El 16 de enero de 1899 se estrenó L’alegria que passa de Santiago Rusiñol en el Teatre Líric de Barcelona. La obra, que recientemente ha adaptado Dagoll Dagom en un fantástico musical, muestra el enfrentamiento irreconciliable de los habitantes de un pueblo “vulgar y aburrido” con una compañía de artistas “bohemios y soñadores”. Rusiñol nos dibuja el contraste de dos mundos radicalmente enfrentados. Dos formas de entender la vida. Dos proyectos frontalmente contrapuestos que sólo Joanet, el hijo ilustrado del alcalde, sabe interpretar.
En Barcelona, en esta campaña electoral, algunos candidatos también nos han planteado esa misma dicotomía. La idea de dos ciudades irreconciliables. De dos paradigmas de Barcelona que parecen no tener un punto de unión. Dos patrones de ciudad diametralmente opuestos sin posibilidad de dialogar.
Frente a este debate, de breves tweets y taxativas proclamas, en The New Barcelona Post hemos entrevistado en un tono positivo y constructivo a los diferentes candidatos a la alcaldía de Barcelona. Hemos hablado, de forma extensa y reposada, de urbanismo, de movilidad, de cultura, de vivienda, de sostenibilidad, de modelo de gobernanza, de seguridad, de colaboración público-privada y de muchas cosas más. Les recomendamos que lean, si no lo han hecho todavía, las entrevistas.
En todas estas conversaciones hemos detectado muchos puntos de unión. Muchos planteamientos con los que, si se tiene voluntad, fácilmente se puede comulgar.
Barcelona, una ciudad global y bien posicionada en el mundo, necesita que el próximo gobierno de la ciudad devuelva la alegría a la ciudadanía. Que aparque los debates estériles y extienda la mano. La política municipal necesita diálogo. Dejar de hacer ideología de las pequeñas cosas para buscar puntos de entendimiento y tejer complicidades.
“La política municipal necesita diálogo. Dejar de hacer ideología de las pequeñas cosas para buscar puntos de entendimiento y tejer complicidades”
En los próximos años Barcelona vivirá momentos decisivos. La ciudad tendrá que afrontar retos mayúsculos. Retos en materia de vivienda, crisis climática y recuperación económica.
Sin embargo, en los próximos años Barcelona tiene oportunidades para volver a brillar con luz propia. Para recuperar el orgullo, después de los complejos años vividos con una crisis política, económica y sanitaria. Viviremos la Copa América, cambios urbanísticos y de movilidad sin precedentes o la Capital Mundial de la Arquitectura, por citar algunos ejemplos.
Hoy toca ir a votar. Y hacerlo en positivo. Sin embargo, a partir de mañana será necesario abrir un nuevo escenario político en la capital de Catalunya. Una etapa de diálogo, empatía y pacto. Y sobre todo con visión de futuro. Desde planteamientos políticos distintos (como ha sido siempre), pero con la posibilidad de construir grandes consensos de ciudad.
Necesitamos que, a diferencia del pueblo de Santiago Rusiñol, la alegría no pase de largo en Barcelona.