Estrellas globales de la música y del cine pasan por Barcelona por motivos laborales y exprimen sus horas en la capital disfrutando de grandes hoteles, de la arquitectura modernista y, sobre todo, de la oferta gastronómica de la ciudad.
Lady Gaga aterrizó en Barcelona muy concienciada de que tenía que estar relajada y descansada para darlo todo en el escenario, donde tenía que compensar a sus fans por la triste cancelación a la que obligó la enfermedad en septiembre del año pasado. Para asegurar el tiro, la estrella escogió el Hotel Arts, alojamiento habitual de muchas de las estrellas que vienen a Barcelona a actuar. Alejado del centro, pero no mucho, con unas vistas formidables y un servicio de cinco estrellas, Gaga hizo vida allí durante los casi seis días que estuvo en Barcelona. Una estancia larga en comparación con lo que suele ser habitual en iconos de su talla. Su visita, que fue un privilegio para la capital catalana, también fue positiva para ella, y que conocedora del poder de seducción que tiene la ciudad, se hizo una sesión fotográfica en el piso más alto del hotel, vestida por Ana Ljubinković y calzada por Dsquared2. No trascendió nada respecto de su actividad por la ciudad, más allá de su llegada a El Prat, que habría pedido a los trabajadores del hotel que no la miraran a los ojos, y que entre sus necesidades básicas se incluyó tener a disposición un abanico de más de 30 marcas de agua. Extravagancias previsibles de una mujer que desde que asaltó el mundo de la música, está encantada cuando sus seguidores la llaman Mother Monster, la madre monstruo.
Mucho más normal cuando pisa la ciudad es Gwyneth Paltrow. La actriz, de 45 años, ha estado en varias ocasiones en Barcelona recientemente por su colaboración con los joyeros TOUS, que la ficharon como embajadora de la firma y como protagonista de sus anuncios. La última vez que vino, en marzo de 2017, hizo una ruta gastronómica por la ciudad que causó sensación cuando la divulgó en Instagram. Lejos de las rarezas de Gaga, la ex mujer de Chris Martin pasó por Céleri, donde el chef Xavier Pellicer la hizo disfrutar de su cocina de inspiración vegetal, que es una de las debilidades del artista, conocida como un icono de la vida saludable. También pasó por Cal Pep, en el Born, donde atreverse con tapas como el pescadito frito y con el vino del Priorat. Por último, tampoco se le escapó uno de los referentes del tapeo premium del Raval, el Cañete, de José María Parrado, actual propietario también de La Dama.
El trabajo también llevó a Beyoncé a Barcelona el verano de 2016. En pleno agosto, la reina del R&B se mezcló entre los turistas del Parque Güell antes de probar la fusión japonesa-brasileña del restaurante Ikibana de Sarrià, el último de los tres establecimientos que se han abierto en la ciudad con este mismo nombre. Al día siguiente le esperaban 46.000 fans en el Estadio Olímpico, que habían venido de toda España y de Europa porque no habían conseguido entrada en los conciertos previos de su gira Formation World Tour. Beyoncé, como Gaga, se instaló en la suite del Arts, que cuesta más de 10.000 euros la noche. Hoteles de lujo, arquitectura modernista y restaurantes innovadores fueron los referentes de la ciudad para Beyoncé.
Y es que como ocurre con muchos turistas anónimos, la gastronomía es lo que más atrae a las celebrities que visitan Barcelona. Conocido es el caso de Adele, que también vino a la ciudad para hacer un concierto y que no pudo evitar degustar las croquetas de uno de los bistrós más reconocidos y modernos del Eixample, el Mont Bar. Allí comió un croquetas de jamón. Quizás celebraba el contrato que acababa de firmar con Sony por 117 millones de euros. O quizás cogía fuerzas para llenar el Sant Jordi. Está claro, sin embargo, que acertó siguiendo la estela de Arnold Schwarzenegger, que había ido días antes al mismo bar. El actor se alojó entonces en el Hotel W, de la firma norteamericana Starwood, al que había acudido ya anteriormente. El ex-gobernador de California puede renunciar a su patriotismo gastronómico de forma puntual, pero no en todos los aspectos.
Más refinados fueron Richard Gere y su pareja, la gallega Alejandra Silva, que escogieron el Roig Robí para cenar una noche de abril del año pasado. Él estaba en Barcelona porque tenía que recoger un premio en la Casa Fuster, donde se entiende que estaba alojado, de ahí que eligiera el restaurante, ubicado en la adyacente calle de Sèneca. El menú, prácticamente del todo vegetal, se explica por la fe budista que practica el actor de 68 años, cosa ya conocida.
Otro peso pesado de Hollywood se dejaba ver por Barcelona a principios de 2017. Era George Clooney, que iba con su mujer, la abogada Amal Clooney. El matrimonio, recién casado, se citaba al Rooftop Smokehouse, especializado en alimentos ahumados. Pretendía ser un lugar discreto pero no hubo suerte. Enseguida corrieron rumores sobre el hecho de que la cita allí era para explicar a los padres de Clooney que serían abuelos de gemelos, lo que entonces no se pudo probar pero que después la realidad ha confirmado. Las paredes del alternativo y delicioso restaurante fueron testigos del momento.
Barcelona reúne los ingredientes necesarios para que estrellas de todo el planeta vengan por trabajo y, una vez aquí, aprovechen la ciudad como un turista más. Cada una de ellas a su manera, disfrutan de la gastronomía, de una oferta hotelera de gran prestigio, de la arquitectura, o de un clima bondadoso poco común en las grandes capitales europeas. También es un puntal el anonimato que les da Barcelona y que no consiguen en otras ciudades, lo que hace que vengan y, al cabo de un tiempo, repitan, aunque muchas veces no nos enteramos del bis.
Imagen destacada: Adele en el Palau Sant Jordi de Barcelona, 2016 / Foto de Xavi Torrent – GettyImages