de cada territorio, y las ciudades lo tienen que aprovechar. El pesebre es una tradición navideña de la ciudad que la hace única y diferente otras ciudades. ¡Aprovechémoslo!